Narrador.
Lauterbach, 1930, Alemania.
Arcel se movía, por fuera de la cabaña, inquieto y muerto de dolor, no necesitaba entrar para saber lo que estaba ocurriendo dentro, la conexión que tenía con su padre, y con todos los miembros de la manda, le servía para saber que era lo que estaba ocurriendo verdaderamente dentro, su padre estaba muriendo.
El dolor le llenaba el corazón, y su lobo interior deseaba expresarlo, desgarrando la noche con sus lastimeros aullidos.
- “Alfa, ya puede entrar su padre desea hablar con usted.”- oyó una voz en su cabeza, era la beta de su padre, Dagmar Weber. La hora había llegado.
Con pasó lento, intentado mantener la entereza, como su padre le había enseñado, entró en la cabaña de madera, recordándose a sí mismo las palabras de su padre.
- “Un Alpha nunca debe mostrar debilidad, nunca. Arcel recuérdalo, su manda depende de él, y la manda lo es todo.”- las enseñanzas de su padre estaban grabadas a fuego en su corazón.
- “Alfa”- dijeron todos los hombres de su clan que se encontraba junto a su padre, agachando la cabeza en señal de respeto a quien se convertiría, partir de esa noche, en su nuevo líder.
Con un solo movimiento de si cabeza de Arcel, todos abandonaron la choza rápidamente, incluido la beta de la manda, no necesitó ni siquiera usar la conexión mental para dar su orden de Alfa. Arcel era el más fuertes de los lobos de la manada, incluso más que su padre, era unos de los Alfas más fuerte, por no decir el más fuertes, de los clanes europeos, como había demostrado en más de una ocasión en las diferentes batallas que había habido entre clanes, por el territorio.
La modernidad que comenzaba a haber en Europa, tras la revolución industrial, había acabado con los bosques que necesitaban los hombres lobos para vivir, muchas de las brujas y brujos, que protegían esos paraísos naturales, con su magia, habían muerto, o dejado sus contratos de protección, para trabajar para los humanos, los verdaderos responsables de la muerte de los bosques, que eran el sustento de las manadas.
Por eso los lobos habían comenzado a luchar entre sí por el territorio que iba quedando. En la una de esas luchas fue donde su padre quedó mortalmente herido, y es por eso, por lo que ahora Arcel lo contemplaba como desde la cama, sin apenas fuerzas, su padre lo miraba, con esos enormes ojos azules, ahora semi cerrados.
Con un movimiento su padre hizo que la conexión se silenciara, solía hacer eso mucho, cuando quería que sólo él y su padre hablaran como padre e hijo, no como Alfa y Alfa.