Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
Le suelto una advertencia al abusador, prefiero eso, antes que abofetear al
baboso cuñado de mi jefe. Estoy harta de tener que escabullirme para evitar los
acosos de los hombres con los que trabajo.
En esta oportunidad, mi jefe se encuentra de viaje, por lo que decido quedarme
sola, en la oficina, a la hora de la comida. En aparente tranquilidad.
Mis compañeros salieron, almuerzo y leo unos capítulos del libro de turno.
Pasada media hora, llaman a la puerta, es el señor Carmelo, esposo de la
hermana de mi jefe. Cada vez que me ve, noto en él, esa extraña mirada y la
expresión de su rostro me incomodaba. Me encuentra sola y me pide que le haga
los duplicados de algunos documentos.
Nos dirigimos al área donde están los equipos. Le doy la espalda y comienzo a
sacar las copias. En ese momento, siento como me pasa la carpeta que lleva en
sus manos por las nalgas. Es una sensación tan desagradable, que me contengo
para no gritar. Me volteo, de inmediato y, mirándolo a los ojos, lo amenazo con
decirle a su mujer. Por el tono de mi voz, sabe que hablo en serio. Él se echa
hacia atrás y se retira, diciéndome que pasará luego.
Llega el gerente de la empresa, me siento a conversar con él y le cuento lo
sucedido. Este lo toma con poca seriedad, aunque trata de disimular. Y, de
repente, suelta una carcajada.
Al mirar que yo estoy fastidiada por su actitud, se pone serio y me pide disculpas.
— No te irrites, es que me parece gracioso que ese gordo se atreva a tanto. La
próxima vez que te falte el respeto, le das una buena cachetada —. Continuó
riendo.
— Esta vez, me he aguantado — le dije, pero le advertí que le contaría a su mujer,
si lo volvía a hacer.
Terminada la reunión, me retiro a mi oficina. El presidente del grupo se encuentra
de viaje. No tengo a quien más acudir.
Esta bendita tarde la paso brava. ¡Coño! — me digo — ¡Renuncia! ¡Ya!.¡Encuentra
otro trabajo donde no te molesten!.
Salgo del trabajo y me voy al centro comercial, deseo tanto viajar. Hago un cálculo
de la indemnización que recibiré si me retiro del trabajo y consulto los destinos y
precio de los boletos de avión. La chica de la agencia me dice que solo me
alcanza para ir a Jamaica. No está mal.
Desde este momento, empiezo a darle forma a la idea en mi cabeza.
Llego a casa y le doy un beso en la mejilla a mi madre, mientras recojo mi cabello
en una cola, para refrescarme.
— ¡Hoy hace mucho calor!.
— Si mami, la temperatura está en 32 grados.
— Dame otro beso, hija, te noto rara — susurró su madre.
— Mamá, ya sabes que no me gusta que me interrogues, no quiero preocuparte.
¿Qué hay de cenar?.
Me voy hacia la cocina y levanto la tapa de una olla deseando encontrar pasta,
amo la comida italiana. En lugar de eso, hay frijoles.
Le doy otro beso, esta vez más cercano, y le digo:
— Voy a encender el aire para que se refresque el ambiente, mientras me baño.
Me tomo mi tiempo bajo la ducha. Me pongo ropa simple, como la que suelo usar
en casa. Un short rosa y azul, con un top beige. El cabello recogido y sandalias de
goma, de esas que se meten por el dedo. Al terminar, bajo las escaleras.
Mi semblante ha cambiado, me veo más relajada.
— Hija, preparé frijoles guisados con arroz ...
Hago una mueca, indicando desagrado.
— No me provoca, mamá. Me apetece una pasta. Pero mejor me haré un
sándwich, para no ensuciar mucho.
— No, hija... Aliméntate ...
— Es que quiero algo liviano. Y tú sabes que los frijoles no me agradan. ¡Los
como solo para complacerte!.
— ¿Qué te sucede?.
— No deseo hablar de eso ahora porque me va a regresar la molestia. Ya estoy
más tranquila.
— Está bien, mi amor.
— Se me ocurrió una idea. Quiero viajar.
— ¿Y eso?, ¿Adónde vas?.
— Por querer... Me gusta Europa, fui a una agencia y el presupuesto me alcanza
hasta Jamaica.
— ¿Y qué vas a hacer allí?, ¿Por qué no te vas a Italia?.
— Me sale más caro.
— El hermano de mi amigo Cristiano vive allá y siempre me invita. Si tú quieres,
hablo con él.
— Esa sí es una gran noticia, mami.
Me puse muy feliz, me imagino en Italia, paseando y degustando deliciosos
platillos. La propuesta de mi madre me lleva a soñar despierta.
De la emoción, me olvido del mal rato que he pasado en la oficina.
Estoy cocinando la cena, mientras pienso en como arreglar todo para que el viaje
se haga realidad.
—¡Mamá!, ¿Quieres que te prepare uno?, ¡Si dices que sí, te cuento lo que pasó
en la oficina!.
— Está bien, prepara uno rico.
Hice dos, uno para cada una, rellenos con queso, jamón, tomate y salsas.
Me acerco a mi madre y le entrego la comida.
— Te va a encantar.
— A ver, cuenta, que no aguanto la curiosidad.
— En resumidas... el cuñado del jefe me faltó el respeto.
— ¡Qué abuso!, ¿Y qué hiciste?.
— Hablé con el gerente, el hermano de Felipe. Cuando está de viaje, me toca
entenderme con él.
— Me parece bien. Ya basta de abusos con las mujeres.
— Si, en verdad, no fue tanto lo que hizo, solo fue algo desagradable. Me dio asco
su expresión. Lo que más me molestó fue su mirada y la manera en que se
transformó su rostro. Es un pervertido. Lo amenacé con contarle a su esposa.
— Bien hecho, hija. No hay que quedarse callada. Si no, otro día va y te hace algo
peor.
— Si, entonces... ahora te toca a ti.
— ¿A mí?.
— Mamá no te hagas ... Háblame del tal Cristiano y de su familia. ¿Cómo son?,
¿Qué te dijo cuando te invitó a Italia?.
— Ya... ellos son romanos, son mis amigos. Tienen tres años en Margarita, los he
ayudado mucho. Siempre me dicen que me tome unas vacaciones y que puedo
llegar a la casa de su hermano.
— Genial... ¿Y en qué parte de Italia vive la familia?.