Esposa divorciada para el millonario
vez, el que generaba polémica era su vestido, caminando hacia el tribunal con la mirada certera. Cielo tam
o sin querer arrepentirse, sin dar marcha atrás en el asunto y volver a sus brazos. No debía flaquear, seguir adelante era su único camino posible y al estar en boca de t
gar era desconcertante, allí
davía no se habían divorciado, fu
ezó a decir, tratando de tomarla de
e la dura respuesta de
versión. -Lucio la miró con sus ojos oscuros y gr
o has sabido explicar nada con credibi
iente, ha in
s, sabía que el bebé era su hi
a a ninguna parte. ¿Cómo seguirá
ra se quebraba, dolida ante sus palabras.
a de hoy. ¿No quieres que t
sonrisas, ella suspiró y lueg
, Lucio. Antes mi v
de ellas. Ese dolor era intenso, tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos. Había sido el pri
ntró llorando en el lavabo. -Hija querida... -la ab
untó a su madre, desconsolada. -¿Por
ganado, pero eso no le impedía sentir una profunda tristeza. Lucio era su hombre, su esposo, su t
una amante traicionada. Se enteró de tantas cosas, cuando el caso se hizo
un descuido, hasta que quedó embarazada y aquello desencadenó la bomba. La muchacha apenas tenía veinticinco años y u
o intentó ir a develar la verdad para proteger la inocencia de su marido. No le tuvo aprecio, la chica la
su hija la necesitaba fuerte. La mujer se aferró a su madre como si
aba consigo miles de dudas sobre lo que pasaría en aquel momento, no sabía que haría si perdía, quedando en la ruina. La inversión de dinero puesta en abogados se iría por la borda si la j
l mínimo interés en sus humillaciones, que se las tenía merecidas por ingenua. No paraba de decirle que ya era una mujer de más de cuarenta años y que por anciana su esposo la había reemplazado. Cielo repetía la palabra "descuidada y vieja" como latiguill
ada momento vivido a su lado, cuando la atendía como a una reina y pasaban noches enteras en vela conversando o montando a caballo. Desde que la conoció la rodeó de toda clase de lujos y cortejos, lo que la cautivó siendo ella una muchacha inexperta. Él era el único hombre que había pasado por su vida, el
ron en todo el salón, haciendo eco dentro de la mente de Clara. El acuerdo sería muy sencillo y simple de entende
y perjuicios ocasionados a su galería y una compensación por los daños psicológicos efectuados. En base a lo anterior dicho
que pagar al ser un hombre muy acaudalado. Había ganado, lo estaba logrando. Miró a Lucio con los ojos fuertes, llenos de valor. También observó a Cielo, que tenía el rostro desfigurad
aminó firme hacia el frente. Su vestido rojo robaba toda clase de miradas a su
a destinado a la señorita Cielo Arra
esposo, más aún. La audiencia en
s y el despecho aún atravesado en su corazón. Quería volver a llorar p
rendió afuera,
lara. -La voz era
ero y amigo que tuvo desde que era una niña. Estaba de pie con
mento. -dijo, con el dolor en el pech
iempre, es una cosa de lo más normal. -so
la tempestad de la infidelidad. Su ingenuidad, el corazón roto que portaba. No podía hacer como
el amor que había sido traicionado. No obs