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Querida Heather

Querida Heather

Marian

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Capítulo

Heather Gray fue diagnosticada con depresión desde los 8 años, todo el tiempo tenía cambios de humor que no le permitía tener una vida normal, no estudia una carrera universitaria porque no termino el colegio, pero lo increíble es que tenía un gran potencial para crear con las manos, sus pinturas y esculturas eran tan espectacular que muchos querían colaborar con ella. Su niñez no fue fácil, fue alejada de sus padres por alcohólicos, ambos golpeaban a la pequeña Heather cuando algo no les parecía, pero aun así ella amaba a sus padres. Cuando fue creciendo ella recurrió a hacer lo mismo que sus padres para calmar sus cambios de humor, pero con el pasar de los meses el alcohol ya no le surgía efecto y comenzó a drogarse, hasta el punto de casi morir por sobredosis. Por azares del destino conoce a Maximiliano un hombre decente, siempre este vestido de a la moda, un poco torpe pero el amor le brota por los poros, el trata de salvarla, pero… ¿Qué se puede hacer con alguien que no quiere ser salvado?

Capítulo 1 persiguiendo a un maldito delincuente

Funkytown sonaba en los altavoces de la galera, movía mis caderas al ritmo de la canción mientras movía mis manos trazando líneas que a cualquiera le parece que no tiene sentido, pero cuando está todo terminado cobra el mayor de los sentidos. Retiro el cigarro de mis labios y expulsó todo el humo que inhale, estaba un poco atareada porque debía entregar 3 cuadros para el día de mañana y solo tenía uno listo, estaba a punto de golpearme por no haber hecho esto con tiempo.

Miro el reloj que está colgado en la pared y esta marca las 12 de la madrugada, tomó otro lienzo y la imagen que el comprador quería, este era un hermoso perro labrador, el pobre canino había muerto hace unas semanas y el dueño quería recordarla por siempre.

Dibujando al hermoso perro mi mente viajó a años atrás cuando era una niña, mis padres nunca les agradó la idea de tener otra boca que alimentar, y eso, yo a veces solo comía una comida al día, luego de que institución de protección a menores me llevo con mis abuelos todo cambió, me sentía un poco más querida, ellos dieron todo por mi hasta el último día de sus vidas, de herencia me dejaron su hermosa casa de campo. Mis abuelos no eran ricos, pero tenían lo suficiente como para vivir bien.

Mi madre según lo que me contaron mis abuelos, era la persona más tierna que se podía conocer, era buena en la escuela, era la mejor de toda la clase y hasta se graduó con honores, se ganó una beca para estudiar en la universidad en la facultad de medicina, pero todo cambió ese año; la actitud de mi madre cambió por completo, era más rebelde y no le importaba nada. Mis abuelos se enteraron que estaba saliendo con un chico y ese chico es mi papá, mi madre comenzó a alcoholizarse cada dos por tres sumergiéndose en aquel mundo.

Y se preguntaran porque mi mamá terminó siendo una alcohólica.

Mi madre conoció a mi padre en una carrera ilegal de motos, mi padre aparte de ser alcohólico también consumía drogas, poco a poco mi madre dejó de ser una niña buena de casa a ser una rebelde, pronto quedó embarazada y mis abuelos la obligaron a tenerlo para ver si así toma responsabilidades. Pero no fue así, mi madre seguía consumiendo alcohol cuando estaba embarazada, no soy dependiente del alcohol, pero cuando comenzaron mis problemas con la depresión esa era la única forma de calmarme, pronto esto dejó de surtir efecto y recurrí a cosas más fuerte.

Pronto por las ventanas de la galera se va asomando el sol, estaba dándoles algunos toques a la última pintura que tenía, estaba tan cansada que pronto caería rendida en la cama, dejo que las tres pinturas sequen correctamente y me dirijo a mi habitación.

la galera es para muchos un pent-house, porque está ubicada en el último piso del edificio en el que vivo, es amplio con buenas distribuciones aparte es muy económico para pagar.

Me tiro sobre la cama y dejo que el sueño poseía todo mi cuerpo, pero al parecer la vida no me quería dejar dormir hoy. El timbre de mi casa suena con urgencia, enojada me levanto y camino a grandes zancadas hasta la puerta, la abro con fuerza y esta persona entra a mi casa.

- Lamento llegar así, pero…- se dirige a las ventanas y mira por la calle- digamos que robé algo y me venían persiguiendo.

- Y tenías que venir a mi casa- revuelvo mi cabello un poco frustrada.

- Era mi única opción, la casa de Simón estaba a cuatro cuadras más.

- No quiero más problemas Peter, la última vez que te ayude pague una multa por encubrirte.

- ¡Ahí viene! - el muy idiota corre por toda la casa hasta desviarse y meterse a mi habitación.

Pronto el timbre de mi departamento suena y yo con todo el mal humor del mundo me dirijo hasta ella para ver si son los dichosos policías que seguían a Peter.

- Buenos días- finjo haber estado dormida y me restregó los ojos. - ¿paso algo?

- Estamos siguiendo a un joven de por lo menos 23 años, lo vimos entrar a este edificio, los demás inquilinos de este edificio nos dijeron que de pronto estaría aquí.

- Pues yo estaba dormida y estoy cien por ciento segura de que aquí no ha entrado nadie.

- ¿Podemos entrar? - pregunta el hombre, asiento con la cabeza y este entra, detrás de él le siguen dos policías más para inspeccionar la casa.

El maldito de Peter me las va a pagar, me repito mentalmente.

Los tres hombres revisan la casa, incluso miran mis obras, uno de ellos se dirige a mi habitación y trago grueso y me doy la vuelta para no ver nada de lo que va a pasar.

- Todo está en orden- dice uno de los policías- me relajo cual escuchó aquello y volteo a ver a los policías.

- Lamentamos molestarla tan temprano.

- Tranquilos. - los tres salen de mi departamento y vuelvo a mi estado inicial.

Camino furiosa hasta mi habitación y abriendo la puerta de golpe.

- Ya puedes salir maldito idiota- Peter sale del closet mirando a todos lados para percatarse de que no lo delate.

- Gracias- dice mientras se tira sobre mi cama. - ¿puedo dormir aquí?

- Sabes- me cruzo de brazos. - en la calle hay muchos cartones con los que puedes hacer una cama, pero la mira la dejas en paz.

- No seas amargada Heather, solo serán unas horas de sueño- Peter intenta dar ternura como el gato con botas, pero su intento es tan malo que parece un asechador nocturno.

- Con una condición- me cruzo de brazos.

- Dispara.

- Me llevaras a la casa de mis clientes.

- Trato hecho- extiende su mano y yo con mala cara me acerco y la acepto.

Él se acuesta en el lado izquierdo de la cama que da para la pared y yo lado derecho, ahora si pronto como recuesto la cabeza en la almohada caigo en un sueño profundo.

(…)

Me levanté de golpe y sudando, había vuelto a tener la misma pesadilla de siempre, odiaba tanto ese día que me arrepiento de no haber hecho nada.

Me levanto de la cama y busco mi teléfono por todos lados, digamos que soy un poco despistada y suelo dejar las cosas por cualquier lado y luego no me acuerdo en donde lo deje, luego me enojo conmigo misma por ser así y todo mi día la paso furiosa o frustrada. Mi teléfono lo encuentro dentro del bajo justo en la tapa del inodoro, lo tomo y veo que el reloj marca las dos de la tarde. Maldigo mentalmente al recordar que debía entregar las pinturas a las tres. Tomo una ducha relámpago para luego salir envuelta en una toalla hasta el closet de mi habitación.

mi habitación.

Estaba a punto de quitarme la toalla cuando escucho un silbido, de inmediato asustada volteo y veo a Peter acostado en mi cama, había olvidado por completo que él se había quedado a dormir en mi casa. Agarro con fuerza la toalla y respiro buscando la tranquilidad.

- ¿por qué paras? - pregunta el muy cínico.

- Sal ya de mi habitación si no quieres morir hoy

- Está bien- habla mientras se levanta de la cama. - pero cabe recalcar que lo hago porque quiero y no porque tú lo dices.

- Si claro- colocó los ojos en blanco. - oye, por cierto. - Peter se detiene antes de salir de la habitación.

- Me prometiste algo y debes cumplirlo.

- Sabes que yo nunca fallo. - asiento y Peter sale de la habitación dejándome sola.

Opto por colocarme un jean roto en las rodillas de color negro y en conjunto una franelilla de color blanco, encima una camisa de cuadros negro con rojo y como no puede faltar mis botas timberland clásicas. En mi grupo de amigos suelo ser la más ruda, cuando los chicos están en problemas de peleas suelo meterme y pelear con ellos, pero siempre me sacan a rastras y créanme que golpear un saco o a una persona me da una sensación de paz, suena loco, lo sé.

Luego de peinar mi cabellera negra salgo y me encuentro a Peter viendo televisión en la sala, este al verme lo apaga y se levanta del sillón, ambos salimos del edificio y él se desvía a un callejón donde supongo que dejó su auto. ¿Cómo lo habrá ocultado de los policías? No le doy importancia y espero que saque el auto.

(...)

- Es muy hermoso- dice el sujeto al cual le entre el retrato de su difunto perro. - muchas gracias.

- De nada- le respondo sin más. El sujeto vuelve a entrar a su casa para luego volver con mi dinero, lo recibo sonriente, esos eran mis únicos momentos felices, el dinero podía darme todo lo que necesitaba. Vuelvo a subirme al auto y Peter me mira confundido.

- ¿estás sonriendo? Dios es impresionante.

- ¿Por qué? - le pregunto extrañada.

- Estas feliz y eso no es muy normal en ti.

- El dinero hace feliz a cualquier persona- le enseñó los billetes que me entregó el cliente. - ahora vamos a nuestro siguiente destino.

El tráfico en Nueva York es pan de cada día, podía estar lloviendo, podía haber un vendaval e incluso un huracán; pero siempre debía haber tráfico. En la radio sonaba party in the usa, lo cual es extraño porque aún no era julio y apenas estábamos en febrero. Peter hace mala cara y pasa de emisora, en esta estaba sonando boulevard de Green Day. Fue inevitable no mover la cabeza mientras sonaba la canción, Peter la tararea mientras dobla en una esquina de upper east side, cuando este cliente me llamó, me extraño que recurriera a la una artista para nada conocida que aun súper pintor de renombre. Pero al parecer existe gente humilde este lugar.

Nos detenemos en frente del edificio el cual el comprador me dijo.

- ¿quieres que te acompañe? - me pregunta Peter.

- Este no es el Bronx, y sabes que puedo defenderme sola. - asiente y me dispongo a salir del auto. Camino hasta la recepción del lugar encontrándome con un joven de algunos 18 años.

- Buenas tardes ¿en que la podemos ayudar?

- Estoy buscando a...- llevo mi mano a la parte trasera de mi jean y saco el papel con el nombre del cliente- Roxana Gallagher.

- ¿de parte de quién? - pregunta el joven mientras toma el teléfono.

- Heather Gray, la pintora. - el muchacho asiente y espera que le contesten desde la otra línea.

- Buenas tardes señorita Gallagher, en recepción hay una chica llamada Heather Gray. - el chico se queda unos segundos en silencio. - la pintora- vuelve a callar y asiente con la cabeza. - la señorita Gallagher dijo que puede subir, es el departamento 902 piso 9.

Asiento y me dirijo al elevador, oprimo el botón para que se abra la puerta, pero al parecer este estaba arriba y venía bajando.

Las puertas del elevador se abren y de allí salen varias personas, me subo al elevador y presiono el número 9.

- ¡Detén el elevador! - decido no prestarle atención, pero una mano sale de la nada antes de que este cerrara por completo las puertas del elevador.

Un hombre de por lo menos 1.90 vestido con un traje de tres piezas de color gris, de inmediato en mi cabeza imagine a Christian grey, el hombre es de tez blanca, con labios un poco gruesos, su nariz era respingona y tenía los ojos de color azul, eran realmente hipnotizantes.

- ¿va a algún piso? - pregunto luego de haberlo reparado de arriba abajo.

- También voy al piso nueve- su voz grave provoca que los pelos se me coloquen de punta. La mira del hombre se dirige al cuadro que está envuelto en plástico film.

Las puertas se cierran por fin y el ambiente en el lugar es un poco tenso, o así no lo siento, luego de haber hecho nada por detener el elevador. Podía sentir la mirada del hombre sobre mí, pero tenía miedo de verlo, porque sentía que en cualquier momento me podía derretir. Es primera vez que esto me sucede, con los anteriores hombres con los que he estado solo ha sido puro y simple sexo, pero el, joder, él podía bajarme la tanga con una sola mirada.

El elevador abre sus puertas en el noveno piso, tomó el cuadro que había colocado en el piso de la cabina, salgo de esta seguida de aquel hombre. Con mi mirada busco el departamento 902. Al encontrarlo toco la puerta y espero que abran. El hombre se detiene justo detrás de mí, su departamento está justo al frente del departamento de mi cliente, en la pared puedo ver que su número es 903.

- ¡Hola! - dicen cuando la puerta se abre. Una hermosa mujer de por lo menos 40 años me saluda muy emocionada.

- Hola señor Gallagher.

- No me llames señora querida, aún sigo siendo una señorita- una sonrisa se dibuja en mis labios, eso solía decir mi abuela cuando alguien la llamaba señora.

- Aquí está lo que me pidió- levantó el cuadro para que ella lo pueda ver a través del plástico film. Abre su boca y lleva sus manos a la cara.

- ¡Dios mío es hermoso! – la mujer lo toma con delicadeza y pasa sus dedos sobre la obra. – tienes un don espectacular.

- Muchas gracias.

- Dejame buscar el dinero- la mujer se lleva consigo el cuadro y yo me quedo esperando, giro mi cabeza para ver si el hombre baja tangas todavía estaba allí, pero me encontré con un corredor vacío. - veo que te encontraste con Maximiliano.

- ¿Quién? - no conocía a ningún Maximiliano.

- Al vecino de enfrente.

- Ah, sí, subió conmigo en el elevador

- Es realmente atractivo y amable, siempre me ayuda con las compras o a trastear algo, es una lástima que tengo novia, o si no, lo adoptaría. - ambas soltamos una carcajada ante el comentario. - aquí tienes. - extiende su mano con los billetes.

- Gracias, si necesita otros cuadros o recomendarme puede volver a contactarme.

- Tenlo por seguro.

Me despido de la señora Gallagher para luego bajar por el elevador y salir del edificio hasta el auto de Peter.

- Última entrega- le digo cuando ya estoy dentro del auto.

Luego de entregar el último cuadro invite a Peter a tomarnos unas cuantas cervezas, siempre íbamos al mismo lugar de siempre, Galaxia, ese es el mejor lugar para divertirse. Al entrar nos encontramos con unos cuantos conocidos que se unieron a nosotros, el ambiente estaba sensacional, en una de las esquinas veo a mi ser favorito del mundo, caminó hasta donde está él y solo basto acercarme para saber lo que quería, le entregó unos cuantos billetes y tomo mi sobre con drogas. La noche de hoy va estar de lujo.

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