icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Amor & Love

Capítulo 4 Ángela

Palabras:1037    |    Actualizado en: 19/09/2023

Nuevamente el teléfono sonó, quitándome cada recuerdo vívido, parecía tan fresco, pero, con cada tono se desvanecía.

Me di cuenta con un sobresalto de que era mi teléfono el que sonaba. Me lancé a un lado de la cama y busqué mi bolso de mano entre el montón de ropa que había en el suelo.

Justo debajo de la chaqueta de Oliver, lo abrí y saqué el teléfono. Mi amiga de la universidad, Ángela, estaba llamando, probablemente para saber con quién me había ido en la noche. Miré a mi alrededor en busca de Oliver y me di cuenta de que podía oír el ruido de una ducha en el baño.

—Hola—, contesté al teléfono.

—Hola te digo yo a ti—, el tono de Ángela era juguetonamente rudo, —¿Vas a decirme dónde, cómo y con quién acabaste anoche?.

Ángela y yo nos habíamos conocido en nuestro primer año de universidad, cuando nos habían emparejado como compañeras de piso. Habíamos congeniado al instante y nos habíamos hecho buenas amigas, aunque éramos personas muy diferentes.

Yo siempre tenía la cabeza en las nubes y Ángela era mucho más práctica y realista. Eso la hacía ser un poco protectora conmigo, lo que me parecía muy dulce.

—Sí, mamá—, me burlé de ella de una forma que sólo los buenos amigos podían hacer. La oí resoplar antes de continuar. —Ummm, conocí a un tipo…

—Lo he supuesto del breve mensaje que me has enviado—, respondió Ángela—, ¡quiero los detalles!.

—Vale, vale—, dije, bajando la voz por si Oliver me oía.— Tuvimos la noche más increíble. Alucinante. Esplendorosa.

—De acuerdo, suena muy heterosexual y además esa última palabra no existe, pero sigue—, bromeó Ángela.

Ángela era lesbiana y había pasado el día de ayer con unas viejas amigas en un club de lesbianas. Me había invitado, pero no quería ser la heterosexual simbólica y entorpecer su estilo, así que fui al bar de chupitos, con buena música para pasar el rato.

—No fue sólo el sexo —siseé—, que fue increíble, por cierto. El mejor que he tenido nunca. Nos conocimos en el Chupilandia y simplemente… conectamos.

—¿Crees que por fin has encontrado a tu príncipe azul después de la ristra de sapos con los que has salido? ¿O, simplemente bebiste mucho y tu cerebro te jugo una mala pasada?— Bromeo Ángela. Siempre le había desconcertado mi romanticismo, pero me apoyaba de todos modos.

—Quiero decir que acabamos de conocernos. Ni siquiera sabemos los apellidos del otro…— Dije, tratando de ser al menos un poco realista.

—¿Pero?—me incitó Ángela.

—Siento que esto podría ser algo especial—, dije, tratando de no exagerar. —Sólo… espero que quiera seguir en contacto.

—Contigo, ¿cómo podría no querer?— dijo Ángela. Su apoyo me calentó el corazón. —Sabes, realmente admiro tu optimismo en lo que respecta al romance. Espero que nunca cambies; el mundo es mucho más emocionante cuando crees en la magia del amor. Christine Love. Cómo podrías ser otra cosa que una romántica empedernida, con un nombre así.

—¡Ah, Ángela!—, me arrullé, aunque lo que había dicho me había conmovido de verdad. —¿Significa eso que tuviste una buena noche en el club o una mala?

—Cállate—, dijo Ángela, y pude imaginar cómo ponía los ojos en blanco.—Tuve una buena noche, pero ahora estamos hablando de ti.

Mi teléfono emitió un pitido en mi oreja, y lo aparté lo suficiente para ver que la batería se estaba agotando.

—Tendremos que hablar más tarde—, le dije a Ángela, —mi teléfono está a punto de morir.

—Claro—, respondió Ángela—, ¿Seguimos en el club esta noche?.

—Nuestra última noche aquí—, suspiré con tristeza,—Sí, definitivamente. Nos vemos en el hotel.

Nos despedimos y colgué. Estaba deseando pasar nuestra última noche salvaje en Nueva York antes de volver a casa. Habíamos hecho el viaje como regalo por habernos graduado en la Universidad.

Oí cómo se apagaba la ducha y, unos minutos después, apareció Oliver con una toalla enrollada en la cintura. A la luz del día, resultaba aún más atractivo. Tragué saliva, recordando la sensación de su cuerpo encima del mío. Me acordé de mi propia desnudez y subí un poco más las sábanas. Me sentí tímida, aunque sabía que era una tontería por mi parte. Simplemente no estaba acostumbrada a la desnudez casual.

—Buenos días, preciosa—, me saludó con una suave sonrisa, —¿Has dormido bien?.

—Más que bien, esta cama es increíble—, respondí, palmeando la cama para enfatizar. Era un millón de veces mejor que la cama de mi asquerosa habitación de hotel.

—Me alegro—, asintió Oliver, dirigiéndose a una maleta que había en un rincón de la habitación y sacando unos calzoncillos nuevos. —¿Quieres ir a desayunar? Hay un pequeño y estupendo local francés cerca y hacen los pasteles más deliciosos.

—¡Suena genial!—Dije, animada por el hecho de que Oliver quería pasar más tiempo juntos.

Quizá esto podría ser realmente algo…

—¿Por qué no te dejo para que te vistas?— dijo Oliver, sacando más ropa de su maleta.

—No, está bien—, dije, sintiéndome tonta por mi modestia.

Calmé mis nervios y me recordé a mí misma que él ya me había visto desnuda y que claramente me encontraba atractiva. Me levanté de la cama y empecé a ordenar mi ropa mientras Oliver se vestía. Recordé que mis bragas debían estar todavía en las escaleras y eso me hizo sonrojar.

Me puse el sujetador y el vestido antes de dirigirme a las escaleras y coger las bragas. Oliver no se inmutó, y siguió vistiéndose como si nada.

Me di cuenta de que era unos años mayor que yo y estaba claramente más acostumbrado a este tipo de situaciones. Había tenido unos cuantos novios en la universidad y apenas era virgen, pero la vida en los dormitorios no dejaba mucha intimidad y la mayoría de las veces nos apresurábamos a ponernos la ropa antes de que volvieran los compañeros.

Me subí las bragas por debajo del vestido y volví al dormitorio para recoger mi bolso de mano.

—¿Lista para salir?— me preguntó y yo asentí.

Pude asimilar mejor el lujo de la habitación del hotel sin la bruma de la lujuria. La suite no se parecía a nada que hubiera visto en la vida real. Era como algo sacado de una película glamurosa.

Obtenga su bonus en la App

Abrir