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La Isla Misteriosa de los Robinson

La Isla Misteriosa de los Robinson

EdyACast

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Capítulo

Pedro y Jennifer, Dos amantes, deciden tomar unas vacaciones en busca de aventuras… Viajarán en un Lujoso crucero con destino a Hawái, al llegar a la isla recibirían una invitación, un poco inusual, a la isla privada de los Robinson e iniciarían una aventura épica hacia el Olimpo, donde se iniciaran como Dioses Griegos. Y juntos vivirán un romance entre los Dioses.

Capítulo 1 Un momento de Seducción

Fueron muchos los encuentros y las salidas con Jennifer, cada día el amor y el cariño que nos sentíamos mutuamente iba en aumento y se pudiera decir, que el uno, no podía estar sin el otro.

Sus padres me querían y me consideraban parte de la familia, al punto tal, que nos tratábamos con absoluta confianza.

Todas las tardes, como de costumbre, una vez culminada la jornada laboral, me disponía a buscar a mi amada y bella chica, cenábamos juntos y compartíamos muchas cosas juntos.

El día y las horas pasaban muy rápido, cuando estaba a su lado, había días, en que seguía de largo con ella y de ahí me iba directo al trabajo, donde nos cogiera la noche ahí nos quedábamos, amanecíamos casi siempre. ¿Un día le pregunté que como se sentía a mi lado? Y ella me miró con una dulzura nunca antes vista, sus ojos estaban tan llenos de alegría, que sobran las palabras...

Dicen que ¡Una mirada dice más que mil palabras!...

Un día ella me comentó, que le gustaría conocer México, y yo le respondí, que deberíamos planificar un crucero para conocer los paisajes más exóticos que este mundo nos podía ofrecer.

¡Pues hagámoslo!, me respondió, con la seguridad y la firmeza de una eternidad que trasciende y no tiene límites, al punto tal de llegar a la inmortalidad.

Un día en su trabajo, se quedó hasta tarde, y pasé por ella como a las 21 horas, no había nadie, éramos ella y yo nada más.

-Pasa y cierra la puerta vaquero, me contestó.

La sala estaba oscura, cuando de repente, se enciende una luz tenue, como si se tratara de una bailarina en el medio del salón. Era una pelirroja fascinante, la que veían mis ojos, con ropita escasa, color rojo pasión y al moverse, pude detallar y deleitarme con su silueta, sus caderas tenían el movimiento de la danza del vientre. Era como ver la serpiente moverse.

Al momento sentí sus manos frías acariciándome el rostro, la agarré por las lindas y tersas nalgas y le di un beso prolongado, de pronto, me dejé llevar por la lujuria y la acción. Continuamos por 2 o 3 horas hasta que sonaron las campanadas de un reloj antiguo que colgaba en la pared y fue cuando nos miramos y suspiramos de placer.

Fue un momento muy ardiente, como cuando uno toma el primer trago de tequila en plena sed, eso te corre por las venas, hasta llegar al cerebro y producirte una explosión de alegría y de chok a la vez.

El delirio y el deseo, se apoderaron de la fría sala y la poca luz, éramos dos almas en una sola fusión...

Muchos lugares fueron testigos, de tanta pasión: parques, en su oficina hasta tarde, en mi casa, la adrenalina corría por sus venas y yo atrás, como cuando te lanzas en paracaídas al precipicio, todo era una completa aventura sin fin, cada día se hacía más frecuente, al punto tal, que un día se apareció con maletas en mi apartamento y ahí se quedó, días y noche, éramos dos compartiendo el mismo espacio y en la misma cama...

Últimamente, le daba poco uso a la moto, ella me llevaba bien temprano al trabajo en su carro y antes de entrar, comenzábamos a comernos mutuamente, así iniciaba mis mañanas y así culminaba mi día a día.

Éramos puro deseo explosivo fuera de control, dinamita pura...

-Abrieron un nuevo restaurant francés, camino a la clínica veterinaria, me decía Jennifer

- ¡Vamos a conocerlo !, respondí

-Mi amiga Caroline, me comentó que había ido la semana pasada y que hacían unas crepes de pollo, queso y champiñones muy deliciosas.

-Y desde cuando no te reúnes con tu amiga Carolina?, pegunté

-Desde que empezamos a salir juntos tú y yo, ella me dice que le das celos, que robasteis a su mejor amiga

-me reí y solté una carcajada

Al llegar al restaurant, el parquero nos dice: -bienvenidos, por favor dejen el auto aquí.

Recuerdo que, en mi ciudad natal, no existía esta clase de atenciones, eso de dejar el auto a un desconocido para que lo estacione por ti... Si hubiera algo así, créeme que más nunca volverías a ver tu vehículo, será por eso, que no existe ese tipo de servicios.

El día de ayer, hablé con mi abuela Adela, estaba muy bien de salud, me dijo.

-Y cómo te está hiendo hijo?, me preguntó la abuela.

- yo le contesté, que muy bien, que estaba trabajando y que tenía novia.

- Que bueno, mi niño, yo sabía que, con el favor de Dios y de la virgen de Guadalupe te iba ir muy bien, siempre le pido a la madrecita que te cuide.

- Salúdame a la familia Abuela, claro que si mijo, ¡Cuídate y Dios te bendiga!

Se acercó el anfitrión y nos consultó: ¿mesa para dos?

-Si por favor, en la terraza si fuera posible, ¡Gracias! respondió Jennifer

Vengan por aquí por favor, ya le enviamos la carta y al mesonero para que tome su orden, nos dijo muy amablemente el anfitrión.

¿Al rato llega la carta y nos quedamos viendo que pedir?

Amor, dijo Jennifer, yo voy a pedir una sopa en pan Cook y unas crepes de pollo, queso y champiñones.

Buena elección cariño, yo también pediré sopa, mejor dicho, el mismo menú, respondí

Que sean dos menús por favor, ordenó Jennifer

Y de tomar que les puedo ofrecer, nos dice el mesonero, tenemos jugos de: fresa, mora, melocotón y naranja

Denos un jugo de fresa y otro de melocotón por favor, le respondí

A Jennifer le gustaba el melocotón y a mí las fresas, con dos años que llevamos de relación, uno conoce suficientemente a una pareja, al menos, lo que le gusta y lo que piensa.

Nosotros éramos como el dúo dinámico, lo que uno decía, el otro lo complementaba.

Nuestra conexión era tan fuerte, que éramos como gemelos, sin importar la distancia, lo que sentía el uno, lo sentía el otro. Muchas veces pensaba algo, ella sabía y respondía por mí. Era como mi otro yo, pero en otro plano paralelo.

Son contadas las personas con ese don, así éramos nosotros.

Yo siempre he pensado, que si lo deseas en tu mente, tu mente lo activa para ti y te llega

Mi abuela decía: “pedid y os darán”, “Da y recibirás” …

Esa era la ley de atracción, el secreto.

Ser muy agradecido en la vida, abría puertas, recuerdo que, eso lo practicaba desde que era niño y siempre me funcionó.

Había música suave y relajante en el lugar, se escuchaba un piano bien afinado, con unas notas muy alegres.

- Que comida tan deliciosa amor, decía Jennifer

- ¡Verdad! es que a mí me encantó, le dije

-Pero, más me gustas tú mi pelirroja, le dije.

Yo sabía cómo encender la bombilla, como activar la chispa del encendido automático.

De pronto, sus ojos me miraron como cuando un jaguar cazaría a su presa.

-Tú quieres que te devore en público?, me contestó.

A ella no le importaba demostrar su amor o sus sentimientos en público, era capaz de cualquier cosa por amor, hasta podía perder el control.

Mejor nos calmábamos un poco, porque el río podría salir de su cause, podría haber un desborde de emociones, mejor dicho, un Sunami, pensé en voz alta.

Salimos del restaurant y nos fuimos a la casa, ya de retorno, nos topamos con un perro que se encontraba a mitad de la vía, lo habían atropellado, al parecer estaba cojo. Nos detuvimos y ella bajó del auto a examinar al paciente, al verlo el perro la lambía, como dándole las gracias, el pobre animal, estaba abandonado en medio de la nada...

Lo subimos al carro y lo llevamos a la clínica. Eran las 23 horas, cuando llegamos. Ella entró a la sala de rayos X para hacer una radiografía al paciente y observó una fractura triple en la pata trasera y delantera, que dolor, pobre animal.

Ella, le suministró calmantes y procedió enyesar las patas fracturadas del pobre amigo, lo colocó en una camilla y ahí lo dejó hasta que llegó Lucy, la asistente de la Dra., le habíamos dejado una nota, sobre lo sucedido, el perro aún seguía dormido por lo calmantes.

Eran 2 Am del día Domingo, cuando llegamos a casa, después de salvar al amigo canino, no fuimos directo al mundo de los sueños.

Jennifer se levantó a los 8 am y llamó a su asistente, Lucy, llegaba a las 7:30 am a trabajar. Habló con la Dra., la asistente le dijo que el perro aún seguía dormido, la Dra. le dio instrucciones y colgó.

- Buen día amor, me levantó Jennifer con beso y un café en la cama

_Como sigue el amigo Perry, le dije.

- Aún dormido por los calmantes, ya como a las 9 debe estar despertando, me contestó.

- Es un perro con suerte, de haberlo salvado la Dra. Guanda, le dije y me reí

-Y tú eres mi visión...me respondió

_ demuéstrame tu poder visión, me dijo

_Y de pronto Guanda, había lanzado todo su embrujo y sus encantos sobre mí, lanzándose como una fiera salvaje, la misma que me vio en el restaurant, mientras comía. Era la misma, sus ojos parecían un jaguar al asecho

Ya casi eran las 12 del mediodía, nos duchamos, nos vestimos y nos fuimos nuevamente a visitar a nuestro amigo peludo canino, al llegar estaba Lucy atendiendo a un paciente, y estaba otra Dra de turno, era la Dra Juliet, saludamos a la Dra. y al amigo Terry el peludo, nos quiso dar la mano, como gesto de agradecimiento por haberlo salvado.

Todos nos quedamos viendo ese mágico momento en que el perro, nos agradecía con mucho cariño.

Uno en la vida, no sabe quién pueda necesitar de uno, ni tampoco uno sabe, cuando pueda necesitar de alguien que te salve la vida.

Le dimos un beso y unas palmaditas a nuestro amigo, nos despedimos de la Dra. Juliet y de Lucy y nos fuimos al Gym, había unas clases de bailo terapias muy buenas.

Al llegar, nos anotamos en una lista, nos acercamos a los Locker para guardar nuestras pertenencias, recargamos el termo de agua, nos fuimos a los vestidores y nos cambiamos con ropa adecuada para hacer ejercicios.

Ya se escuchaba el sonido y el ambiente, el instructor era Robert, un colombiano, que llevaba como 5 años en EEUU, él o ella, mejor dicho, era una persona muy alegre, transmitía mucho carisma, tenía muchos seguidores y seguidoras. Robert era una persona, con mucho estilo, muy refinada, tu podías conversar con ella de todo, tenía el cabello largo de color castaño oscuro, tenía los ojos color miel, la piel blanca y acuerpado, tenía un parecido a uno de esos juguetes: Ken, el novio de la barbie, tal cual. Así se veía y así se vestía también.

Robert tenía buen gusto para la ropa y era muy selectivo con sus amistades, a pesar de que era muy abierto, era muy sarcástico, todo un personaje.

-A mover el mote, decía Robert.

Ya había iniciado la clase, comenzamos con salsa, después seguimos con salsa casino, y terminamos con ritmos como: lambada y cumbias.

Muchas calorías habíamos quemado ese día. Dicen que cuando una baila también drena energías.

Terminada la clase, Jennifer saludó a una amiga y luego bajamos a las duchas, nos cambiamos y nos vestimos.

Le dije a Jennifer, ahora nos comemos unas hamburguesas con papitas bien fritas y reímos, nos abrazamos y seguimos al parqueadero.

-Manejo yo amor, le dije

-Ok mi tesoro, me respondió

-A dónde vamos? le pregunté

- Vamos a casa de mis padres, mamá hace almuerzo los Domingos.

-Que rico, buena idea, dije

-Paremos aquí un momento, para llevarle algo a tus padres, le dije

- Ok, mira ahí hay unos dulces que le encantan a mi papá, llevemos cuatro, son muy buenos

Al llegar al mostrador, Jennifer pidió cuatro dulces de tartaleta de melocotón, y las envolvieron en una caja muy decorativa.

Nos fuimos y al llegar tuvimos que tomar un desvío y entrar por la parte de atrás de la urbanización, era la primera vez que entraba por ahí, Jennifer me indicaba por donde ir, hasta que llegamos a la casa #90210.

En la ventana estaba Bernan, apenas me vio venir, me tendió la mano, como viejos amigos y ladró.

A Jennifer la abrazó como un hijo que ve a su madre, con gesto de mucho amor.

-Buenas, dije.

Nos fuimos a la cocina, y ahí estaban María cocinando y Henry leyendo la prensa.

- ¡Muchachos!, llegaron los novios amor, dijo Henry.

Me saludó como saludan los peloteros... Pasé a darle un beso en la mejilla a mi suegra María y ella me correspondió el saludo con un abrazo.

Después de comer, nos despedimos y salimos de la casa por la puerta trasera. Nos subimos al mazda, seguimos el mismo camino por donde habíamos venido.

Ella manejaba, mientras la pesadez y el calor se apoderaba de mi juicio hasta quedarme dormido.

De pronto sentí cuando el carro se detuvo, pensé que habíamos llegado a la casa, al abril mis ojos pesados lentamente, vi que no habíamos llegado a la casa, sino a la clínica veterinaria, ¡pues claro!, había que saber cómo seguía nuestro amigo Perry.

Al entrar y abrir la puerta se activó la campana anunciando, que llegaban clientes, al rato salió Lucy, la asistente, pero esta vez, no estaba uniformada, estaba por salir, era casi las 17, su turno había finalizado.

-Hola dra. Dijo la asistente.

-Ya vas saliendo Lucy?, preguntó la Dra.

- Si Dra. Ya finalicé mi turno, respondió la asistente

-Que descanses, será hasta el martes, dijo Jennifer

-Gracias, hasta el martes, vino un carro y se estacionó cerca de la puerta, venían por Lucy.

-A dios Lucy, me despedí con un movimiento de manos.

-Hola amiguito, como estas?, preguntó la Dra

- la cual respondió con un movimiento de cola y ladrido como saludo

Entre a la sala y el amigo Perry, buscó una pelota para que jugara con él, por un momento pensé, que no era conveniente forzar sus paticas para correr, pero Perry insistió con ladrido e hizo un gesto con su cabeza, que le lanzara la pelota, al ver su inquietud, la lancé. El perro se apoyó en su mejor pata, en la sintió que podía apoyar y se arrastró por el piso, era como ver a un hombre corriendo desde la tercera base corriendo hacia el Home.

-Quieto dije y nos reímos.

-Le voy a servir la comida y aplicarle su medicamento antes que le pase el efecto del analgésico, porque ese movimiento beisbolero, le va a pasar factura con un agudo dolor.

-Le servimos la comida, nos despedimos del perro y al rato vimos como los calmantes lo hacían dormir lentamente, hasta quedarse profundamente dormido.

La sed secaba mis labios y mi garganta sentía carraspera, como cuando un carro no termina de encender.

Vi un filtro de agua y decidí que era buen momento para calmar mi sed.

-Amor, espérame 15 min, que debo mandar la solicitud de medicamentos a la proveeduría, debo mandarla antes del lunes, ¡uy debí haberla enviado el viernes!, aunque aún estamos a tiempo.

-Ok amor, yo mientras daré de comer a los peses.

- Que peses tan enorme, pensé.

Pasaron 20 min enseguida salió la Dra. Diciendo

- ¡Vámonos amor ya mandé por fin la solicitud del pedido!

La alcé y la tuve entre mis brazos y la llevé cargada como todo un Don Juan, me abrazo y al llegar al auto, me correspondió con un dulce y mojado beso.

Ella condujo hasta que llegamos a casa.

Al entrar en la casa, se escuchó un fuerte estruendo y el cielo iniciaba una continua sesión fotográfica y de pronto se soltó el aguacero, ¡justo a tiempo pensé!

Era de esos días calurosos y el aguacero forzó a que bajara la temperatura bruscamente, cerré las ventanas, hacía viento.

Jennifer habría la nevera, evaluando el inventario.

- ¡Amor hay Lasaña, del otro día que hizo mi madre y hay rosbif para hacer un sándwich, de beber hay jugo de naranja!

- Este bien amor, le respondí.

Al día siguiente tendríamos que madrugar para ir a laborar, no hicimos más que dormir como dos niños que dormían bajo la lluvia.

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