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El Hermano del REY

El Hermano del REY

Rebeccazans15

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Capítulo

Un bebé que fue robado de su familia a tan sólo unas horas después de haber nacido crecerá con una familia adoptiva cargando con los traumas de su infancia, a los cuales se les serán sumados más a lo largo de su vida. Su historia no comienza sino hasta que ya tiene 25 años, y su familia biológica pierde un "envío especial" dirigido a un poderoso mafioso en Florida, y éste, por venganza, lo droga y abusa de él. En vista del acontecimiento, su verdadero padre decide rebelarse y tomar venganza, no sin antes revelarle la verdad a Thomas sobre su familia biológica: su padre y hermano son motociclistas envueltos en negocios no muy legales, mientras que su tío es un pez gordo en el mundo de la mafia Estadounidense. ¿Thomas será capaz de ignorar la voz de su sangre y seguir con su trágica y triste vida hasta ese momento? o ¿terminará sucumbiendo a la tentación del "negocio familiar" y todas sus ventajas?

Capítulo 1 El Príncipe Perdido

Era una tranquila tarde en el hospital de Santa Eva en Collinstown. La fecha marcaba 8 de junio de 1983, eran alrededor de las tres de la tarde y el pequeño Troy Collins de seis años ya se encontraba frente al vidrio de la sala de maternidad, listo para que le presentaran a su hermanito, al cual cuidaría y protegería con su vida.

En ese momento llego su padre, el gran Charles Jean "CJ" Collins, líder y fundador de su propio club de motocicletas "Los Jinetes de la Muerte" quienes controlan la ciudad con negocios lucrativos aunque no siempre legales; aun así, Troy siempre ha sentido una gran admiración por su padre.

–El hombre se acercó por el pasillo hacia su hijo y cargándolo en sus brazos le preguntó– ¿listo para conocer a tu hermano?

– ¡Sí! –le respondió Troy con ánimo.

– De acuerdo –dijo y se acercó al vidrio de la sala de maternidad, desde donde se podían ver a todos los bebes que habían nacido ese día. En este caso habían nacido cinco niñas y un solo bebé varón: Dean Thomas Collins, el hermano menor de Troy, y segundo hijo de CJ Collins, quién es conocido por la comunidad cómo "El rey de Collinstown"

– Dile "hola" a tu hermanito, Troy –le dijo CJ a su hijo.

– Hola, "Dee" –dijo Troy saludando al pequeño bebé mientras movía su mano a través del cristal.

Sin embargo, el tierno momento se vio interrumpido cuando un hombre, parte del club de CJ, Paul Tolleman, mejor conocido como "Chip", lo llamó desde el final del pasillo. Al parecer el "rey" tenía asuntos que atender en su "reino"

– Okey, "T" –dijo poniendo a su hijo nuevamente en el suelo y utilizando el fraterno apodo que le dio cuando este dijo que "algún día quería ser parte del club de su papá"– nuestros hermanos necesitan mi ayuda, por lo que yo necesito que te quedes aquí y cuides de tu hermano menor, ¿okey?

– Sí, señor –dijo el pequeño muy seguro.

– Eso es –dijo su padre y se levantó para darle un beso en la coronilla– mi pequeño soldado –revolvió su cabello y se fue.

Una vez que CJ desapareció por el pasillo, Troy trató de alcanzar el borde de la vidriera para ver una vez más a su hermano, pero aún era muy pequeño para llegar. Lo Intentó varias veces más, hasta que vio a una enfermera pelirroja pasar a su lado y meterse a la sala de maternidad, no sin antes darle una tierna sonrisa, a la cual Troy correspondió.

El niño finalmente decidió rendirse y recostarse a la pared del otro lado del pasillo para esperar allí a su padre. Dejó que su cuerpo se deslizara por esta hasta que sus pompis tocaron el suelo. Pero no pudo tranquilizarse, ya que en ese momento escuchó un alboroto proveniente de la sala de maternidad. No estaba seguro pero casi podía decir que era como si se estuviesen peleando. El llanto de los bebes se escuchaba hasta el pasillo y también escuchaba que varias cosas se caían y rompían. Se tensó en su lugar esperando que algo más pasara o que alguien viniera o saliera de ahí, pero luego de unos minutos el silencio volvió.

Cuando eso pasó, Troy se armó de valor y se acercó nuevamente a la vidriera, esta vez un poco más inseguro, para intentar una vez más ver a través de ella. Al acercarse vio a la enfermera pelirroja de antes salir de la sala, solo que esta vez llevaba una de las incubadoras con ella, la única con un bebé varón.

Troy, quien para tener solo seis años es bastante rápido y avispado, logró unir las piezas del rompecabezas rápidamente: el niño en la incubadora es su hermano Dean y esa mujer planeaba llevárselo, así que salió corriendo de ahí gritando y buscando por cada pasillo del hospital a su padre, al cual encontró minutos después en la planta baja del edificio, hablando con sus hermanos del club.

– ¡Papá, es Dean! ¡tienes que venir! –gritaba Troy mientras bajaba las escaleras a gran velocidad.

– ¡Troy! –gritó su padre al verlo bajar las escaleras y él, junto con los demás que lo rodeaban, fueron corriendo hasta el niño– ¡¿qué pasa?! ¡¿qué tienes?! –preguntó CJ al acercarse y tomar a su hijo por los hombros.

– ¡Se van a llevar a Dean! –gritó el pequeño y apuntó hacia arriba de las escaleras.

– ¿Qué? ¿quiénes? –le preguntó CJ.

– ¡Una enfermera! ¡se lo va a llevar! –gritó el niño a todo pulmón.

– ¡Troy! Cálmate –le dijo su padre poniendo una mano frente al pequeño – de seguro solo le van a hacer una revisión…

– ¡No! –le insistió el pequeño y lo tomó del brazo para empezar a jalarlo escaleras arriba– ¡se lo van a llevar! ¡tienes que venir!

Para complacer a su hijo, CJ y sus compañeros se dirigieron al segundo piso, al pasillo de maternidad siendo guiados por el pequeño, quién iba lo más rápido posible. Pero cuando el niño le mostró a su padre la vidriera, el presidente y su grupo abrieron los ojos de par en par y decidieron actuar, solo que ya era muy tarde. En la sala de maternidad, a través del enorme vidrio: vieron a la enfermera encargada de los bebes en el piso muerta y a su alrededor un desastre. Las cinco niñas se encontraban ahí, pero no el pequeño Dean.

– ¡Dean! –CJ quiso entrar a revisar, pero era obvio que el pequeño ya no se encontraba allí, por lo que su mano derecha lo apartó de la puerta y le dijo.

– ¡Abajo! ¡en el estacionamiento! –y así, el grupo de cinco hombres bajaron por la escalera de incendios hasta el estacionamiento siguiendo a su líder.

Troy solo pudo quedarse ahí, estático, preguntándose: ¿qué había pasado? Y ¿cómo pudo permitir eso? Las lágrimas salían solas de sus ojos mientras se agachaba en el suelo a llorar y se preguntaba: ¿su papá lograría rescatar a Dee?

…25 años después…

– Entonces, ¿quieren anotar a su hijo en el sistema cómo un niño que fue robado? –preguntó la agente encargada del Departamento de Servicios Humanos.

– Sí –respondió la pareja al unísono.

– Muy bien –dijo y tecleó algo rápido en su computador– voy a necesitar la historia completa de lo que pasó, ¿bien?

– Sí/claro –dijo la pareja nuevamente.

– Muy bien. Empecemos por sus nombres ¿Cómo se llaman?

– Jeffrey y Samanta Colt –respondió Jeffrey.

– ¿Colt? ¿cómo la pistola? –preguntó la señora con algo de sorpresa mientras lo anotaba en su computadora.

–La pareja río un poco– sí, como la pistola –dijo Samanta.

– Lo cual es irónico porque estoy en contra de las armas –dijo Jeffrey riendo.

– ¿El nombre del niño en cuestión?

– Thomas Colt, –respondió Jeffrey otra vez– pero le dimos nuestro apellido luego de adoptarlo, quizás en el sistema aparezca con otro.

– No es probable pero lo verificare, ¿tienen algún otro hijo además de Thomas?

– Sí –respondieron al unísono otra vez– un hijo biológico. Su nombre es Clayton –dijo Samanta.

– Okey, ¿Desde cuándo tienen al niño? –preguntó la agente.

– Desde hace unos… doce, ¿doce?… –preguntó Samanta haciendo memoria mientras miraba a su esposo.

– Doce años, sí –corroboró Jeffrey.

– Muy bien –dijo y anotó eso en la computadora– ¿qué edad tiene el joven ahora?

– 25 años –dijo Samanta.

– ¿Qué edad tenía él cuando lo encontraron?

– 13 años –dijo Jeff.

– Y ¿Cómo lo encontraron?

– De hecho nosotros no lo encontramos, fue nuestro Clay quién lo hizo –respondió Sam.

– ¿Cómo?

– Ellos iban juntos a la escuela y Tom lo invitaba a su casa a jugar. La mujer que lo crío hasta ese momento, Juliette o Julia, siempre intentaba inventar excusas para que Clay se alejara o solo no dejarlo pasar a la casa; incluso fue a nuestra casa y habló con nosotros sobre eso –explicó Jeff.

– ¿Qué les dijo?

– Nos dijo que… –dijeron ambos al unísono pero Jeff le cedió la palabra a su esposa– nos dijo que su hijo, Tom, estaba muy enfermo y que probablemente moriría, así que no quería que ningún niño le diera esperanzas de vivir ya que, según, su diagnóstico era terminal.

– ¿Y ustedes le creyeron? –preguntó la agente de Servicios Humanos.

–Ambos vacilaron al principió pero finalmente Jeff dijo– quedamos pasmados con lo que dijo. Nos preguntamos: "¿qué clase de madre no quiere que su hijo tenga esperanza? Y en caso de que fuera una enfermedad terminal, ¿Por qué no darle algo de alegría al niño?"

– E-en resumen, tuvimos nuestras dudas en el momento pero, ¿qué podíamos hacer? Pensábamos que en realidad era su madre –dijo Sam.

– ¿Cuándo descubrieron que ella no era su madre?

– De hecho, Clay nos lo dijo muchas veces –admitió Sam.

– Él siempre llegaba a casa diciendo que esa mujer estaba loca –dijo Jeff– y que Tom no era suyo por la forma en que lo trataba.

– ¿Y cómo lo trataba?

– La verdad, no sabemos a qué grado llegaba el maltrato –respondió Sam.

– ¿Ustedes jamás vieron a esa mujer pegarle o gritarle?

– No jamás/no –respondieron ambos.

– Pero Thomas andaba en silla de ruedas cuando lo conocimos –dijo Sam– según su madre tenía un déficit en las piernas, pero hoy en día camina con total normalidad.

– ¿Cuándo empezó a caminar con normalidad?

– Quince días, quizás un mes luego de que nosotros lo acogiéramos –respondió Jeff.

– ¿Creen que haya sido... victimizado por su madre?

– Sin duda –dijo Sam.

– La policía dijo que hallaron restos de químicos en la casa –dijo Jeff– tal vez lo drogaba.

– ¿La policía estuvo involucrada?

– Sí –respondieron al mismo tiempo una vez más– hubo un incendió en su casa, todo se quemó y la mujer junto con su familia estaban adentro.

– ¿Había una familia aparte de la mujer y el niño?

– La policía halló tres cuerpos. Dijeron que eran dos adultos y un niño –dijo Jeff.

– Según nuestro hijo, Clay –dijo Sam y se acomodó en el asiento– el niño era el hijo biológico de esa mujer y estaba enfermo, pues ella lo tenía en un cuarto escondido, conectado a varias máquinas y utilizaba a Thomas para... mantenerlo con vida.

– Le hacía trasplantes de órganos –siguió Jeff– ella mencionó, cuando vino a vernos, que era médico cirujano, y cuando un médico fue a la casa a revisar a Thomas vio que tenía varias cicatrices en la zona del riñón y el vientre; él llegó a la conclusión… -dijo Jeff y miró a su esposa un segundo– de que, cuando su hijo biológico necesitaba un trasplante, tomaba a Tommy y le hacía una cirugía. Le sacaba los órganos que necesitaba para su hijo. Tal vez por eso lo robó o lo adoptó de otra familia.

– Además, el día en que Clay llegó con Tommy en una carretilla a la casa, nos dijo que tuvo que sacarlo de ahí, ya que esa mujer planeaba sacarle el corazón.

– Lo pusimos en el sofá y llamamos a la policía, un rato después un grupo de ellos estaba en nuestra puerta y el resto del departamento estaba en la casa, para entonces ya estaba en llamas –culminó Jeff con la historia.

– Entonces, ¿el incendió de la casa fue el mismo día en que su hijo, Clay, trajo a Thomas con ustedes?

– Sí –respondieron al unísono nuevamente– Clay dijo que el padre de Thomas, el esposo de esta mujer, fue quién los ayudo a escapar de ahí.

– Un momento, ¿el esposo de la secuestradora ayudó a ambos niños a escapar?

– Sí/eso fue lo que ambos dijeron, sí –respondió la pareja.

– ¿Hay alguien que corrobore su historia? ¿algún testigo?

– Solo nuestros hijos –dijo Jeff.

– Ellos eran los únicos que estaban ahí. La familia y toda la evidencia se quemó en el incendió –dijo Sam.

– ¿Y ustedes tienen alguna evidencia de que el chico fuese adoptado o robado?

– Sí –respondió Sam y empezó a hurgar en su bolso– aunque la verdad no sé si cuente como evidencia… aquí esta –dijo y le tendió a la agente Gómez una lista de nombres y al lado de cada nombre un estado del país. Solo uno de éstos estaba tachado en rojo.

– ¿Qué es esto? –preguntó la agente al ver el papel.

– Clay trajo el papel un día y nos lo mostró, intentaba convencernos de que Thomas fue robado.

– "Johnston – Colorado", "Miller – Chicago", y… "Collins – Florida" está marcado en rojo –la agente Gómez se quedó viendo el papel unos minutos y finalmente habló– ¿ustedes creen que el muchacho fue robado por esa mujer?

– Nuestros hijos no son mentirosos, ¿Por qué el propio Thomas habría de mentirnos respecto a lo que pasó sabiendo que podemos ayudarlo? –dijo Jeff con lógica.

– Y a mí me suena lógico lo de los trasplantes de órganos. Es decir, eso explicaría por qué lo robó pero lo mantenía débil y siempre cerca de ella –dijo Sam.

– Y el porqué de las excusas, y el por qué no quería que Clay se acercara a Tommy –dijo Jeff.

– La agente Gómez asintió– voy a hacerles una última pregunta: si desde siempre han tenido esta sospecha, ¿por qué no lo denunciaron antes?

– Lo hicimos. Se lo comunicamos a la policía local, pero dijeron que la sospechosa estaba muerta y el caso cerrado –dijo Jeff– les mostramos el papel, contamos la misma historia, pero solo lo archivaron en un expediente y enviaron a un médico y a un psiquiatra a examinar a Thomas.

– Intentaron buscar a sus verdaderos padres –dijo Sam– hicieron llamadas, investigación, su nombre y su cara aparecieron en los diarios y en los noticieros cómo "niño perdido" por al menos dos meses, pero nadie nunca llegó a reclamarlo. Por eso decidimos adoptarlo.

– Y si lo intentaron y fallaron, lo adoptaron y ahora es suyo, ¿por qué decidieron volver a intentarlo ahora? Me refiero a ¿Por qué no antes?

– Porque Thomas padece de depresión y baja autoestima, entre otros trastornos con los que lucha diariamente, y cada vez que tiene un ataque solo se pregunta: "¿por qué su verdadera familia dejó que le pasará algo así?" O "¿Dónde podrían estar ellos?" O "¿si siquiera lo estarán buscando?" y nosotros ya no sabemos que decirle –dijo Sam con sus ojos empezando a aguarse, entonces Jeff tomó su mano y simplemente dijo.

– Si fue adoptado, robado o comprado no nos importa. Queremos que su familia biológica responda las preguntas que nosotros no podemos. Por eso queremos que esté en el sistema, para que los encuentren.

– Muy bien. Si "Collins" es el apellido de su familia, y si viven en Florida, podríamos hacer un barrido de todo el estado, buscando bebés de nombre "Collins" que hayan sido adoptados o reportados desaparecidos.

– Gracias –dijo Sam, Jeff asintió.

– Voy a necesitar que traigan al muchacho, necesito su ADN y huellas dactilares, lo que sea para un barrido más rápido y un resultado más exacto.

– Lo haremos, gracias –dijo Jeff y ambos se levantaron de las sillas para regresar a casa con sus hijos.

.

La agente Gómez caminaba por el departamento de policía con el expediente "Colt" recién imprimido. Estaba allí porque está convencida de que es un caso para "personas desaparecidas", cuando vio frente a ella a un amigo. El cabello rubio corto peinado en graciosos risos y la camisa a rayas planchada con sumo cuidado igual que la chaqueta azul grisáceo, y por supuesto, una taza de café matutina. No podía ser otro más que…

– Phill Jester –dijo Gómez al acercarse a saludarlo.

– Agente Gómez –saludé éste de vuelta.

– ¿Aquí tan temprano? –preguntó ella.

– Me conocen por ser puntual –dijo el hombre– pero, ¿qué la trae a usted por aquí?

– Trabajo –dijo y alzó el expediente.

En ese momento vio pasar al teniente encargado del departamento de Personas Desaparecidas y se acercó corriendo a él. Phill la siguió de cerca y mientras Gómez y el teniente charlaban, él aprovecho para mirar las pocas letras que sobresalían del archivo.

– "Niño desaparecido es…" –leyó la parte saliente de la hoja, pero justo Gómez tomó el archivo de debajo de su brazo, lo que lo obligó a incorporarse y sacar una sonrisa inocente.

– Señor Jester, ¿se le ofrece algo? –preguntó el teniente seriamente.

– Sí, ¿quién es el niño desaparecido? –preguntó Jester a Gómez.

– ¿Otro niño desapareció? –preguntó el teniente a la mujer.

– ¡No! bueno… no hoy, hace veinticinco años… tenga –dijo y le extendió el archivo– según los padres: el muchacho fue adoptado o robado por una mujer cuyo hijo enfermo necesitaba órganos nuevos. Al parecer, también era una médico cirujana así que ella misma operaba al niño, le extraía los órganos y se los colocaba a su hijo.

– Wow, eso suena como película de terror –dijo Phill riéndose un poco– ¿puedo echarle un vistazo jefe?

–El teniente dudó, pero al final le cedió el archivo– pude leer que el muchacho fue hallado y que ahora es un adulto.

– Sí, fue hallado y adoptado por una familia de Lebanon Kansas en ese entonces; pero se mudaron aquí y los padres vinieron a Servicios Humanos para denunciar su "secuestro" y ver si nosotros podíamos hallar a su familia biológica.

– Y si le encomendaron esa misión a su departamento, ¿qué hace aquí? –preguntó el teniente con mirada seria.

– Bueno, yo creí que a "Personas Desaparecidas" podría interesarle –dijo Gómez mientras Phill no despegaba un solo ojo de la carpeta.

– Agente Gómez, ¿sabe usted cuantos casos de personas desaparecidas, que están realmente desaparecidas, es decir: que nadie ha tenido ningún tipo de contacto con ellas desde hace al menos tres días, me llegaron hoy?

– No, señor pero…

– Cincuenta y siete, y treinta de esas personas son niños menores de diez años –dijo el teniente.

– Yo no… –Goméz carraspeó– yo no tenía idea señor, pero…

– Gómez, no puedo hacerme cargo de una persona desaparecida si esa persona ya fue encontrada por alguien más. El nombre lo dice claramente: "Personas Desaparecidas". Si tienen al muchacho pídales una muestra de saliva o cabello, la búsqueda se hace más corta con el ADN.

– Y con un compañero –dijo Jester cuando finalmente se dignó a alzar los ojos de la carpeta y hablar, a lo que el teniente y la agente giraron a verlo– yo te ayudaré con la búsqueda.

– ¿Ya vio? Problema resuelto –dijo el teniente y regresó a lo suyo.

– ¿Qué? ¿vas a ayudarme? –preguntó Gómez a Jester.

– Eso dije –respondió éste.

– ¿Por qué? Que yo sepa este no es tu tipo de caso –dijo la agente Gómez quitándole la carpeta.

– Bueno, siempre es bueno probar algo nuevo –dijo Phill.

– ¿Phill Jester, qué estás tramando? –preguntó Gómez entrecerrando los ojos.

– ¿Por qué insinúas que tramo algo? –devolvió Phill fingiendo sorpresa. Gómez simplemente se cruzó de brazos esperando la respuesta a su pregunta– está bien. Tengo una ligera sospecha de quienes podrían ser su verdadera familia.

– ¡¿Ya?! ¡Pero si solo leíste una hoja! –dijo Gómez entre sorprendida e impresionada.

– Sí, pero el apellido "Collins" marcado en rojo, en la hoja dentro de la otra hoja, me recordó a una familia que casualmente vive en Florida y qué casualmente, hace unos veinte años atrás, su segundo hijo fue robado en el hospital tres horas después de su nacimiento –explicó con exactitud y dio un sorbo a su taza de café como si nada.

– ¿En serio? –preguntó la agente intrigada– ¿Quiénes son?

– Eh, no te va a gustar, y sospecho que al muchacho tampoco así que, no hay que decir nada hasta que no haya una prueba clara de ADN, ¿te parece?

– ¿Quiénes son, Phill? –insistió la mujer con tono autoritario.

– Personas que no querrás tener cómo amigos y mucho menos cómo enemigos –dijo y tomando un segundo sorbo a su taza, caminó hacia su lugar de trabajo.

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