Había dormido exageradamente mal aquella noche, solo pensaba en la cirugía que tenía esa mañana, quizás estaba un poco nervioso, tal vez algo ansioso. Nada bueno para su trabajo. Pero la pobre mujer había esperado meses para aquella cirugía y Jake quería que todo saliera bien, de eso dependía la vida de aquella mujer. Jake Matthew era un prestigioso cirujano de la parte este del país, a su corta edad contaba con numerosas cirugías, tanto simples como complicadas, todas y cada una de ellas terminadas exitosamente. El mejor cirujano cardiovascular.
A sus treinta años, con su cabellera rizada que le llegaba hasta los hombros, con las numerosas pecas que tenía en el rostro y con la poca vida social que tenía, solo pensaba en una sola cosa, sus pacientes.
— Pare un momento, tengo que tomar aire. — Le dijo a su chofer, Dani. Salió del coche y se recostó a este mientras mirada el pequeño supermercado que tenía en frente. Aquella mañana había un cielo de un hermoso azul. Era muy temprano de la mañana, caminó hacia la entrada del súper y tomó un periódico de la estantería que quedaba frente a este.
— Son diez dólares. — Dijo, una suave voz desde detrás de la estantería, quitó los trapos y los cartones que le cubrirían completa y se inclinó hacia adelante, dejándose ver la cara por Jake.
— Diez dólares, señor, cuesta el periódico. No vale devolverlo. Ya lo ha tomado.
— ¿No es algo caro? ¿Tan mal está el tema la inflación? — Aunque Jake no tenía idea de cuánto costaba un periódico, le parecía un poco exagerado el precio para unas cuantas paginas de noticias, cuando él tenía todo eso al alcance de las manos solo con entrar al buscador de su móvil. Sin embargo, había sentido curiosidad por aquel periódico y por eso se había acercado.
— No es por la inflación, aunque no se que tan mal va, es por mi trabajo y por el que hacen los repartidores. El papel es caro.
— El de los repartidores lo entiendo, ¿pero que haces tú ? — Señaló con su mano derecha a la chica que permanecía tirada en el suelo, llena de polvo y suciedad.
— Cuido de que no se lo roben, lo recibo cada mañana y lo mantengo ordenado para usted.
— ¿Dormida? ¿Haces tu trabajo dormida?
— No lo estaba, tenía frío y me había tapado, eso es todo.
— ¿Vives aquí? — quiso saber, al ver que ella tenía algunos bolsos a su alrededor, tal vez su ropa o sus pertenencias.
— ¿A caso es policía? — la mujer sacó un poco más la cabeza inspeccionando a Jake, lo miró de arriba hacia abajo con mucho detenimiento. Aquel hombre no le pareció ningún policía. — No eres policía.
— ¿Como sabes que no? Podría serlo.
— Ya te habrías ido con el periódico en las manos y sin pagar. Es lo que hacen.
Jake abrió el periódico y miró algunas páginas, fingiendo interés.
— Me lo llevo. — Metió la mano en el bolsillo del pantalón sacando su cartera. La mujer se puso de pie, se sacudió el polvo y luego caminó un poco más hacia el, cuando Jake abrió la cartera y ella observó que tenía dinero dentro, retrocedió un poco y luego tomó impulso y se abalanzó sobre el, tomando la cartera y saliendo corriendo. Jake la observó mientras huía, su sucia cabellera ondeaba en su espalda, sus pies descalzo pisaban con firmeza el suelo tras cada pisada. Tomó el periódico y caminó de vuelta al coche. La escena le pareció muy graciosa. En algún momento mientras conversaba con ella, había sentido que ella haría eso, sin embargo permaneció allí, hasta que sucedió.
— ¿Nos vamos? — Preguntó Dani cuando este había entrado al coche.