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El idilio de la mariposa

Capítulo 3 El incidente: Near miss

Palabras:1565    |    Actualizado en: 01/10/2023

gnitud. Lucía, su bata blanca, sin manchas y con sus logros académicos en cuadros colgados en la pared de su consultorio. Los lentes que tenía puesto reflejaron por un i

braban en todos los sentidos existentes y no existentes, a nivel físico y emocional; no había nada que no se rompiera en un millón de pedazos. Cáncer, eso solo se puede asociar con un hecho verídico que alcanza a cualquier persona en el mundo ya sea pobre, rico, mujer, hombre, blanco o moreno; no importaba, ella no discriminaba, ni otorgaba inmunidades a nadie: la muerte; omnipresente en la vida de t

ropa, a tiempo completo, en la que, gracias a sus habilidades con la matemática financiera, fue promovida a manejar una de las cajas de pago. No había sido la mejor estudiante y no había tenido las mejores notas. Sin embargo, con esfuerzo, noches de desvelo y trabajos de medio tiempo, había conseguido su título profesional. Apenas podía costear el hospedaje de su madre en el hospital, los semestres de su hermano, y ahora se agregaba el hecho que debía pagar la universidad de su hermana menor; por lo que no quedaba nada para ella. Tenía ojeras, el cabello sin cuidar

da. Estaba por soltar a llorar, y nada más tenía que asegurarse de que había escuchado bien. Quizás el médico se h

o de hombros en la silla-. Sin embargo, gracias a usted, señora Hellen, hemos detectado el cáncer a tiempos. Si se empieza un tratamiento lo antes posible,

sibilidad de que su madre se salvara? Sí, pero ni siquiera tenía ánimos de alegrarse, aún no

con su cabeza gacha, mientras entrelazaba sus dedos, como si fuera a orar; te

su madre y que está especializado en este tipo de cáncer -dijo el doctor, queriendo hacer más. Sin e

en, de forma directa. No tenía

os medicamentos, la estancia en el hospital. Usted necesita más de

o también la amaba. Sus tesoros más valiosos estaban allí reunidos, sin conocer la gravedad del asunto. ¿Había esperanza para ellos? Por sus blancas mejillas, empezaron a deslizarse gotas de lágrimas, que formaban un camino, similar a un río. Entonces, abandonó el hospital, sin darle la cara ninguno de sus familiares. El viento fresco del atardecer limpiaba su melancól

mento. Pero Hellen siguió andando por las

rse de un doctorado en administración de empresas. Era joven, pero lo cubría un aura adulta y fuerte, como si fuera un hombre más edad, por lo que era un hombre de pocas palabras y solo hablaba cuando debía hacerlo. Era amante de la calma, la tranquilidad y la soledad. Su mandíbula estaba tensa y su semblante era siempre inexpresivo, seco y vacío. Pocas personas podían verlo directo a sus ojos claros, como piedra de cobalto brillante y sostenerle la mirada. Era de pocas palabras y le gustaba que hablaran sin rodeos, de forma directa; su tiempo era valioso y cada minuto generaba grandes sumas de dinero. Llevaba puesto un traje de sastre de color negro,

s activados. Sus manos se estremecían en el volante, y su

guntó Hadriel, con voz ronca y grave. Eso era

había quedado inmóvil, como una estatua, por el miedo que lo invadía-. Creo que la he a

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