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Capítulo

Una vida acomodada y un marido que ha velado por su bienestar, es lo que Araminta ha teniendo estos últimos años. Sin embargo, algo cambia, un pequeño secreto que oculta, la fórmula secreta de como ocurrió para que aquella mujer se perdiera en el sabor de la lujuria este hombre. Dominick, es la perfecta mezcla creada; adicto al tacto y letal al sabor. Un hombre atractivo hasta la medula que despertará un pasado en Araminta del que ambos fueron protagonistas. En el poder no existe el bien y el mal, es solo un veneno que destruye todo y Dominick sabe que para conseguir lo se quiere hay que estar dispuesto a sacrificar lo que sea.

Capítulo 1 Sutil sorpresa

Un esposo dulce y cariñoso, eso era lo que había cumplido todas las expectativas de cualquier mujer, claro. Rico, millonario y extremadamente sexy, eso era lo que se necesitaba y entonces, ¿Por qué no era lo suficiente? ¿Sexo? ¿Más fruto prohibido? ¿Qué se necesita realmente para hacer que la felicidad valga?

Me había casado a los 25 años. Después de experiencias desastrosas, lo encontré a él cuando fui a un partido de basquetbol, mismo día en que gané esas entradas por la radio. Charla casual con la que nos conocimos hasta caer acá, en un cuarto lleno de fotografías matrimoniales, un apetito insaciable por tener querer que me haga suya y él roncando como una bestia a mi lado.

Debería estar encantada, pero no lo estoy haciendo bien, ¿un bebé tal vez ayudaría? Sí, eso podría ayudar o por lo menos me encantaría fabricarlo. Estoy mal. Mi cuerpo aún está caliente después de haber leído un libro erótico, es que oculto con un libro de cocina mientras me junto por las tardes con el club del té.

Me senté en la cama notándolo como llegaba a salirle la saliva de tanto roncar. Giré mis ojos y abrí mi mesita de noche, tratando de pasar lo más desaperciba posible. Cargué mi tableta guardada y la encendí. Violet y hombre de ataño me colocaron tan cachonda que apenas leí sus escenas de romance intenso, me excitaron. Mierda. Aunque, era época antigua, seguían gozándola como nunca y yo.

—Que rico —Dije para mí misma con la esencia de éxtasis en el vientre y mi marido se removió, volviendo a roncar—. Bien, si tu no quieres hacer la pega pues yo lo hago.

Me removí de la cama al instante, corrí de puntitas hasta el baño y me toqué de tal manera que ya no había vuelta atrás, seguramente en unos 10 minutos llegaría el remordimiento, pero ahora estoy caliente y necesito sacarlo. Sentada en el baño, subí mi bata de dormir, abrí mis piernas en el retrete y mi dedo se hundió en mi interior mientras el sonido de mis gemidos corría por el aire.

Rico, caliente y segada de deseo, provocaba el simple hecho de que el hombre de ataño, me sucumbiera.

Mis jugos cayeron como gotas al vacío. Leí con más efervescencia a medida que mis dedos salían mientras mi pulgar daba giros por clítoris. Mierda. Mis piernas comenzaban a retorcerse mientras leía y con una única entrada más gemí más fuerte y todo explotó tan rico, tan suficiente como para estar una semana con una sonrisa en la cara y mi mejor ánimo para mañana.

***

Debo decir que esta con unas mujeres de una sociedad tan alta da sus pros y contras; el desayuno es rico, siempre tienen buena comida, aunque no en exceso y siempre que les pide un favor, te lo hacen porque tienen contactos y puedo. Y lo segundo radica en que siempre chismorrean por alguna que faltó y hablan a sus espaldas hasta dejarla completamente desnuda.

—Dime tú, Araminta —Todas se voltearon a verme para detallar como me tragaba un pedazo de pastel vegano, porque ser así era la moda de hoy en día.

—¿Qué quieren saber? —Pregunté apenas dejé el pastel y me llevé una servilleta para ocultar mi boca llena de comida.

—¿Planeas tener hijos? —Preguntó Arely sin pavor.

—Pues… No, aún no.

—Deberían tenerlos.

Arqueé las cejas.

—¿Por qué?

—¿No es acaso lo principal de un buen matrimonio? —Preguntó con ironía y yo negué.

Comenzó un murmullo que no me lo esperé.

—Obvio que sí —Respondió para todas y ella asintieron cuando me negaba por dentro.

Me quedé casi sin habla cuando creí ser lo no apta para este grupo de mujeres, ahora me doy cuenta de que yo no soy el problema, más bien ellas.

—Sí, creo que lo volveré a replantear con mi marido —Mentí para que dejaran de murmullar.

—Deberías hacerlo, esto es la base principal de un matrimonio —Asentí sin gusto, pues claro que no me agrada nada la idea—. Tienes un esposo que todas desearían y si sigues así pronto lo puedes perder.

Me quedé con las palabras hacia dentro. Tal vez cuando ayer estaba medio idiota por querer que Stefan me montara, tal vez pretendí que tuviéramos hijos, pero la sola idea se me da fatal. Lo que menos tengo pensado es en dejar bebes por el mundo, mucho menos soy una persona coordinada y creo que es por esa la razón que dejé de lado la idea de seguir trabajando en los centros de investigación. Siempre tiraba algo a la basura por la poca coordinación, aunque se extraña lo que me hacía feliz hacer en vez de malgastar mi tiempo.

—Creo que me iré, chicas —Me levanté de la silla y tomé mi bolso.

—Tan luego —Chillaron algunas.

—Tengo que ir a ver Stefan a su oficina.

—Chao, te en un buen día.

—Gracias, igual ustedes.

«De seguro me iré y ustedes me empapelaran con chismorreo» pensé y me fui caminando por todo central Park, crucé la gran avenida y aterricé en unos de los grandes recintos corporativos de las grandes calles.

Eran normal hacer esta visita en vez de gastarse el tiempo en compras de zapatos y lujos.

Llamé a recepción y mi esposo me recibió de inmediato. La facilidad que tengo para llegar a esa oficina, es porque siempre desea verme. Cuando llegué estaba hablando por teléfono mientras su secretaría que debo decir que era bellísima, salía de él con un par de planos enrollados.

—Sí, quiero que llegues en una semana para que vengas a esto por lo menos. No puedes estar todo el tiempo en misiones, hay cosas más importantes que estar viéndole el trasero al país del que ni siquiera tienes sangre. Preocúpate de los negocios de tu propia familia… —Me senté en su escritorio escuchando la conversación mientras él discutía, de espalda a la cuidad—. Tienes el descargo de decirme de remordimientos cuando tú ni siguieras viniste a mi boda… —Se detuvo un tiempo para escuchar y luego habló—. Bien, llega ese día. Te estaré esperando con mi esposa. No rentes un cuarto… Bien, pero por lo menos debes venir a cenar.

Y cortó, tirando el teléfono encima de la mesa de vidrio. Me vio enojado, al punto de estar irritado, no era común verlo en estado. No puedo verle así.

Me dejé llevar y me levanté de su silla de cuero. Lo dejé caer a él en ella y me senté arriba de sus muslos mientras tomaba su cabello castaño.

—¿Quién fue capaz de irritar a mi marido? —Pregunté al tomarlo de la corbata y el me envolvió con uno de sus brazos musculoso.

—Mi primo —Arqueé las cejas.

—¿Ese primo que me dijiste que andaba en la calle siempre con una muchachita y al cumplir la edad, lo mandaron a la milicia? —Pregunté curiosa para saber más de la historia porque hasta el momento eso es lo que sé.

—Ese mismo —Asentí sonriendo y comencé a besarlo en el cuello—. Espero que al volver no haga la misma estupidez de siempre.

—¿Qué dices? —Me separé de su cuello para mantener la distancia.

—De volver ir a irritar esa pobretona —Lo dijo de manera insultante.

Me irrité yo ahora.

—Yo era igual que ella —Le saqué en cara mi pasado—. Era pobre igual que ella.

—Pero tú saliste adelante con esfuerzo, tienes una mente brillante. En cambio, la otra lo quería solo por el dinero —Me quedé en silencio por sus palabras—. Pero esto no va al caso, ¿a qué viniste?

Su cambio de tema me dejé casi en una cuerda floja.

—A verte y tratar de animar las cosas —Sonreí un poco y comencé a besarle los labios—. Sabes que el estrés no es bueno para tu salud.

—Mi primo no es bueno para la salud.

—Pero escuché que lo traías a nuestra casa.

—Porque en realidad lo necesito, necesito que por lo menos se haga cargo de este proyecto que hice en conjunto con su amada organización —Tomó mi cintura y me miró a los ojos—. Hace unas semanas cerramos un importante acuerdo con la armada para que un laboratorio de investigación aérea y biomédica. Ambas ramas importantes de nuestra empresa y estas se instalarán en New México, ahí podrás desempeñar de nuevo tu labor como investigadora.

—Pero yo no estoy en el ejército, nunca he ido. Mi hermana sí, pero yo no.

—Nuestro acuerdo era este con su organización, nosotros le proporcionábamos el equipo más avanzado que tuviéramos a disposición sobre aeronáutica y ciencia, y ellos nos propiciaban cierto sacrilegio, como investigar sobre la ayuda en ciertos temas de investigación, seguridad y un pequeño detalle respecto a ti. Sé que te gusta la rama de la investigación y que quieres regresar, pero ellos quieren que hagas un pequeño curso para unírteles.

Me levanté de bruces de sus piernas mirando el cielo.

—¿quieres que sea un soldado? —Arqueé las cejas.

—La última vez que te embistieron en la calle, me dejó preocupado.

—Te dije que llevaba una pequeña navaja en mi bolso.

—Y si no hubiera sido así.

—No sé qué quieres decir —Respondí confusa.

—Quiero que vuelvas a hacer lo que te gusta, te la pasas casi todo el día en casa sin nada que hacer y eso te motivara a querer hacer algo con tu vida —Me llamó mucho la atención que fuera tan preocupado por mí en este sentido—. Después si no te gusta volverás a esta vida.

—Está bien, haré esto solo porque te quiero —Me llevé una mano a mi mentón y me volteé hacia él—. Pero si ocurre algo te dejaré toda la responsabilidad a ti y lo lamentarás.

—No voy a lamentarlo.

—Espero que no —Suspiré—. Espero que no.

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