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Mi pervertido

Mi pervertido

Sulyliz

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Capítulo

Un hombre perfecto, en teoría… con una voz que enloquece a cualquiera y un rostro que te baja las panties de solo mirarlo… luego está su carácter de los mil demonios y su actitud tan posesiva. ¿Alguna vez has sentido el amor y la guerra en una sola persona? ¿Que alguien es tu todo? Para bien o para mal. Una persona que logra satisfacer los anhelos más profundos de tu ser… ¿quién diría que pasaríamos de ser enemigos a amantes? ¿Quién diría que nos complementamos de una forma celestial? Y que nuestros corazones se han convertido en uno solo.

Capítulo 1 El comienzo

Estúpido imbécil…

Encendí el radio. Hace tan solo unas semanas me había hecho creer que yo sería su última novia y que nadie absolutamente nadie se iba a interponer entre nosotros.

La canción que sonaba me recordaba a nuestro primer baile, ese día sin duda había sido mágico; aún recuerdo su mirada fría mientras nuestros cuerpos se complementaban con sus movimientos y la energía que cada uno botaba al sentir la música.

Luego de que estaba tan inspirada alguien entró al cuarto y apagó el equipo— ¡Oye! ¡Intento bailar si no te molesta! Un estúpido acaba de entrar al cuarto. —Tenemos que hablar. —dijo con las cejas fruncidas, claramente molesto. Su respiración subía y bajaba rápido y sus músculos estaban tensos en forma de defensa.

— ¡Tú y yo no tenemos nada que hablar! —le grité a sabiendas que eso lo molestaría más de lo que estaba. — ¡Sí! Sí, tenemos que hablar… Avery no pasó nada con Allison allá adentro…

—No quiero tus malditas explicaciones… Me lo advirtieron y no les hice caso, me dijeron que era un error involucrarme contigo porque tú nunca has tenido algo formal, solo esperas a acostarte con la persona y luego la botas… —Por favor escúchame… No pasó… — ¡No vengas tú con tus estu! — no pude terminar de insultarlo porque su boca ya estaba sobre la mía reclamando mi lengua en un beso completamente salvaje y lleno de necesidad. Intenté alejarlo, pero sus manos me lo impidieron, me estaba apretando más hacia su cuerpo y como soy una boba, una tonta en ocasiones como esta dejé de resistirme. Separó nuestros labios y unió nuestras frentes.

—Por favor… Ella fue la que me buscó, nunca te haría algo así Ave… Mi respiración era completamente agitada y quería golpearlo, si es posible hasta matarlo, no me merecía y eso lo había demostrado cuando besó a esa perra. —Te adoro…

Terminé lo mío con Allison hace ya mucho tiempo, pequeña. Nada me importa más que hacerte feliz ahora. Comencé a dejar leves golpes en su pecho con mis puños, sentía un dolor horrible y necesitaba alejarme de allí rápido. Mi mente me decía “Mándalo a valer madre”, pero mi corazón me decía todo lo contrario a ello.

— ¿No dirás nada? Lo miré una vez más—Odio que me rompas el corazón. Me abrazó más fuerte, soltó una de sus manos de mi espalda y con ella tomó mi mentón para que lo mirara.

Sus labios tenían una expresión linda cuando los volví a ver —Eres mía, nunca te romperé el corazón Ave… Nunca… Dijo mientras besaba rápidamente mis labios.

Sus manos volvieron a mi espalda y la acariciaban cariñosamente; a pesar de todo y de que aún estaba molesta con él quería pasar el momento junto a él de una manera que nos hiciera olvidar lo anterior. Bajé mi mano a su entrepierna; podía sentir que aunque siguiéramos abrazados su amiguito no lo estaba pasando tan bien. Me dio una mirada rápida y luego me alzó de manera que yo quedé sobre sus caderas para poder sentir todo lo que le provocaba con tan solo estar cerca de él. Me llevó a la oficina de la señorita Tate y luego me estampó contra el escritorio de la antes mencionada.

Sus rápidas manos quitaron mi camiseta junto a mi top y tomó uno de mis senos en su mano para apretarlo y luego llevárselo a la boca y morderlo haciendo que mi autocontrol se fuera a la mierda y soltara un gemido que para él fue como si los dioses le hablaran.

Subió a mi cuello y dejó besos húmedos para luego bajar por mi espalda darme la vuelta y agacharse para sacarme la pequeña y liviana falda que tenía. - eres mía pequeña, solo mía- decía. Yo estaba tan excitada que solo pude asentir. *** Una mañana normal, al igual que todas las demás, me levanto y escucho a las subnormales susurrar y reír con emoción. Ya por fin falta poco para ser libres. Comparto un departamento con dos chicas, dos personas completamente locas.

—Oye Avery ¿Ya nos vamos o qué? —me habló Valerie para decirme que Katy la otra floja de la casa estaba lista. Valerie era distinta a nosotras, tenía un espíritu deportivo y no digo que ni Katy ni yo fuéramos capaces de hacer una rutina de ejercicios, pero ella era la deportista. ¿Quién carajos quiere volver a la escuela después de sus vacaciones de mitad de semestre? Yo no, pero si quiero terminar con todo de esto, así tengo que levantarme de aquí. Tomé mi bolsa y salí de mi habitación. ¡

Genial! Estoy en camino a lo que sería mi última mitad del penúltimo año en la preparatoria, no había podido dormir —viendo la tercera temporada de Élite en netflix. — de la emoción que tengo de volver. La flojera que tengo de volver no se compara con las ganas que tengo de estar en mi cama o simplemente con mis auriculares bailando...

¡Ah, bueno! Pero que se puede hacer. Con apenas aparcar el coche Katy estaba chillando por volver, lo más fácil era ignorarla y seguir como si nada; no había cruzado ni la mitad del parking cuando unos brazos me rodearon la cintura.

—Hola princesa. —reconocí su voz de inmediato. Era Carlos, mi novio. Un chico alto con cabello claro, un poco rizado; y de ojos oscuros. Jugaba desde hace dos años en el equipo de Lacrosse del colegio. En términos generales era un deportista... —Hola. — ¿Segura que te quieres quedar o podemos ir a los vestidores y…? Me había comenzado a besar el cuello y aunque tal vez seguir y hacerle caso a su idea, podría haber cambiado mi decisión sobre estar aquí, pero si deseaba pasar con sobresaliente el año debía asistir.

—Eso suena bien, pero hay clases. Ya luego te haré caso bebé. Me libré de su agarre y le tomé la mano. Desde hace unos meses él quiere hacer… ¿Cómo explicarlo? El Delicioso conmigo… Yo no es que no quiera sino que… ¡Ah! No lo sé. ¡Como sea! Caminamos al salón y creo que lo que pasó allí fue tal cual como lo que yo imaginaba que pasaría; algunos estudiantes dormidos, otros hablando y solo dos estaban sentados esperando a la profesora. Cuando llegamos Carlos fue más rápido que yo y me acorraló contra uno de los pupitres que serían nuestros asientos durante la otra mitad de un tedioso y largo año. Sus labios presionaban los míos en un beso que me vi forzada a romper cuando vi a la profesora entrar.

La profesora era conocida como LA ORANGUTAN. Era más que igualita a uno de ellos y además era demasiado estúpida para tratar con adolescentes de 17 y 18 años.

—Buenos días, mis corazones de melón. —dijo al entrar. — ¡Dios Santo! Ya llegó la orangután. ¿Por qué no me dejaron quedarme en casa viendo al divino de Álvaro Rico? Avery. Katy se sentaba junto a mí y Valerie delante de mí. Carlos siempre iba detrás de mí para, según él tener la fragancia de mi pelo cerca. Literalmente esa vieja orangután se apropió del escritorio y comenzó a hablar como si toda la clase le estaba parando bolas, cuando en realidad no lo era y la mayoría —sino toda la clase—la odiaba.

Cuando dije que ya no podía más Valerie me pasó uno de sus audífonos y su celular con un texto en él. Ya no puedo más con… “Corazones de melón” Coloca lo que quieras. El teléfono de esa chica era un imán para el internet así que puse una de mis canciones favoritas. Tenía tendencia a escuchar reggaetón y música española, ella ya sabía que iba a elegir. Por un minuto cerré los ojos y me imaginé bailando sobre un escenario con mis zapatos de flamenco. Había sido bailarina durante toda mi vida, pero por mis padres tuve que dejarlo. Unas palabras de la profesora me volvieron a la realidad.

—Delegado ¿Cuántos son en este salón? —decía la maldita y jodida orangután que teníamos como profesora.

—Mierda… ¿Ni siquiera puede revisar la lista? —le oí decir a uno de mis compañeros mientras se reía.

—Tú y yo por supuesto que estaremos juntos en él —me dijo Carlos.

—Si es en pareja te voy a dar el gusto. —Sabes… Algo que me enloquece mucho es que podré estar con la más lista y adivina quién es.

— ¿Quién? —pregunté mientras me acerba para besar su nariz.

— ¿Quién será? —dijo en tono bajo, mientras me besaba los labios y una mano iba a mi pierna.

— ¡Hay por dios! ¡Dejen la melosería! —soltó una de mis locas. Katy para ser exacta.

—Vayan a un estúpido hotel. Carlos simplemente le dio una advertencia con su mejor dedo y yo solo le miré con ojos de pocos amigos — ¿Qué?

—Bueno… Creo que los trabajos serán en parejas. Delegado no quiero equipos de más de dos.

La profesora lo dijo con tal tono que se ganó muchas palabras en su contra... Tenía tendencia a cambiar de opinión en cada clase y eso era un dolor de cabeza.

— ¡Qué Puterío Vale! —dijo Luisa, una chica a quien le llovían los pretendientes. Los tenía hasta en el grado más pequeño de preparatoria.

La jornada académica es algo que al final siempre te deja sin ningún aliento para nada más que tarea y alguna otra cosa que le quite a eso lo aburrido. En receso; los pasillos estaban algo activos. Cosa que solo pasaba si un suceso increíble llegaba a pasar.

— ¿Ya viste que lindo es? —le oí susurrar a dos chicas de primero que pasaban cerca de donde Carlos y yo estábamos. Pensé por un momento que lo habían dicho por mi novio, pero quité esos pensamientos locos de allí e hice lo mejor que pude hacer.

— ¿Qué pasa? —pregunté observando a más de una chica riendo en los pasillos. — ¿Qué; qué pasa? ¡Por Dios! ¿En serio no sabes? —preguntó Valerie.

— ¿Qué no sé qué? —pregunté mientras Carlos me abrazaba. — ¡Ah sí! Lo olvidé Ave… Hoy habrá una exposición deportiva —me dijo Carlos.

— el equipo va a montar un stand o eso creo. Fuimos hasta donde estaba el equipo. Su stand era bastante bueno y ofrecían clases para poder diferenciarse con los demás stands. Carlos se quedó con los de su equipo mientras que me iba con Katy y Valerie.

— ¡Oh por Dios! ¡Mira eso! — gritó Valerie viendo una muestra de Voleibol. Siempre fue ese su deporte. Literalmente se fue corriendo mientras Katy yo compartíamos una mirada de preocupación por ella y nos reíamos.

Notamos que había un stand lleno de chicas y pensamos que sería algún deporte femenino nuevo; pero al acercarnos más nos dimos cuenta que solo era un puesto de una academia de baile. Mientras avanzábamos podíamos escuchar cosas como: “¡Qué guapo es!” o “Está completamente violable”. Y justo entonces le vimos…

Era alto; creo que más alto que cualquier chico presente, de ojos grises azulados. Tenía un cabello rubio, pero era un rubio que no lo parecía alcanzando un leve color castaño. Sus labios eran carnosos y junto a ellos había un pequeño aro de metal. Vestía una camisa blanca; unos jeans y una cazadora de cuero negro. ¿Cómo coño se todos esos detalles? Bueno porque…

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