El sonido de mi móvil me despierta anunciando la entrada de una llamada, abro mis ojos paulatinamente y me tomo unos minutos para orientarme donde me encuentro, la habitación es un caos, hay ropa regada por todas partes y botellas de ron, el tono de llamada de mi móvil interrumpe mi inspección del lugar recordándome que hay algún miserable ser de este planeta urgido por localizarme, intento levantarme en busca del teléfono del demonio, pero siento que algo me lo impide, levanto la sábana que me cubre y veo un brazo que me rodea por la cintura y es ahí cuando me doy cuenta que no estoy sola en
la cama, hay un hombre a mí lado, sin delicadeza le aparto el brazo que me tiene prisionera y me separo del desconocido tan rápido como si tuviera lepra.
Muy desconocido no debe ser cuando amaneciste en su cama desnuda.
—Perfecto, lo que me faltaba, hoy mi subconsciente amaneció chistoso —murmuro intentando buscar mi ropa.
—Hola bebé. ¿Ya te vas? ¿Por qué no vuelves otro rato a la cama y nos seguimos divirtiendo — habla con voz ronca el chico en la cama?
— A ver —Suspiré girando hacia él mientras me vestía —en primer lugar, no me llames bebé que me dan ganas de vomitar —terminé de ponerme las bragas y el sujetador y busqué con la mirada el vestido — En segundo lugar, no me interesa repetir, así que puedes ir olvidándome y seguir con tu vida. —Terminé de vestirme y fruncí un poco el ceño al no ver mi teléfono—Y en tercer lugar donde Carajos esta mi móvil.
El chico se paraba de la cama para decir algo, pero es interrumpido por la puerta de la habitación mientras se abría permitiendo que entrara una morena con muy mala leche que me miraba como si quisiera estrangularme.
—No puedo creerlo Tobías una semana para la boda y ya te estás acostando con todas las perras de la cuidad. —Lo señala con lágrimas en los ojos, el supuesto Tobías se separa de la cama e intenta acercarse a ella.