Irina Krytow.
Krasnoyarsk, meseta de Siberia Central, hace dos años.
Esa noche me acosté emocionada, como cada noche mi padre, la beta de la manada Krasnaya Luna, vino a arroparme, y a desearme que mañana fuera el mejor de mis días, había tomado esa costumbre desde que se lo había prometió a mi madre, antes de su muerte de está, en un ataque que tuvimos cuando yo tenía dos años, mi madre me protegió de un grupo de lobos picaros y solitarios que nos atacó, en su último aliento, mi madre le arranco esta promesa a mi padre, de que siempre me protegería.
Mi madre no era una loba normal, a mi padre le costó mucho aceptarla, debido a que le costaba ser mate de una loba que tenía poderes de bruja, era algo muy extraño, sobre todo para un beta, pero es que mi abuela, había sido una de las brujas del clan más conocido de toda Siberia, y el segundo mayor enemigo de mi manada, hasta que la diosa luna hizo que la hija de la bruja mayor de ese clan, mi abuela, se convirtiera en mate de mi abuelo, terminando así con las rencillas entre el clan de brujas y la manada, nadie se interpuso, por orden del alfa, entre que el Delta de la manada, mi abuelo, y su mate, una bruja, se unirán.
De esa unión nació mi madre, que era mitad loba y mitad bruja, y de nuevo intervino la diosa, ya que eligió al hermano del Alfa, mi padre, para que se convertirá en su mate, fue otra de las sorpresas que nos tenía predestinada a mi familia.
La muerte de mi madre, cuando yo tenía dos años, provocó que los poderes de bruja que ella debía traspasarme no pudieran completarse, cuando tuviera los dieciocho años, que es justo lo que cumplo mañana, así que hasta ahí llegó el regalo que nos había hecho la diosa a nuestra manada.
- “Papá, ¿crees que mamá estará orgullosa de lo que me voy a convertir, aunque yo no haya heredado todos sus poderes?”- le pregunté a mi padre antes de que saliera de mi habitación, tras darme las buenas noches como hacia siempre.
Mi padre se giró, y me miró con cariño, sabía que, aunque él no lo pensara, yo aún me sentía responsable de que mi padre, y mi hermano mayor Nikolái, hubieran perdido a mi madre.
- “Seguro que no cariño, tu madre te amaba tanto que dio su vida por ti, nada hará que tú la defraudes, nada, recuérdalo.”- con esas palabras, y tras besar mi frente, mi padre salió de mi habitación.
Lastimosamente a la mañana siguiente, el primer día de mi transformación las cosas no salieron como todos habían previsto.
Hasta ahora, y debido a un visión que había tendido mi abuela la bruja, antes de morir, y todos habíamos creído, cuando mi abuela nos dijo que tanto Nikolái, como yo, nos convertiríamos en lobos muy importantes para la manada, primero, era que mi hermano sería, como mi padre, el futuro beta para el futuro Alfa, el hijo de mi tío Krytow Bykow, la actual alfa de la manada, y que yo sería la futura Luna, mate de mi primo Stefan futuro Alfa de la manada.
Con esa ilusión me acosté esa noche, Stefan era muy atractivo, el hombre lobo más guapo de la manada, sólo tenía que esperar a que mañana por la noche se iniciara mi transformación, y pronto descubriría si la Diosa Luna había hecho bien su trabajo, convirtiéndome en la mate de Stefan. Hasta él lo creía, y desde que había empezado a desarrollarme como mujer había advertido a todos los hombres de la manada, que yo le pertenencia, y que nadie debía mirarme, hasta mi protector hermano lo tenía asumido.
Así que cuando me levanté esa mañana, me sentía genial, Stefan había enviado a otras mujeres de la manada a que me cuidarán y me agasajaran como la futura Luna, para después me llevaran hacia donde ocurría el gran ritual que pasaba cada miembro de la manada en las nuevas transformaciones, era en el Krai de Krasnoyarsk, una cascada que había en la gran meseta, donde, tras sumergirnos en las aguas recién caídas de la mágica cascada, esperábamos en la orilla a la gran transformación. Mientras nuestra familia y el resto de la manada nos miraban desde las alturas de la cascada.
Ese era un ritual que tenía mi manada, y en ocasiones, como yo esperaba que me pasara con Stefan, tras la transformación, uno de los lobos, o lobas de la manada, desde las alturas de la cascada, tras la transformación del nuevo miembro, lo reconocía como su mate, y bajaba transformado, al pie de la cascada, corriendo, para reclamarse mutuamente. Ese ritual llevaba siglos y siglos funcionado en mi manada, y hoy que me tocaba a mí, no iba a ser diferente, la única diferencia existía era en que, si todo salía como imaginábamos, hoy yo, además de conocer a mi loba interior, me convertiría en la próxima Luna de la manada.
Durante todo el día estuve nerviosa, soportando las risitas, y los comentarios subidos de tonos de las otras mujeres, sobre esa noche en la que Stefan me reclamará como suya, y en la noche en que él me marcara. La verdad es que, como he crecido con esa sensación de que ese sería mi destino, quitando que sólo tengo dieciocho años, y que soy virgen, ya había aceptado esta unión como algo normal, sólo esperaba que la atracción que sienten las parejas predestinadas se manifieste, justo como le pasó a mi hermano y a Nikita, cuando ella se transformó hace año y medio.