Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Perspectiva de Sophia:
Un largo y profundo suspiro se me escapó de los labios mientras miraba insistentemente el reloj. Había estado esperando en la cafetería durante casi cuarenta y cinco minutos, pero todavía no había visto ni una señal del hombre que me envió el mensaje de texto el día anterior. El señor Daniel Kelley, CEO de Kelley International Corporation, mi "supuesto" prometido y quien sería mi esposo dentro de tres semanas.
Él dijo que quería que nos conociéramos personalmente antes de que se anunciara nuestra fiesta de compromiso la semana siguiente, así que cancelé mi primer ensayo solo para encontrarme con él.
Tal vez resulte extraña la mencionada celebración. ¿Cómo pueden comprometerse dos personas sin conocerse o sin siquiera haberse visto antes? Bueno, este sería solo un matrimonio contractual, por lo que no era necesario que hubiera intimidad entre nosotros. Solo íbamos a estar casados por un año y después de eso, cada cual tomaría su camino nuevamente.
"Esperaré solo diez minutos más. No, cinco. Si él no llega en cinco minutos, me iré y no me verá hasta el día de la fiesta", murmuré en voz baja entre tanto recorría el restaurante con la vista.
Para mantenerme ocupada mientras esperaba, volví a ponerme los auriculares para escuchar la música que había descargado recientemente, al tiempo que seguía creando nuevos pasos de baile en mi cabeza.
Ya estaba entusiasmada con la melodía y disfrutando del ritmo cuando noté que había alguien parado frente a mí. Me quité los audífonos y cuando levanté la mirada, vi a un hombre alto y guapo con un traje oscuro.
Lo primero que noté fueron sus ojos fríos y desprovistos de emoción, como si pertenecieran a un hombre inconmovible.
"Sophia".
Mi respiración se cortó con el sonido de su voz, tan poco amable pero tan sexy y al escucharlo pronunciar mi nombre, un escalofrío me recorrió la espalda.
"Sí. ¿Es usted el señor Kelley?".
Al hacerle esta pregunta enderecé mi asiento, mientras lo miraba directamente a los ojos; pero él no me respondió, en vez de eso, tomó la silla que estaba frente a mí y se acomodó sin dejar de observarme. La escena era un poco extraña y espeluznante, pero contuve la respiración y controlé mis impulsos para no apartar la mirada.
"Señor Kelley, ¿verdad?".
A pesar de mi insistencia, esta vez, tampoco obtuve respuesta.
Estaba a punto de preguntarle si estaba un poco sordo cuando finalmente abrió la boca.
"Dime, Sophia. ¿Cuánto dinero te ofreció mi mamá para que acepte este trato?".
Su actitud me desconcertó, ya que nunca imaginé que me preguntara algo así. A eso le llamaban no irse por las ramas. No anduvo con rodeos. Fue directo al grano, sin siquiera decir "Hola".
"¿Qué? ¿C-cómo dice?".
Yo estaba estupefacta, así que le pedí que se explicara mejor.
"Vamos, Sophia. Solo quiero saber cuánto dinero te ofreció mi mamá por este trato".
Tragué saliva al notar que me miraba como si yo estuviera sucia.
"¿Cómo la conociste y qué le dijiste para que te eligiera para interpretar esta farsa?", inquirió.
Me reí entre dientes con sarcasmo al escuchar una pregunta tan absurda.
"Disculpe, ¿señor Kelley? Para su información, ¡su madre no me ofreció ni un centavo de la cuenta bancaria de su familia!".
"¿Entonces, quieres decir que acabas de llegar a un acuerdo sin recibir nada a cambio? Oh, vamos, señorita Sophia. ¡Soy un hombre de negocios y nunca podrás engañarme como a mi mamá!".
Al escucharlo, cerré los puños con fuerza y traté de calmar mis furiosos nervios. ¿Cómo se atrevía este hombre a insultarme con su dinero? Sin embargo, en lugar de gritar y lanzarle una mirada asesina, esbocé una sonrisa que seguramente lo pondría frenético.
"¿Es esta la razón por la que quería conocerme, señor Daniel Kelley? Solo para insultarme y echarme en cara que lo único que me interesa es su dinero".
"¿Por qué...? ¿Acaso no es ese el motivo por el que estuviste de acuerdo con esto? Entonces, dime cuánto necesitas...", sugirió él.
"¿Y luego qué? ¿Me va a decir que me eche atrás y cancele el trato?", pregunté riendo entre dientes mientras sacudía la cabeza. "¡Escucha bien, Daniel Kelley! ¡No todo en este mundo tiene un precio, ni se puede comprar con tus tarjetas relucientes o con el precioso dinero que tienes en tus bolsillos!".
Acerqué mi rostro a él y noté su desconcierto al oír mis palabras.
"¡Te lo diré por última vez, tu mamá no me ofreció ni un centavo! De hecho, me pidió un favor. ¡Que ayudara a su hijo mayor y asumiera el papel de esposa durante un año! Sí, tengo una razón para casarme contigo, ¡pero no tiene absolutamente nada que ver con tu fortuna! Así que, solo dime directamente si no estás interesado en este matrimonio, pero no me insultes ni me juzgues; o si lo prefieres, puedes hablar con tu madre, ¡porque no soy yo quien insiste en este casamiento!".
Me levanté y tomé mi bolso de la mesa, pero recordé algo y tuve que decírselo.
"Tch, Tch, Tch, Daniel Kelley. Sí, eres apuesto, fuerte, sexy y podrías ser físicamente el marido perfecto...". La boca del joven estaba entreabierta mientras sus ojos se pusieron como platos. "...pero, ¿sabes de qué me he dado cuenta? ¡Tu apariencia es lo opuesto a tu actitud! ¡Apestas! ¡Necesitas ducharte más de tres veces al día durante todo un año!".
Vi cómo se sorprendió con mis últimas palabras, pero no esperé a que respondiera. Lo dejé boquiabierto y caminé hacia la entrada de la cafetería sin importarme lo que pensara de mí después de esto. Si no quería que me convirtiera en su esposa contractual, para mí estaba bien; pero no tenía que insultarme. Ya me habían humillado y censurado demasiado en el pasado, así que no iba a permitir que lo hiciera esta vez.
Al llegar a mi auto, dejé escapar un profundo suspiro y recé en silencio, cuando de repente comenzó a llover a cántaros y apenas podía ver a través de mi parabrisas. Arranqué el motor pues no tenía más remedio que conducir bajo aquella lluvia intensa. Si tan solo hubiera sabido que este sería el resultado de haber esperado casi una hora por el señor Kelley, no lo habría hecho. No, no debería haber accedido a encontrarme con él.
Lo que dije era cierto, sí, había llegado a un acuerdo con su madre, pero no a cambio de dinero, sino de su apellido, del apellido de su familia. Tuve que hacerlo, porque no me quedaba otra opción cuando su madre me propuso el trato.