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Señor maestros

Capítulo 4 4

Palabras:1131    |    Actualizado en: 02/05/2023

son sus calzoncillos tipo bóxer azul marino. Su cabello oscuro tiene ondas d

ebería estar parada aquí en la oscuridad, mirándolo como un asque

as a mí mientras se sirve otro vaso de tinto. Se lo lle

tra la pared

a nevera y sa

Q

en el mostrador m

stá ha

e no pued

delantera de sus calzoncillos y lue

os se

car

apaga la luz principal, dejando solo

a mano, desapare

monios

a de subir a su habitación p

h

i

i

C

pero frunzo el ceño y t

de nuevo.

la puerta y veo que comie

ren y me sient

de ducharse y lleva un traje inmaculado. "Estoy buscando a Samuel". Su mirada recorre mis pechos que cuelgan su

ugo la frente. "¿E

mientras hace un ges

la luz diluida de la habitación. Mi boca se abre. "Oh no, ¿qu

erte hombro. "Es un sonámbulo. Siento molestarte. Ahora tengo esto". Sale de la habitación con

e pobre niño. Vino aquí a verme y ni siquiera me despe

do? Oh, me siento c

para sentarme en el borde de la ca

cargo de cuidar a este niño, no puedo

aba buscando mi compañ

o que el peso del mundo está sobre mis hombros. Miro al

cia la ventana para correr las pesadas cortinas. Está aman

miro hacia abajo para ver al Sr.

después veo su Porsche salir y desaparecer por el camino de entrada. O

a trabajar

dem

el resto del día. ¿Quién hace eso? Bueno, al diablo con esto, voy a ir a ver cómo está. Probablemente esté arriba llorando

años, por el

a sala de estar y puedo oler los huevos que el mismo Sr. Masters cocin

y en la casa de un idiota rico y estúpido, preocupado

rviosa. Es lujoso aquí arriba. El corredor es ancho y la alfombra color crema se siente exuberante bajo

a una puerta que está ligeramente entreabierta. Miro a su alrededor y veo a Samuel profundamente dormido, bien arropado y apretado. Entro en su habitación y me siento a un lado de la cama. Viste un pijama de dinosaurio verde y azul brillante, y sus lentes pequeños están en su mesa auxiliar, al lado de su lámpara. Me encuentro sonriendo mientras lo observo. Incapaz de evitarlo, extiendo mi mano y empujo el cabello oscuro de su frente. Su dormitorio está limpio y ordenado, lleno de muebles caros. Parece que te imaginarías la habitación de un niño en

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