Su cuerpo temblaba, atrapada en la cajuela de la parte trasera de un auto. Podía sentir la intensidad de la presión en su pecho, el miedo de acabar muerta, como tantas veces imaginó.
El movimiento del auto se acabó, lo que indicó que llegaron. Fue bajada con dureza de allí y llevada a un lugar desconocido a rastras.
—¡Camina! ¡Mueve el trasero! —escupió el hombre a sus espaldas.
El trato hostil no paraba desde que esos hombres la forzaron a subir a la camioneta.
Juliette tenía el presentimiento de que su destino le puso punto y final a su vida.
Mientras tanto, Karim Ghazaleh, el apuesto y exitoso CEO conocido por ser implacable, caminaba seguro de sí mismo, a través de las instalaciones de la compañía, por dentro era un hombre andando entre las sombras, tratando de escapar de la presión que su apellido y su familia ejercían sobre él.
—Señor, corrí la fecha que me pidio de su itinerario, está completamente arreglado —informó la asistente.
Él arqueó una ceja.
—¿Te di la orden?
—Ayer lo hizo, tengo el correo que lo confirma.
—De acuerdo, lo olvidé, vuelve a tu lugar, Diana ¿no ves que estoy ocupado?
Ella frunció el ceño.
Solo caminaba, no hacía nada. Pero prefirió quedarse callada, en lugar de expresarlo.
—Como ordene señor.
"Estoy embarazada" —leyó el mensaje repentino, quedándose aturdido.
—Maldita sea —siseó.
"¿Y? Solo deshazte de él, Paulina, a mi déjame en paz".
Al rato su teléfono vibró otra vez.
"Lo haré, no quiero tener en mi vientre el hijo de un monstruo"
Él chasqueó la lengua.
—¿Un monstruo? No ha hecho más que describirme a la perfección —musitó continuando como si nada.
Ingresó a su despacho, clavando la vista sobre el folio negro. "El recordatorio especial de su padre".
El desagrado adornó su expresión.
—Casarme con una virgen —bufó.
Sí, la Familia Ghazaleh, tenía una tradición arraigada que pesaba sobre los hombros del primogénito: casarse con una joven virgen.
Sin embargo, Karim no compartía la misma visión "conservadora" de sus padres. A pesar de haber crecido rodeado de lujos y privilegios, anhelaba vivir su vida sin ataduras ni imposiciones.
Y fue precisamente esa rebeldía la que lo llevó a involucrarse con una mujer adinerada, cuyo nombre prefería enterrar. Ahora ella estaba esperando un hijo suyo, pero ninguno de los dos estaba inclinado a la idea de concebir el bebé.
***
Regresando a casa aquella noche, Karim esperaba enfrentarse a un sermón por parte de sus padres sobre la importancia de mantener las tradiciones familiares. Sin embargo, lo que le aguardaba era mucho más turbio y perturbador.
Al entrar en la majestuosa mansión familiar, Karim fue recibido por sus padres con semblantes serios y miradas cargadas de significado. Sabía que algo estaba a punto de cambiar drásticamente en su vida.
—Karim, necesitamos hablar contigo. Hemos encontrado a la joven que será tu futura esposa —declaró.
Karim no se quedó atónito. Ya lo sabía, porque su padres nunca habían demostrado cierta flexibilidad en cuanto a las tradiciones, ellos estaban dispuesto a obligarlo a casarse con una desconocida. Y él expiró.
—¿Pero cómo es esto posible? ¿Qué hay de mi libertad para elegir a mi compañera? Ah vale, no la tengo, ciertamente ustedes ya lo han decidido todo. ¿No es así? —dramatizó.
—Hijo, solo haz lo que dice tu padre, por favor —pronunció su madre con la voz cargada de pesar.
—Pero ¿por qué no puedo casarme con alguien que yo elija? ¿Por qué me imponen esta decisión? Es solo una tradición, deberían dejarlo pasar. No quiero hacerlo.
Raid se frotó la sien.