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Mi querido sirviente

Mi querido sirviente

Caterin Posse

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Capítulo

Sofía es la joven princesa heredera del reino y sus padres le están buscando un esposo apropiado, que la acompañe en el duro camino de gobernar un país. Sofía dedica su vida a conocer a multiples príncipes y jovenes de clase alta, para encontrar a su marido indicado. Hasta que un día ella se da cuenta, de que siempre tuvo al marido perfecto a su lado. Fabian es el joven sirviente de la princesa y lleva trabajando para la realeza toda la vida, eso ocasionó que creciera junto a los hijos del rey como si fuera un hermano más y eso hace que le tengan mucho aprecio. Pero la vida se dará vuelta, cuando Sofía comience a experimentar extraños y muy subidos de tono sentimientos, sueños y pensamientos, sobre su joven sirviente. Enfrentando así un amor secreto y prohibido, que estará escondido entre las sabanas de la princesa y los matorrales del jardín del palacio.

Capítulo 1 El príncipe David

El palacio en muchos aspectos puede sentirse diferente, realmente no se siente para nada como en otros lugares. Soy consciente de que hay demasiada pobreza en el país y que lastimosamente hay gente sufriendo, pero no hay mucho más que yo pueda hacer, hago todo lo que puedo para aprender a gobernarlos y servirlos dignamente cuando me toque subir al trono. Mi padre ama al país y hace obras de caridad todo lo que puede, se esfuerza demasiado por sacarlos de la pobreza, pero no siempre es tan fácil como parece.

Mi vida es bastante común, solo me dedico a estudiar la secundaria, ya que apenas tengo la mayoría de edad cumplida y además hago mis estudios de princesa heredera. Aparte de todo eso, disfruto un poco de mis lujos y tengo citas aburridas con príncipes o chicos de tierras lejanas, algún que otro beso, manoseo o momento sexi y luego no nos volvemos a ver, ya que como no colmaron mis expectativas los rechazo.

En realidad eso no es tan cierto, siento que soy muy joven para casarme y por eso prefiero simplemente ignorarlo todo. Por más guapos que estén, por más que besen como dioses o que sean totalmente seductores, me niego a contraer matrimonio con ninguno de ellos. Soy una princesa y algún día seré reina, no dejaré que ningún hombre se entrometa en mi corona, no confió en nadie y no dejaré que nadie me quite el poder y me lance con los lobos. Yo seré la matriarca de este país, eso es claro. El día que me casé, será con alguien que sepa que gobernará conmigo y no me gobernará a mí.

Ser princesa no es un trabajo fácil, es algo que me toma mucho tiempo. A pesar de todo soy consciente de lo que significa, de lo hermoso que es y como algún día esto será algo bueno. En un futuro le daré el trono a mi hija o hijo y sabré en ese momento, que todo lo que hice pudo valer la pena, tuvo un significado y acabó siendo la mejor fortuna que pude darles. El mundo se cae y depende de nosotros levantarlo, yo como princesa tengo esa obligación y cuando sea reina, todo se ampliará.

—Princesa, está demasiado pensativa —escuché la voz de Amelia, la cual me sacó de mis pensamientos.

—No te preocupes Amelia, solo estoy nerviosa por la cita de esta noche —dije tranquilamente y ella asintió con la cabeza.

—Es la cita diez de la semana ¿verdad? —preguntó ella, luego prosiguió a arreglarme adecuadamente el cabello.

—Si, la diez y última de la semana por suerte —contesté yo sonriendo, la verdad estaba cansada de estas citas ridículas.

—Tus padres están demasiado rígidos con esto —dijo ella y yo asentí con la cabeza.

—Yo no planeó casarme con nadie al azar, así que van a tener que calmarse —dije sonriendo y ella me devolvió la sonrisa.

Amelia terminó de arreglarme por completo y el momento de volver a clases se hizo presente, algo que ha decir verdad era molesto. Mis ganas de ir a clases eran pocas, igual que mis ganas de vivir, pero supongo que eso no me pasa a mi sola. Bajé al primer piso y mis hermanos estaban desayunando, no había rastro de mis padres. Ellos siempre están demasiado ocupados, ni siquiera se toman su tiempo para comer con nosotros. Mis hermanos y yo somos trillizos, la verdad es que no es algo muy común. Yo soy la mayor y por eso me tocó ser la heredera. Soy la mayor de dos hermanos, somos trillizos.

—Despertaste Sofí —dijo mi hermano del medio, estaba tranquilo desayunando.

—Si, aunque hoy no voy a poder desayunar —dije con molestia y me despedí de mis dos hermanos menores.

Quise irme rápidamente, pero recordé que había olvidado algo importante para hoy y corrí de regreso al palacio. Mi habitación no estaba demasiado lejos y tenía que recuperar mi proyecto o sino mis amigos iban a matarme. Me estaba volviendo a encaminar fuera del palacio, la limusina me esperaba para llevarme, pero escuché una voz que me detuvo. Al voltearme vi a Fabián, mi sirviente más fiel. Él nos sirve desde que tiene doce años y nos criamos prácticamente juntos, es un gran apoyo emocional para mí, siempre lo ha sido.

—Princesa, no olvide su almuerzo —dijo dándome una bolsa y me dio bastante ternura, el siempre se preocupa por mi salud.

—Gracias Fabián —dije yo sonriendo y el me devolvió la sonrisa.

—Recuerde llegar temprano, hoy tiene su cita con el príncipe David —me recordó el y yo asentí fastidiada.

—Lo tengo claro —dije con molestia.

—No se ponga así alteza, tal vez esté sea el príncipe que ha estado esperando —dijo el con simpleza y yo negué con la cabeza.

—No lo creo, seguramente será otro galancito aburrido más —fue lo último que dije y me despedí de el para subirme a la limusina y arrancar el lento, tedioso y molesto viaje.

El viaje fue bastante lento, pero no por culpa del chofes. La verdad es que mi escuela estaba bastante lejos y soy una persona poco paciente, no me gusta esperar y menos estar sentada más de veinte minutos en un lugar angosto. Mi mirada se perdió en la ventanilla. Ver esa cantidad de gente caminar, hacer sus comprar y vivir plenamente su vida en libertad, me daba esperanzas. Al mismo tiempo era consciente de que yo tenía lujos y que todos ellos anhelaban tenerlos.

—La vida le da a las personas más de lo que necesitan, para que de esta forma sepan que necesitan y puedan darle a los demás lo que no necesitan, pero esos otros si lo necesitaban—escuché que decía alguien y al mirar adelante, noté que era el chofer, alguien con quien casi nunca cruzo palabra.

—La vida quiere que seamos benevolentes —dije yo y el señor sonrió mientras me observaba por el retrovisor.

—La vida es sabia, sabe porque hace las cosas —terminó de decir y estacionó el coche, llegó la hora de bajarme.

Me arreglé el pelo con cuidado y entré a mi escuela, estudio en una secundaria normal y tengo la fortuna de pasar tiempo con personas de mi propio país y por eso tengo amigas que son de clase media y clase baja. Mi papá quería que estudiara con chicos ricos como el y mi mamá quiso todo lo contrario. Ella fue una joven de clase baja y vivía su vida demasiado tranquila, pero cuando se hizo un programa de intercambio y eligieron a mi madre para estudiar un año entre niños ricos, príncipes y princesas. Mi madre acabó casada con un príncipe heredero y al final convirtiéndose en reina consorte.

Ella siempre quiso que me mezcle con mi gente, porque al ser princesa heredera debo hacerlo y de esta forma gobernaré sabiamente. Mis hermanos estudian en las escuela de niños ricos, ya que ese fue el trato que hicieron mis padres. Yo como princesa heredera a la escuela pública y mis hermanos como príncipes normales a la escuela de niños ricos. Tremenda la diferencia que hicieron mis padres, pero amo mi escuela y me gusta las amigas que he hecho, incluso salí en secreto con un par de chicos, pero no llegaron a nada. Recuerdo que incluso tuve una novia, pero la tenía que mantener oculta y al final terminamos.

—Flor, Nati —corrí al ver a mis amigas y ellas corrieron a abrazarme.

—Trajiste el proyecto ¿verdad? —preguntó Flor y yo asentí mostrando el pendrive.

—Vamos a arrasar con este proyecto, nos comeremos al profe amargado —dijo Nati con emoción y yo solo le di un golpe en el hombro, realmente es mi tonta mejor amiga.

—El profe no es amargado, solo es antifelicidad —dijo Flor y Nati se comenzó a reír.

—Basta las dos, tenemos tarea que entregar —objeté yo y ambas se quedaron en silencio.

Entregar el trabajo fue bastante rápido y la presentación no duró demasiado, el lado bueno es que el profe quedó contento y eso significa más nota. La verdad es que nos tomó mucho hacerlo, ya que lo hicimos en mi casa y mis amigas suelen emocionarse demasiado cuando las invito al palacio, parece que nunca hubieran entrado y siempre van en mis cumpleaños, pijamadas e incluso a comer porque sí. Últimamente no las he invitado, pero la verdad estoy huyendo de citas a ciegas, ni ganas tengo de que vengan.

Cuando salí de la escuela, pude ver mi limusina y mis guardias parados esperando, ¿por qué no me dejan en paz? Ya me acostumbré a ellos, pero igual me molesta tenerlos persiguiéndome. Recuerdo que hace dos años me acosté con uno de los guardias, era joven y recién comenzaba, la verdad es que fue algo que me gustó bastante. Al final decidí cortar todo con el chico y los trasladé a cuidar de mi hermano, ya que la cosa se puso seria y en ese entonces me cuidaba demasiado, la verdad es que proteger mi trono jamás ha sido fácil.

Siendo princesa, siempre me tocó cuidarme o más que nada contenerme de ciertas cosas y mantengo otras muy ocultas, pero más allá de todo, en el palacio a veces puedo liberarme. La mayor tensión ocurre cuando te persiguen los periodistas, cuando buscan noticias escandalosas sobre tu persona y en muchas ocasiones cuando te hacen preguntas rebuscadas para que te pises y ellos sacar de contexto lo que digas. La realidad es que el palacio no es el peor enemigo de la realeza, lo son esas personas. Muchas veces pueden ser útiles, pero en la mayoría de casos, solo buscan aumentar las lecturas en sus revistas a cambio de los secretos y la intimidad de otros.

Llegué al palacio y me regresé a mi habitación donde me esperaba Amelia, debía prepararme para la cita. No estaba nada emocionada con la idea, pero esperaba que esto tuviera un oportunidad. Si el podía darme lo que los otros no pudieron, tal vez lo tenga en cuenta como una posible pareja. La verdad es que todos los chicos se acobardan al primer beso y solo dicen: “deberíamos casarnos primero”, están locos si creen que me casaré con alguien, con el que jamás tuve intimidad. Creo que no saben que eso es lo primero en mi lista de futuro esposo, tiene que gustarme lo que va a ofrecerme, sino lo tengo que descartar. Soy hermosa, rica, heredera de un trono, talentosa y fiel. Creo que merezco tener exigencias al buscar esposo.

—Se ver hermosa princesa —dijo Amelia, sonreí ante su cálido alago.

—Gracias Amelia —contesté yo y me levanté con cuidado.

Mi cabello ondulado por debajo de mis hombros se veía bastante bien, aunque me encantaría poder cortarlo. Pero más allá de todo me veía bien, para una salida que solo será eso, una salida. Bajé al primer piso y vi al príncipe David, la verdad no recuerdo su país y no quiero saberlo, no me interesa. El sonrió y besó mi mano con gentileza.

—Princesa Sofía, es un placer conocerla —dijo con y me dio una leve inclinación.

—Príncipe David —dije yo asintiendo y ambos nos fuimos a pasear por el palacio.

—Este es un hermoso pala…

—Vayamos al grano, no quiero perder el tiempo —lo interrumpí y el me observó en silencio.

—¿A qué se refiere princesa? —preguntó confundido.

—Usted está acá porque quiere casarse conmigo —contesté con simpleza.

—Bueno si, pero…

—Por eso vayamos al grano, ¿qué puedes ofrecer si te conviertes en mi esposo? Soy una princesa heredera, soy muy exigente y ya tuve citas con cientos de hombres guapos, jóvenes y sexis, pero ninguno colmó mis expectativas —expliqué yo y el se quedó muy pensativo.

—No esperaba que fueras tan directa —dijo el susurrando, pero le escuché.

—Tuve diez citas esta semana, estoy cansada y no quiero seguir perdiendo el tiempo —dije yo y el pareció entenderlo.

—Lo entiendo, pero dime que es lo que tu quieres —murmuró con cuidado y yo solo sonreí.

—No importa, solo vete y di que no estoy interesada —dije mientras seguía caminando, pero el detuvo repentinamente mi brazo.

—Haré lo que quieras para que me tomes en cuenta —dijo él y yo lo observé confundida.

—¿Tanto deseas mi trono? —pregunté sonriendo de forma cínica.

—No es tu trono, aunque renuncies a él, me quiero casar contigo —contestó acercándose a mí y eso comenzó a confundirme más.

—¿Por qué? —pregunté seriamente y el solo acarició mi mejilla.

—Mi familia está en quiebra y mi madre sigue muy enferma, necesito el dinero. Aunque dejes de ser la princesa heredera, seguirás teniendo dinero y aunque sea para salvar a mi familia, estoy dispuesto a ser tu esposo y hacer todo lo que tu desees —contestó el, realmente me conmovió su sinceridad. Esperaba lo mismo que todos los demás, mentiras cursis sin fundamentos y basándose solo en lo que creen que las mujeres queremos.

—No quiero un romance rosa si eso es lo que crees —mis palabras parecieron sorprenderlo.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó suplicante.

—Sexo —contesté y el abrió los ojos de par en par.

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