PASIÓN Y DESEO
ojos y abandonó esa nube de pensamientos que la hacían moverse de un lado a otro, observo a Frank, durmiendo muy tranquilo a su lado. Minutos des
tina y miró la calle despertar. Se dio cuenta que el día seria relajado para ella.
e había tenido. A ella siempre le había gustado tener sueños muy vividos. Pe
ueño con el pas
ta un jardín de una casa cercana, para depositar basura. Pasaron los días, hasta que Christina se fue a hacer recados y diligencias del dí
bolsas de basura si terminara con Frank? Desde hacía un tiempo había comenzado a analizar cómo sería la vida
de Veinte años y cinco años después, se pregun
¿Hacer el amor tres o dos veces por semana? ¿Hacer las compras de la casa sola porque Frank odiaba acompañarla
opa sucia alcanzase alturas que desafiaran la gravedad, emborracharse los sábados. Era una fantasía, un placer privado. No que
a contrastaba con el blanco impecable de la camisa. Fue hasta la cocina, llenó el va
sta mañana -dijo, sin apar
é por qué
, se ha acabado el ca
S
gris. Tomó una Pera del refrigerador y caminó hasta el centro comercial que tenía cerca. Allí revisó las vitrinas. Curioseó las cestas llenas de peras, duraznos y manzanas. Se paseó
costoso. Mientras rebuscaba dinero en el bolsillo, sacó el billete y antes de entregárselo a la cajera, revisó la etiqueta del Chocol
eche, má
u mano izquierda la
raído desde mi casa.
al con comida de otro l
-preguntó mantenie
la p
e se prohibía la entrada al local c
do, dijo
de la cesta de las pe
cho -respondió u
mercial. Segundos después, se presentó un hombre alto, tenía tatuajes en los brazos, muy apuesto, que l
ocolate con vainilla. Cuando se dirigía a la
Muchos clientes han entrado al lo
o he sido una de ellas
el Chocolate con vainilla. Christina lo miró perpleja tras escuchar aquel informe que le había expuesto. El hombre la invitó a acompañarlo hasta el
de las frutas más contaminadas de pesticidas y a la