Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
— Señor, disculpe que hayamos entrado a su oficina así, pero... — dijo el guardaespaldas, pero cayó al ver que Francisco Rocci estaba en su oficina teniendo sexo con su secretaria.
La secretaria estaba sentada en el mesón del escritorio, únicamente se había quitado sus pantys porque usaba falda corta de tela, y su camiseta de manga larga había sido desabotonada para dejar ver sus enormes senos. Francisco tenía el jean abajo en sus rodillas, su guardaespaldas le ha visto el trasero desnudo mientras le daba sus buenas embestidas a la mujer que no dejaba de gemir aun así la estuvieran viendo.
— Lárgate Alessandro — le ordena Francisco al guardaespaldas quién está incómodo por haberle visto a él en esa situación.
— Pero señor, tengo algo urgente que decirle... — insistió Alessandro también con preocupación.
— ¡Qué te largues ya te dije! — le grita Francisco.
Francisco estaba furioso, pero estaba tan excitado recibiendo el mejor sexo de su vida que no quería interrumpirlo. Alessandro simplemente se marcha de la oficina cerrando la puerta a sus espaldas y se dirige en busca de la camioneta blindada que conducían él y sus tres hombres.
— ¿Qué te pasó? ¿Qué te dijo don Francisco? — pregunta uno de sus hombres.
Los 4 lucían la misma ropa; trajes de negro con camisa blanca, corbata, y mocasines, además de llevar siempre en su oído un audífono y gafas negras en sus ojos.
— No dijo nada, me gritó porque cuando entré en su oficina, estaba cogiéndose a su secretaria, imbécil — responde el jefe guardaespaldas.
Los 3 guardaespaldas voltearon a mirarse entre sí sin expresión alguna.
— ¿Ustedes ya lo sabían? ¿Ya sabían que él está engañando a la señorita Antonella con esa mujer? — pregunta el jefe de guardaespaldas.
— Si, ya lo hemos visto en más de una ocasión, no es la primera vez que lo hace — responde el guardaespaldas moreno.
— ¿Cómo se supone que le diremos ahora que su esposa ha sido secuestrada? — pregunta el jefe.
— No tengo idea, pero mejor, pongámonos en la tarea de seguir buscándola hasta que nos dé tiempo de que don Francisco salga de trabajar y nos pregunte por ella.
— Andando.
Los 4 guardaespaldas se meten en el auto, el jefe de guardaespaldas va en el asiento del copiloto, el guardaespaldas moreno es quién conduce, y los otros dos van en la parte de atrás, el auto emprende su marcha, y desaparece en medio de la multitud de vehículos que transitaban en la autopista esa tarde.
Italia, Milán, 8:56 de la mañana.
El avión está por aterrizar, Leonardo Rocci finalmente puede apagar su computadora y terminar de beberse el último trago de Whisky de su vaso que la azafata atractiva le sirvió en cuánto él se subió al avión privado. Antonella Parissi iba sentada en una de las sillas del avión a un lado suyo, iba amarrada, de pies y de manos, con una cinta pegada a su boca porque ella fue agarrada en una de las tiendas de ropa en que solía ir de compras, estaba en los vestidores, se iba a probar un vestido, por suerte, aún no se había desnudado, solamente tenía el vestido en las manos, y los hombres entraron por la parte de atrás, le pusieron un pañuelo con alcohol, y se llevaron a la mujer con la ayuda de que el dueño de la tienda era su cómplice.