Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Vientre de alkiler

Vientre de alkiler

Steven

4.8
calificaciones
36.6K
Vistas
3
Capítulo

Ya con treinta y tantos Años liam había decidido tener hijos, sólo asía falta buscar un vientre que alquiler. Lo que nunca pensó es que a medida que la conocía más.... Conocía un mundo nuevo con ella ser aque el amor surgirá.

Capítulo 1 El comienzo

Era el mayor paso que había dado Liam en sus treinta y pocos años de vida. Por lo que no era de extrañar que, a pesar de toda la investigación que requería, adoptara un enfoque bastante práctico. No quería dejar ningún cabo suelto en todo lo relacionado con su decisión de convertirse en padre. Cientos de mujeres habían contestado al anuncio y, después de varias semanas de criba, su equipo había elaborado una lista de las 10 mejores candidatas. Todas las mujeres tenían sus encantos y sus virtudes.

Sin embargo, para Liam, la mayoría de ellas parecían hermosas muñecas de plástico a tamaño real – rubias o morenas, de largas piernas y, algunas, atributos quirúrgicamente realzados. Pero una destacaba de una forma que Liam no sabía definir. ¿Tendría que ver con lo sana que parecía su aura? Se acarició el labio superior mientras observaba las fotos y los vídeos de la candidata llamada Cara. Era una de mujeres que habían llegado al top ten. Y la única de aspecto natural, sin maquillaje, aires refinados ni ostentosos ropajes. No parecía que le preocupara mucho ser sofisticada. Tenía la piel bronceada, ojos castaños y hoyuelos. Era perfecta. *** Dos semanas antes de aquello, Cara estaba en un café mirando el tablón de anuncios. La noche anterior había dormido en el autobús, preocupada por cuánto le iba a durar el dinero. Necesitaba trabajo y un sitio para dormir - poco se imaginaba lo fácil que se lo iba a poner el destino. Uno de los anuncios captó su interés: Se busca aspirante a actriz. Edad 25-28 años, sana, que no consuma drogas ni alcohol. Dispuesta a hacer escenas peligrosas. Que pueda comprometerse a una producción de un año de duración. Discreción absoluta. Enviar email para recibir instrucciones. Cara no sabía nada sobre actuar. Su principal talento era la pintura, y llevaba consigo unos cuantos cuadros que esperaba vender, pero sin un lugar en el que trabajar, no podría producir más. Por eso necesitaba saber más sobre aquel enigmático anuncio; era su única esperanza. Aquel mismo día respondió y fue invitada a una mansión que parecía sacada de una película. Era alucinante. Cara perdió la cuenta de las mujeres que entraron mientras esperaba en un enorme vestíbulo. Había cámaras por todas partes, y la gente que parecía estar a cargo iba vestida con un máximo de elegancia corporativa. Cara observó a las otras candidatas, pero ninguna parecía interesada en hablar con ella - tal vez porque tenía pinta de vagabunda y ellas parecían recién salidas de una sesión fotográfica. Había estado huyendo durante el último mes, por lo que apenas se había preocupado de su apariencia. Pero deseaba poder contar al menos con el beneficio de un brillo de labios o incluso un poco de talco. Cara suspiró y se encogió de hombros. No tenía expectativa alguna, pero se sintió animada observando toda aquella actividad a su alrededor. ¿Sería algún tipo de reality show? La impresionante casa, las cámaras y los ocupados asistentes pululando por todas partes - y, por supuesto, las hermosas mujeres que esperaban su turno. Cara había visto bastante televisión como para poder alimentar su imaginación, y se preguntó si sería uno de esos programas cursis en los que un famoso buscaba novia. Sofocó una risa ante aquella idea. Sí, claro. En ese caso ya se podía ir marchando porque nadie la iba a elegir para algo así. Pero quizás estaba de suerte. Cuando llegó, le habían pedido que rellenara un formulario, y pronto escuchó su nombre. Cuando, cinco minutos más tarde, salió, lucía una enorme sonrisa en el rostro. ¡La habían elegido! Bueno, había sido preseleccionada. Y en aquellos momentos, una sonriente azafata la acompañaba a lo que iba a ser su habitación. -La prueba de selección es continua, por lo que necesitamos que esté aquí durante los próximos días, para hacer ensayos y otras comprobaciones - explicó la simpática ayudante, que se presentó como Jessie. Jessie acompañó a Cara al ascensor y subieron al tercer piso. -Se alojará en este piso con las otras veinticuatro candidatas. Va a compartir la habitación con otras dos mujeres, ¿tiene algún inconveniente? Cara parpadeó. -Oh, no, ninguno. ¿Ha dicho que me alojaré aquí durante los próximos días? -Puede que hasta una semana, con todos los gastos pagados, por supuesto- añadió Jessie, sonriendo. Cara tuvo que sofocar un grito. Aquello tenía que ser un sueño; se pellizcó para asegurarse. Ay. No, no estaba soñando. Sólo tenía que averiguar de qué iba todo aquello y hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Trató de preguntar tentativamente a Jessie por todo aquel misterio. -No se preocupe, si llega al final, se le proporcionarán todos los detalles. Hasta entonces, la mayor parte de la información se mantendrá en secreto para garantizar una mayor privacidad. Espero que lo entienda. Sonaba un poco raro, pero no estaba en condiciones de ser quisquillosa. Y, sin embargo, ni en sus sueños más salvajes se habría imaginado en lo que se acababa de meter. En dos semanas, no sólo formaría parte del top ten, sino que llegaría a ser la elegida de entre todas aquellas preciosas y atractivas mujeres. ¿Quién lo hubiera pensado? Aún no podía creer que no se tratara de una broma, ni siquiera cuando voló en primera clase para conocer a su jefe. Una limusina le esperaba en el aeropuerto y, cuando llegaron a una inmaculada finca bordeada de árboles y césped con una preciosa mansión en medio, estaba completamente alucinada. Vaya, otra mansión. Qué bonito. Necesitaba un lugar seguro para que no la encontrara el chiflado de su ex novio, y no podía haber escogido un sitio mejor, pensó. Pero, ¿cómo podía saberse segura si aún no sabía lo que le esperaba? No sabía por qué había sido elegida. Había visto el tipo de mujeres que se presentaron para el mismo puesto, y ella no podía competir con ninguna. Entonces, ¿por qué estaba allí? ¿Por qué ella? Pronto tendría la oportunidad de formular esa misma pregunta al hombre responsable de todo aquello, cuando lo viera cara a cara unos minutos después de su llegada. La condujeron a una oficina tipo biblioteca señorial. Detrás de un enorme escritorio se encontraba una figura que se puso en pie cuando ella entró acompañada de un silencioso secretario. Para entonces, se sentía muy lejos de estar tranquila, pero al mirar al hombre que tenía enfrente, olvidó sus nervios. Parpadeó varias veces para asegurarse de lo que estaba viendo. Guau. ¿Quién demonios era aquel hombre? Era guapísimo. De aproximadamente un metro ochenta, hombros anchos y un cuerpo compacto que quedaba muy bien enfundado en su impecable traje a medida. Ojos verdes, cabello castaño claro, y una atractiva barba que decoraba su admirable mentón. Parecía una estrella de cine, con un toque rústico en los pómulos y barbilla. Sus labios, sin embargo, sólo podían calificarse de exuberantes. Cara se quedó mirando y sintió los primeros indicios de atracción física desde hacía un par de años. Ni siquiera la reciente historia con su ex le había provocado tantas mariposas en el estómago. Él se presentó y le preguntó si estaba lista para escuchar su proposición. Cara pensó que no le importaba escuchar cualquier cosa que saliese de aquella sensual boca, y menos con aquel seductor acento irlandés. Le pilló por sorpresa, pero sólo se sumó al misterio que constituía aquel hombre. Quién era y qué hacía allí en aquella apartada mansión. Y qué demonios quería con alguien como ella. -Bueno, veamos de qué se trata- dijo despreocupadamente, acomodándose en la silla más cercana. -Me puedes llamar Liam. Ella asintió. -De acuerdo, Liam. -¿Qué truco hay? Sé que no tiene nada que ver con el cine. No he hecho ninguna prueba de actuación, pero me han sometido a todo tipo de exámenes médicos y me han preguntado por mis antecedentes. ¿De qué se trata? Teniendo en cuenta que aún no he firmado nada… Él dejó que continuara con su cháchara y, cuando estuvo seguro de que se había quedado sin cuerda y le dejaría hablar, hizo una pausa para crear efecto. Y a continuación dijo: -Necesito un vientre de alquiler para que tenga a mi hijo. *** Era lo último que esperaba Cara. -Sabes lo que es un vientre de alquiler, ¿verdad?- preguntó Liam cuando ella lo miró con la boca abierta. -Claro que sí- respondió, intentando recuperarse del shock. Volvía a estar nerviosa y comenzó a agitarse en su asiento. No podía creer que hubiese viajado tan lejos para aquella broma. -Si se trata de eso, creo que ambos hemos malgastando el tiempo- dijo Cara con tanta tranquilidad como pudo, deseando salir corriendo de aquella estancia y de la casa. ¡Tenía que estar loco! Poseía un aire tosco, como una especie de Jason Statham pero más joven y sexy, aunque si debía ser sincera, no parecía que estuviera loco. -¿Por qué no me dejas explicártelo todo y luego decides?- preguntó Liam, sentándose en un elegante sillón a la izquierda de Cara. Ella se estremeció, apretó los puños y relajó las rodillas, obligándose a actuar de forma razonable. Forzando una risa, dijo: -Estoy tratando de decidir si realmente tengo curiosidad para oírlo. -Entonces, permíteme que despierte tu interés: un año, dos millones de dólares, tres reglas. Cara se quedó prendada de su acento y de la forma en que sus palabras consiguieron despertar su curiosidad. -Te escucho- añadió, con un nudo en la garganta. -Durante un año, vivirás en mi casa, con todos los gastos pagados más una prestación hasta que nazca el bebé. Al final de ese año, recibirás dos millones de dólares. A cambio de todo eso, deberás acatar tres estipulaciones: abstenerte de alcohol y drogas, someterte a una adecuada atención médica y personal durante todo el embarazo, y mantener el acuerdo en absoluta confidencialidad, sin excepciones. Cara lo miraba fijamente y sin pestañear, pero él no parecía sentirse molesto por aquel escrutinio, ni por su siguiente pregunta. -¿Hay alguna razón especial por la que deseas hacer esto? y ¿por qué me has elegido a mí? -¿Por qué lo hago?- Una pequeña sonrisa apareció en sus labios - por primera vez. -Porque me gusta tener el control. Cara se lo había imaginado. Aquel hombre transmitía un aire de seguridad y daba la sensación de estar acostumbrado a salirse con la suya. Pero se abstuvo de hacer ningún comentario. -Estoy en una etapa de mi vida en la que quiero planear mi futuro, y eso incluye un heredero. Nunca he mantenido una relación romántica a largo plazo y, en cuanto al matrimonio, digamos que no soy fan de esa institución. Me resulta difícil relacionarme con mujeres en general, y he decidido que un vientre de alquiler se ajusta perfectamente a mis necesidades. Se levantó de forma súbita y sus ropajes parecieron moverse con él, como si estuviesen fusionados a su fortaleza. Se paseó por el elegante suelo de madera sin apartar ni un momento los ojos de Cara. -Y en cuanto a tu segunda pregunta, ¿por qué te escogí a ti, Cara Stiles? ¿Por qué crees que lo hice? Ella se encogió de hombros. -No tengo ni idea. -Tengo un buen presentimiento, y siempre me dejo guiar por mis instintos. Cara le creyó, podía percibir algo primitivo en él a un nivel subliminal. Ella provenía de una familia de clase media, pero nunca se habían llevado bien; era demasiado inconformista. Su temperamento artístico contrastaba con su desbordante energía, por lo que tenía que estar constantemente haciendo algo. Si se veía obligada a sentarse durante un momento, se inquietaba y movía nerviosamente. Había intentado sobrevivir con su arte sin demasiada suerte, y acababa de salir de una relación abusiva. Su ex la estaba acosando, por lo que había huido en busca de un sitio en el que esconderse una temporada, hasta que él pasara página. Cara no podía decirle a su familia dónde se encontraba en ningún momento, porque su ex sabía exactamente cómo sacarles información. Pero, ¿era aquello suficiente para aceptar lo que le proponía aquel apuesto desconocido? -Parece que sabes mucho de mí y yo no te conozco de nada. ¿Quién eres?- preguntó, frunciendo el ceño. -Sé lo bastante de ti como para saber que eres la candidata adecuada- dijo Liam. -Pero si hay algo que se me haya escapado, cualquier cosa, me lo contarás, ¿verdad? porque no me gustan los secretos, Cara. Al escuchar su nombre de su boca, sintió una extraña y placentera sensación de hormigueo en la columna vertebral. Cara ocultó un escalofrío e inhaló profundamente. Aquel ricachón no tenía ni idea de que estaba huyendo de su abusivo novio, y que por eso no tenía ni casa ni dinero. Pero, por alguna razón, no estaba dispuesta a revelarlo. Además, ni siquiera estaba segura de acceder a nada. -No he hecho nada de lo que me avergüence- dijo honestamente. -No te preocupes. -Tú tampoco tienes que preocuparte por mí- fue su inesperada respuesta. -Puedes averiguar casi todo sobre mí en internet. -¿Eres famoso? -Soy rico- respondió Liam en tono seco. -Muy rico. Uno de los cinco CEOs irlandeses más ricos del país. Mi empresa de software, que fundé cuando tenía veinticinco años, vale miles de millones. Un observador diría que soy excéntrico por elegir esta opción para conseguir un heredero, pero cuando me conozcas mejor, entenderás que es la alternativa más razonable. Mi bebé, mis términos. Tú sólo tendrás que someterte a los procedimientos necesarios y asegurarte de estar sana durante nueve meses una vez que concibas. Después, serás libre para seguir con tu vida, y yo tendré a mi heredero. -Claro y simple- murmuró Cara. Su mente rebotaba como una pelota de ping-pong. -Tengo que pensarlo. Pasar de nueve meses a un año atada con un embarazo, no es ninguna broma. Tanto mi cuerpo como mi mente sufrirán un montón de cambios. Como seguramente sabrás, nunca he estado embarazada. No sé lo que es ser madre. -No tendrás que preocuparte por la responsabilidad. Una vez que nazca el bebé, no será problema tuyo. Yo me encargaré de todo. Cara se mordió el labio y observó su intensa y verde mirada. Había algo auténtico en él, en aquellas delicadas líneas de su preciosa piel bronceada, alrededor de labios y ojos. Era sumamente apuesto, enormemente rico y rebosaba atractivo y presencia. Podía tener a cualquier mujer que quisiera rogándole ser la madre de sus hijos. Y sin embargo había escogido aquel insólito pero privado método con el que la igualmente poco convencional Cara se sentía identificada. -Necesito tiempo para pensarlo- repitió. -Tienes tres días- dijo él bruscamente, dirigiéndose hacia la puerta y abriéndola. -Estaré fuera por negocios. Cuando regrese, me darás tu respuesta o pasaré a la siguiente candidata. Una vez que me decido a hacer algo, no me gusta perder el tiempo. Puedes quedarte aquí mientras consideras mi propuesta. Mi ayudante Meg se encargará de que tengas todo lo que necesites. Y, como por arte de magia, la propia Meg apareció. Cara se levantó de su asiento con las rodillas temblorosas y logró caminar hasta la puerta. Apenas miró a Liam, dudando poder aguantar una mirada tan de cerca de aquel magnético hombre. No entendía por qué le hacía sentir de aquella forma, y lo atribuyó a una simple reacción macho-hembra. No sabía si él sentía lo mismo, sólo sabía que aquel tren de pensamiento era peligroso.

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro