-¡Oh, hijo, al fin respondes el teléfono!- Maximiliano se detuvo, su cuerpo entero entró en rigor cuándo escuchó el desesperado llanto de su madre. Frunció el ceño, sin procesar qué podría llevarla a llorar de aquella manera.
-Estaba en un reunión importante...¿Qué sucede, madre?- preguntó siguiendo su camino, entró a su oficina y cerró la puerta tras él. -¿Por qué lloras?
-Hay noticias horribles, Max- gimoteó la mujer- ¡Tu primo... Dylan está muerto!- gimoteó la mujer echándose a llorar aún peor, Maximiliano Neumann, sintió que dejó de respirar, la noticia lo cubrió como un balde de agua extremadamente fría, el dolor presionó su pecho con fuerza, y no supo en qué momento dejó de respirar...
-¿De qué diablos hablas, madre?- su voz fue temblorosa- ¡Eso no... no puede, no puede ser cierto!
-¡Tu tía está destrozada!- gimoteó-¡Han llamado para informar de que Dylan tuvo un accidente mientras regresaba de ese maldit* pueblo!, ¡ESTÁ MUERTO, MAX!-sollozó.
-¡Voy a la casa ahora mismo!- exclamó saliendo desesperado de la oficina, cortando la comunicación, ahora comprendía por qué tenía tantas llamadas aquella mañana, mientras estaba sumergido y concentrado en la reunión de trabajo, había ignorado las muchas llamadas que había recibido de su primo y un par de su madre, llevándolo a apagar su telefono... la culpa lo invadió, y las lágrimas que subieron a sus ojos, bailaron e intentaron deslizarse por sus mejillas, cerró los ojos y suspiró, abriendo el buzón de voz... -¡Cancela todas mis pendientes, no sé cuándo regrese!- fue lo único que le dijo a la sorprendida secretaria, quién lo miró con ojos enormes.
-Si... señor...- a penas y alcanzó a decir cuando lo vió caminando en dirección a los ascensores, seguido de dos de sus hombres.
-¡Max, ella me ha abandonado, me abandonó!- escuchó los gritos y alaridos de dolor de su primo. Fue escuchando los mensajes uno a uno- ¡Max, no soy capaz de superar esto,no puedo con su abandono!- Maximilino cerró los ojos, intentándo controlar la ira y el dolor que sentía- ¿POR QUÉ DIABLOS NO RESPONDES EL CELULAR, HERMANO?, TE NECESITO... ¡MAX, NO PUEDO CON ESTE DOLOR, ME QUIERO MORIR!-el sollozo de su primo fue realmente doloroso, se daba cuenta de lo bebido que estaba, su voz demostraba su grado de alcohol, así como de su dolor.
Maximiliano, escuchó muchos mensajes como aquel... durante el último mensaje, se escuchaba como Dylan iba al volante, y como muchos autos le tocaban el claxon, seguramente por en exceso de velocidad... además lo escuchaba maldecir, y hablar de cuánto la extrañaba, de cuanto sufría con su abandono y de que no podía vivir sin ella, poco después se escuchaba como Dylan maldecía, un chirrido de llantas y un golpe estruendoso...
-No puede ser...- susurró Maximiliano, tragando el nudo de su garganta, en aquella llamada había quedado registrado el accidente de su primo... el accidente en donde había perdido la vida.
Dylan Becker, era el único hijo varón de su tía Maggi y el fallecido tío Edmud, hermano mayor de la pequeña Ivy Becker, era la adoración de su madre, quién seguramente estaría enloquecida de dolor... Dylan, era un alma libre que disfrutaba viajar alrededor del mundo, a pesar de sus constantes viajes siempre volvía a casa... todo había sido así hasta que la conoció a ella, algunos meses atrás, había regresado a casa después de estar fuera por al menos cuatro meses, no dejaba de hablar de aquella mujer, lo hermosa que era, su belleza no solo física, sino de alma y de espíritu, una mujer de la cual nunca decía su nombre, porque quería guardar el misterio para cuando la conociera la familia.
-¡Vamos, puedes al menos decir su nombre!- se había burlado alguna vez Maximiliano.
-Su nombre es tan hermoso, que si te lo digo, sabrás lo perfecta que es... me encata que sea un misterio, viajaré, la traeré para que la conozcan, y cuando ustedes la vean, sencillamente no podrán creerlo, podrán ponerle rostro a mi chica.