Capítulo 1 -Solo bailar
Dorian:
Esa mujer me había dejado bastante perturbado, por lo tanto pasé una noche bastante inquieto, pero, al día siguiente, la vida cotidiana debía seguir y con ella mis responsabilidades. Así que, luego de tomar una ducha, me dirigí al edificio del Congreso, para continuar con mis actividades como Diputado de la Nación.
-Doctor Langdon, disculpe la interrupción -dijo mi secretaria al entrar en mi oficina -aquí le dejo la agenda del día, doctor.
Y me dejó una larga lista, con horarios y lugares a los que debía ir, e inclusive gente a la que tenía que recibir en mi oficina. Pero mi cabeza no estaba para ningún tipo de reuniones, mi cabeza había quedado en esa habitación VIP. Y así pasaban mis días, y de ser un cliente habitual de ese club, pasé a ser un cliente diario y a cada vez ir más temprano. Incluso, mi ansiedad, me llevó a que una noche tuviera que esperar que abriera. El tiempo que pasamos juntos con Natasha, así me había dicho que era su nombre, cada vez era mayor. No hablábamos demasiado, ella solo bailaba para mí de una manera muy sensual. Hasta, que una noche, no pude evitarlo y me acerqué.
-Creo que ya te lo había dicho, pero bailas de maravilla.
-Sí, ya me lo había dicho -me dijo casi en un susurro -puede hacerlo conmigo, si quiere
Dijo estirando sus manos, las cuales le tomé, y de un tirón me pegó a su cuerpo. Su calor me abrazó y su aroma me embriagó. Dicen que a la gente, se le conoce el alma a través de los ojo,s yo se los había visto solo en la noche que la conocí, luego de eso, siempre los tuvo cubiertos, pero no necesité verlos, sentí que la conocía. En un momento levantó el rostro y no pude evitar pegar mis labios a los suyos, pensé que me iba a rechazar, en lugar de eso abrió su boca, para recibir gustosa mi lengua para invadirla. Junto con ese beso correspondido, mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo. Obviamente ella no llevaba mucho la ropa, su piel era perfecta y, al roce de mis dedos, podía sentir como se
le erizaba.
-Ah... -dejó escapar en un momento
-Necesito saber algo -le dije separándome unos centímetros de ella y apoyando mis manos sobre sus hombros.
-¿Qué necesita saber, señor, pregunte? -me respondió un poco temerosa
-¿Tú estás aquí por tu voluntad o te están obligando?
-Yo estoy aquí por mi voluntad
-No me mientas, porque si te están obligando, puedo ayudarte a salir.
-Nadie me está obligando. Yo estoy aquí por mi voluntad, soy perfectamente consciente de lo que estoy haciendo.
-¿Y qué es lo que se supone que estás haciendo?
-Trabajando en un club nocturno como bailarina.
-¿Sólo como bailarina?
-Sí, sólo como bailarina.
-¿Para quién más bailas?
-Para todos...
-Sí, en el escenario -me separé un poco de ella, no sé por qué, pero me molestaba la idea de que pudiera bailar para alguien más -Pero de manera privada, ¿para quién más bailas?
-De manera privada, solo bailo para usted, señor, el encargado no me deja bailar para nadie más.
-Y antes de mí, ¿para cuántos bailaste?
-Para nadie, usted, fue el primero en solicitar que yo le hiciera un baile privado y, como ya le dije, el encargado no me deja bailar para nadie más, es el único.
Me había vuelto loco, estos días, la idea de que ella podría estarse meneando, de esa manera tan sensual, para algún otro hombre, sobre todo, que no la valorara como la valoraba yo y que alguien tratara de ponerle las manos encima, estaba prácticamente quitándome el sueño.
-¿Te haré otra pregunta?
-Las que quiera, estoy aquí para complacerlo -esas palabras hicieron que mi entrepierna reaccionara de una manera que hacía años no lo hacía.
-Precisamente, hablando de complacer; quisiera saber si, aparte del baile, ¿puedo contratar algún otro tipo de servicio de tu parte?
-Tendrá que ser más específico, cuando habla de otro tipo de servicio, porque no le entiendo.
-Bien, te seré claro, quiero saber, ¿si te puedo contratar como acompañante?