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La bella y la bestia

La bella y la bestia

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Capítulo 1 1 BELLA

Palabras:1151    |    Actualizado en: 02/08/2023

s, sudamos a la luz de las velas, mi melena estaba pegada en todo

Gaston soltó un fuerte azote en mi culo y

ombre fornido, poseedor de una cabellera azabache, un cuerpo tonificado y una altura que cualquier hombre del pueblo q

llo oscuro, donde habita una temible bestia, eso es lo que dicen las malas lenguas, pero yo nunca lo he visto, sin embargo

blo, dicen los pobladores que fue lo más feo que pudieron presenciar

rutando de una buena follada al

eciado orgasmo, Gaston se recostó sobre la cama viendo todo el espectáculo q

con mis ojos te amar

e un beso sobre los labios. Gaston aprovechó aquella ventaja y

ar y chille ante la incesante

lo. — Deja que todos en el pueblo te

— Gemi co

úsica para

go justamente cuando estoy a punto de correrme, siento como el semen caliente de Gaston se esparce dentro de mí llenándome por comple

ostro dejándome pasar un poco de aire, llevó las manos a m

cho unos cuantos peniques. — No tengo toda la noche par

a después de tener sexo. — Digo mientras que comie

e esta gran mansión, pero recuerda que siempre, tu pad

onas que más en el mismo, incluso es más narcisista que el mismo narciso. Miro mi refl

o. — Si no hubieras presionad

contra mi mejilla deján

s el maldito rey del mundo y que nadie lo puede pisotear. — No es mi culpa que tu ahora seas una maldita puta, eso se lo dejas a tu padre, y si tanto

ada palabra que Gastón decía iba presionand

azo y comenzó a llevar a llevar a rastras sin imp

n sonrisa en su rostro. Sabía que no era del agrado de él, porque Lefou está ma

n perro que no quieren, y la

mi padre solía decirme que si tenía algún problema, que hablara con ella, pero tal parece que no m

ue voy a seguir haciendo con mi vida. No soy una mujer tonta como el resto, soy una mujer estudiada, se leer, escribir e incluso las matemáticas se me dan muy bien, pe

a clase de fenómenos no es normal, sobre todo cuando hace un calor de mil demonios. In

e, se notaba curpulenta y se movia como si sus piernas le pesaran, me a

ra se iba acercando cada vez más en mi dirección. — ¡Gastón! ¡G

todo se torna

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