Recuerdo cada detalle de esa noche como si estuviera grabado a fuego en mi memoria. El aire pesado de la sala de estar, el crujido de los tacones de mi madre sobre el suelo de madera, y la opresión invisible que parecía llenar el espacio. Mi madre había estado de un humor particularmente irritable todo el día, pero en ese momento, su semblante era frío, calculador. Yo sabía que algo se avecinaba, pero no imaginaba la magnitud de lo que estaba por suceder.
Me llamaron al salón con una firmeza que no dejaba lugar a preguntas. Al entrar, vi a un hombre que no conocía. Estaba sentado con una calma casi inquietante, como si el mundo entero estuviera bajo su control. Alto, elegante, y con una presencia que llenaba la habitación sin esfuerzo. Sus ojos me estudiaron con intensidad, y durante un segundo, sentí que mi respiración se detenía.
-Lía, siéntate -dijo mi madre, señalando la silla frente a él. Su tono no admitía discusiones.
Obedecí, como siempre lo hacía. Mi madre era una mujer con un carácter tan dominante que incluso las paredes parecían doblarse ante su voluntad. Desde pequeña, me había impuesto un silencio absoluto, prohibiéndome hablar, como si mi voz fuera una ofensa. Hablar no estaba permitido; en cambio, debía usar gestos o miradas para comunicarme.
-Él es Ethan Reid -anunció con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Había oído ese nombre antes. Era un magnate de los negocios, alguien que aparecía en las revistas y en las noticias, pero nunca había imaginado que estaría sentado frente a mí. Lo que más me desconcertó fue la razón de su presencia.
Ethan asintió brevemente en mi dirección, pero no dijo nada al principio. Fue mi madre quien rompió el silencio.
-Tienes una oportunidad única, Lía. Ethan ha aceptado ayudarte... ayudarnos.
"¿Ayudarnos?" pensé, frunciendo el ceño ligeramente. Quería preguntar, quería exigir respuestas, pero todo lo que podía hacer era mirar a mi madre y luego a Ethan, esperando que ellos llenaran el silencio que mi voz no podía romper. Mi madre, como siempre, continuó sin detenerse.
-Tu matrimonio con él garantizará que la familia salga adelante.
El mundo pareció detenerse por un instante. Mis pensamientos se arremolinaron mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. ¿Matrimonio? ¿Con un hombre que apenas conocía? Mis manos se movieron automáticamente, levantándose en un gesto claro de "¿Por qué?".
Mi madre soltó una risa seca.
-Porque no tienes opción, Lía. Esto no es una solicitud, es una decisión.
Quise gritar, correr, hacer algo, pero el peso de su autoridad era demasiado familiar. Había pasado toda mi vida bajo su control, obedeciendo sin cuestionar. Aun así, esta vez era diferente. Esto era mi vida, mi futuro.
Ethan finalmente habló, su voz profunda y controlada.
-Entiendo que esto es inesperado para ti, pero no tengo intención de hacer esto más complicado de lo necesario. Este matrimonio será un acuerdo, un contrato con beneficios para ambas partes.
Su tono era tan frío que me hizo estremecer. No había ni rastro de calidez o humanidad en sus palabras.