Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mi encuentro con un misterioso magnate
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
No me dejes, mi querida mentirosa
"¡Apártense del camino! ¡Muévanse! ¡Todos, fuera!".
Las puertas de la ambulancia se abrieron de una patada desde adentro y los paramédicos sacaron rápidamente dos camillas. Por detrás les siguió Wesley Helian, quien parecía preocupado y furioso al mismo tiempo.
"No te preocupes, Jessica. Te pondrás bien".
El rostro del hombre se veía tenso, con la mirada fría y el cuerpo rígido. "Tienen que salvarla. Si ella muere, yo mismo me aseguraré de que se cierre este hospital", dijo este y sus palabras sonaron como un rugido.
Las enfermeras y los médicos, al oír las palabras del hombre, aceleraron el paso hacia la camilla ya que temían que pasara lo peor y este poderoso hombre cumpliera su amenaza.
'Vaya... veo que sigues prefiriendo a Jessica Ruo', pensó Christine Ji, la mujer acostada en la otra camilla, mientras luchaba por abrir los ojos. No pudo evitar sentir una profunda desesperación al escuchar el rugido furioso de Wesley.
Jessica parecía estar bien, lo de ella había sido solo un desmayo causado por el miedo.
Sin embargo, lo de ella misma...
Christine trató de mover los dedos y gritó de dolor.
"¡Christine, tú... mujer malvada! ¿Cómo te atreves a conducir e intentar matarte y matar a Jessica? ¿Por qué no te vas al infierno?".
El hombre dio una patada de la ira que sentía, con tan mala suerte que le cayó a la enfermera que estaba atendiendo a la mujer herida. El dolor que le causó al golpearla hizo que la muchacha se estremeciera y tropezara, moviendo la camilla donde estaba Christine. Esto a su vez hizo que la herida, que la enfermera estaba curando en el momento del incidente, se desgarrara y que la sangre empezara a salir sin control.
A pesar de poderse escuchar las maldiciones que Wesley estaba lanzando a diestra y siniestra, los médicos y enfermeras trataban de hacer su trabajo lo mejor que podían y de inmediato se llevaron las dos camillas a salas de emergencias diferentes.
"¡Necesito una transfusión de sangre aquí!".
"¿Dónde está el doctor? Esta mujer se está muriendo", decía una enfermera mientras empujaba la camilla.
Christine fue llevada al quirófano. Era una mujer joven, no aparentaba tener más de veinte años, y a pesar de las heridas y hematomas se podía decir que era una chica hermosa. Mientras la enfermera hacía su trabajo pensaba en lo triste de toda esa situación y que nunca antes había visto un accidente tan horrible. De pie, al lado de la mujer moribunda, gritaba con voz temblorosa para que alguien se hiciera cargo de la mujer en la camilla y la atendieran inmediatamente.
Christine Ji abrió los ojos y pudo sentir cómo la vida se le escapaba poco a poco y en su mirada no había expresión alguna, solo cansancio.
"Lo siento. Lo siento mucho. Los médicos están ocupados en otra operación. Lo siento mucho", decía la enfermera llorando, quien no cesaba de disculparse mientras acomodaba la bolsa de sangre para la transfusión. Era evidente que ningún médico se iba a hacer cargo de la mujer por no disgustar más al poderoso Wesley.
'Wesley, llevamos dos años casados y pensé que algún día me creerías, pero tu crueldad es infinita'.
El peor dolor que sentía Christine no era el de sus heridas sino el del corazón.
Movió la mano lentamente y la colocó sobre su vientre plano. Una vez tuvo ahí un bebé que perteneció a los dos.
"¿Acaso es por Wesley?".
Decir eso requirió todas sus fuerzas, y ni bien terminó de pronunciar esas pocas palabras empezó a jadear y a salir sangre por su boca.
Posiblemente eso era lo mejor que podía pasar y que, cuando ella estuviera muerta, la tragedia de la que ambos eran protagonistas por fin terminaría.
"Sí, lo siento mucho. El hombre dijo que si Jessica moría, nuestro hospital sería enterrado junto con ella, y es por eso que todos los médicos están con ella tratando de salvarle la vida... ".
La enfermera no le ocultó nada y a pesar de que le dijo todo de forma muy delicada, sus palabras parecían torturar a Christine Ji.
"Vuelve a pedir que venga un médico".
Ella no podía morir así, todavía no, aún tenía que encontrar a su hijo y vengarse.
Los ojos de la mujer estaban inyectados en sangre por la ira y las venas azules de sus manos se hincharon.
Con el alma destrozada por toda esa ira y dolor, la mujer no pudo contenerse y una lágrima rodó de manera silenciosa desde el rabillo del ojo hasta la almohada. El aire a su alrededor estaba lleno de una desolación indescriptible.
El dolor se había apoderado de todos sus sentidos y parecía no estar en el presente, pues su mente se empeñó en llevarla al momento de su primer encuentro...
Todo empezó dos años atrás, en Capital Hotel...
Eran las seis de una mañana de un día de invierno y llevaba lloviznando desde antes del amanecer.
En una de las habitaciones del hotel se percibía un olor a incienso, había una cama de estilo francés, y una lámpara de noche iluminaba con luz tenue toda la estancia.
"Uf... Qué calor hace aquí...".
Christine estaba inconsciente.
Movió las manos sobre la cama y pudo sentir algo caliente en su costado.
'¿Dónde estoy?'.
La mujer consiguió abrir los ojos y sintió un dolor punzante en la cabeza mientras un escalofrío horrible se apoderaba de ella a pesar de que hacía un calor insoportable en la habitación. Intentó moverse pero no lo consiguió, no pudo hacer nada pues el cuerpo le dolía como si un auto la hubiera atropellado.
Aunque era una mujer sin ninguna experiencia pudo adivinar lo que le había pasado, así que sin pensarlo dos veces cogió la sábana de la cama, se envolvió con ella para cubrir su desnudez y caminó tambaleándose hasta el baño.
Se sentía rara, sin fuerzas, y cuando estaba muy cerca de la puerta escuchó algo.
"¡Vayan y compruébenlo!", gritó una voz desde dentro del baño.
'¿Quién es? ¿Quién está ahí?', pensó con miedo.