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Capítulo

Tras la muerte de la reina de Inglaterra, un misterioso video de una mujer enmascarada comienza a repercutir en todo el mundo, al mismo tiempo que se autodenomina como la verdadera reina a través de un mensaje críptico en que señala los acontecimientos que remeceran a la familia real esa misma noche. Julio Navarro, profesor de historia, es confundido como un cómplice de la mujer del video. Perseguidos por una organización secreta, Navarro y Danika Damond, nieta de la reina, descubrirán los episodios más oscuros de la historia y del extremismo con el que la familia real se perpetuó en el poder tras muchos siglos. Siguiendo un rastro de pistas compuesto por obras de arte moderno y enigmáticos símbolos, tendrán pocas horas para intentar salvar el trono de la corona inglesa.

Capítulo 1 Prólogo

Palacio De Buckingham, Londres.

11:15 p.m.

Los veloces pasos del médico alarmaron a quienes se encontraban en los pasadizos contiguos a los aposentos de la reina. Danika Damond contemplaba sobre el colchón la frágil y tranquila figura de su abuela. A lo lejos oyó los pasos del médico de la familia real a toda prisa. Mientras se aproximaba se tomó un momento para contemplar la habitación de la reina, pareciera ser la primera vez que se encontraba allí, los cuadros, las fotografías, incluso el papel tapiz le trajeron recuerdos de su infancia durante esos breves segundos. Y es que al cumplir ocho años, la reina ordenó el ingreso de si familia a esa habitación, y esa regla se mantuvo presente año tras año, hasta hace una semana en donde la monarca, quizás resignándose a su fatídico final eliminó ese veto a sus familiares.

La atemporal habitación del Palacio de Buckingham había sido rediseñada durante siglos sin faltar nunca al propósito original: aislar a los ocupantes del trono inglés. «Mi padre debería estar aquí.», pensó mientras se preguntaba cómo reaccionaría el mundo ante esta noticia. A lo largo de la historia, las personas más peligrosas siempre habían sido los gobernantes que el pueblo no había elegido. La herencia del poder era algo que ocurría generación tras generación, sin darle oportunidad al mundo de que alguno de ellos siquiera rosara la imagen inmaculada de la monarquía. Danika sabía que su familia no había sido elegida para dirigir. Sino que tuvieron la suerte de pertenecer a la línea sucesoria, y que cuando estos veían sus intereses personales amenazados dejaban de ser la familia predilecta que se mostraba ante cámaras al mundo volviéndose seres metódicos y calculadores, sobre todo cuando sus territorios y sus riquezas corrían peligro. «Ninguno de ellos está aquí ahora, quizás estén preparándose para la ceremonia o recibiendo a sus invitados.»

El medico hizo una reverencia a la princesa al entrar en la habitación, Danika le respondió la cortesía señalándole frágilmente con la mano el cuerpo de su abuela, el medico la tomo de la mano y los segundos se hicieron eternos. Cuando levantó la mirada a la joven, los ojos del médico reflejaban lastima y condolencias.

— Su majestad —Dijo ahogándose en sus palabras—. Mis condolencias.

Danika agachó la cabeza y tomó un hondo respiro, evitando delatar una lágrima que se descubría por el rabillo del ojo.

El galeno dio media vuelta y al salir de la habitación se dirigió ante el guardia del palacio alcanzando susurrarle «London bridge is down». El puente de Londres ha caído.

El guardia asintió sin decir palabra alguna, cerró la puerta de la habitación y ambos partieron juntos a buscar al hijo de la reina.

Danika y su abuela quedaron en soledad en la habitación: una pijama blanca de seda fajín, bordada con hilos dorados eran el ultimo traje de la reina. Danika reconoció los enjutos rasgos que había visto en distintas fotografías, cuadros y portadas de revista y en ese instante frente al cuerpo de su abuela una lágrima divisó de sus ojos, sin embargo esta vez la dejó deslizarse hasta dejarla caer sobre la cama. «El mundo jamás te olvidará.»

La reina Olivia no solo era una figura importante en Inglaterra, sino lo era en todo el mundo. Había evolucionado con el paso de los años: no sólo se trataba de la reina de un país, sino tambien de la gobernante del reino más firme e influyente de los últimos años, defensora de la preservación de los valores católicos conservadores y las políticas tradicionales.

—Su majestad —Anunciaba una voz desde el otro lado de la puerta de la habitación.

—Mi padre no se encuentra aquí —respondió Danika—. Debe estar en la sala de prensa o en la recepción esperando a los invitados.

—No lo hemos hallado en ningún lugar su majestad, como si hubiese salido del palacio. —La voz del guardia, clara y penetrante, era más fuerte de lo que Danika había esperado en un momento tan frágil para ella—. Por ello me pareció pertinente buscarlo aquí, le ruego si sabe algo háganoslo saber.

Mientras Danika continuaba perpetua e inamovible frente a su abuela. Un hombre alto y delgado entró en la habitación sin preguntar.

—Debo confesar que cuando me dijeron que mi madre había muerto no podía creerlo —Dijo Alfred con un tono de voz cálida y suave—. Sé que está mal decir esto pero, esperaba que esto pasara hace mucho tiempo, de no haber renunciado a la corona ahora mismo estaría en la sala de prensa comunicando la hora de la ceremonia. Pero tú, aún eres muy joven para pensar que el peso de la corona estará sobre ti. El reino requiere a alguien más tradicional a sus principios.

Danika sonrió pensando en cuantos principios se habían roto desde que su tío cumplió los dieciocho años.

—Tío, no creo que sea prudente decir ello ya que la abuela se coronó como reina incluso siendo más joven que yo.

—¿Tienes alguna idea de cómo tomará el mundo esta noticia? —Preguntó Alfred—. He leído durante muchos años comentarios, artículos e incluso libros de cuáles son las acciones que tomará el mundo ante esta situación. Lo que debemos hacer es continuar demostrando que la corona es fuerte ante este tipo de situaciones. Nos hemos enfrentado a muchas cosas durante décadas y quizás, esta sea la más dura.

—Entonces ¿considera que la Unión europea y las colonias pedirán su independencia? —Danika notó que su tío deseaba la corona bajo una capa de falsa modestia. Sin embargo, Alfred estaba increíblemente bien informado sobre los últimos sucesos en el mundo y solía asesorar tanto a la reina como al primer ministro acerca de cómo evadir sus peligros.

—No. En realidad, surgirán todo tipo de enemigos por todos los flancos. Ahora más que nunca es cuando se debate la importancia de la monarquía en Europa, los reyes de España y Holanda son quienes temen más a este tipo de debates. La inestabilidad es algo que debemos combatir, dentro de unos años no solo gobernaras un país, sino un reino. Y debes estar preparada para ello.

—Durante mis años en la universidad leía noticias acerca de cómo usted evitó la crisis monetaria en Europa y los economistas en todo el mundo aplaudieron su decisión. También estudié los discursos que redactó para su madre. Ahora creo que mi padre leerá el discurso que redactó hace tanto a expensas de la llegada de este día.

—El discurso lo escribí hace veintiún años, lo he repasado durante muchos años, podría decirse casi devotamente durante una vez al mes y es increíble cómo no he tenido que modificar ni una sola palabra, los tiempos continúan como en aquella ocasión, y así debería ser siempre.

—¿No es de mala educación hablar de política delante del cuerpo de la abuela?

—No lo creo, estamos hablando de lo que ella más amó y cuidó en vida, por ello es momento de hacer lo mismo. Quiero pensar que en lugar de llorar por su ausencia durante esta charla estamos honrando su memoria.

Danika sacó su celular de uno de sus bolsillos de su pijama Massimo Dutti y buscó en las noticias la muerte de su abuela, sin embargo los portales no informaban nada al respecto. Lo último solo eran noticas relacionadas a la mala salud de la reina y a su ausencia en las ceremonias oficiales, sin embargo ninguna página anunciaba la ceremonia de defunción o la coronación de su padre.

—He de admitir que no esperaba a que se tardaran tanto en divulgar la noticia. Calculaba que el mundo conocería el deceso de su majestad una hora después de que el medico saliera de esta habitación. Ahora —Calculó un momento mientras observaba su reloj—. Tardará una hora y diez minutos.

—Ello considerando si es que la noticia se divulgase en este momento —Señaló Danika—. Pero ninguna página habla de eso en estos momentos. Incluso la BBC está transmitiendo su programación de manera regular.

—La semana pasada le dije al primer ministro que en los tiempos en los que vivimos quizás él sea el último en saber del deceso de su majestad. —Ironizó, dibujando una sonrisa—. Estoy bromeando, por supuesto.

Tras decir eso, unos golpes irrumpieron nuevamente en la puerta de la habitación de la reina.

—Sus majestades. —Anunciaba el guardia real—. Les pido que nos acompañen por favor, va a ingresar el grupo de médicos a preparar el cuerpo de la difunta reina, por aquí, por favor.

Danika y Alfred caminaron por el pasadizo de camino al vestíbulo. Las paredes del palacio cubiertas con cientos de cuadros y adornos de oro ocultaban el ambiente intranquilo del momento. El cuadro de la coronación de la virgen María atrapó la mirada de la princesa por un momento, recordando que durante muchos años significó una pintura especial para su abuela, tras salir del recuerdo siguió a su tío por los pasillos serpenteantes esperando a encontrar a su padre en algún momento entre el salón del trono y el vestíbulo principal.

«El momento ha llegado.» Pensaba la joven.

Desde 1952, el mundo no atravesaba la muerte de un monarca tan importante, casi el ocho por ciento de la población mundial se reunió a frente a los televisores a ver la coronación de la reina y el funeral del antiguo rey. Esta era una época distinta para celebrar un acontecimiento mundial, en esta ocasión los participantes no solo eran los miembros del palacio sino cada persona con una pantalla era un invitado a estos eventos que anuncian el cambio de una era. Los medios de prensa debatirían durante semanas sobre la continuidad de la monarquía o la inutilidad de la corona. Tras llegar al vestíbulo se vieron a muchos participantes a este acontecimiento, al parecer el príncipe Jacob anticipó su coronación e invitó a sus amigos más cercanos y estos a su vez invitaron a otros pocos. Entre los participantes había una amplia selección de influyentes personajes, políticos, sacerdotes, ministros, embajadores, periodistas. Sin embargo ninguno de ellos había visto al anfitrión, ni tampoco se atrevían a hablar de la salud de la reina, aun parecían esperar la confirmación de la noticia.

Tu padre se anticipó demasiado —Comentó Alfred—. Se supone que este es un momento para cultivar armonía y paz entre todos los países, construir alianzas, afianzar puentes de comercio. Tu padre parece que lo hubiera convertido en una fiesta en donde se olvida el luto.

«Una intención noble», pensó Danika, este tipo de ceremonias no hacía sino más que buscar ocupar un puesto en primera fila para estos acontecimientos en medio de un variado surtido de fabulas y líneas sucesorias.

Mientras Danika y su tío buscaban al nuevo rey. El jefe de prensa de palacio se acercó hacia ellos.

—Majestades —Exclamó presuroso y exhausto—. Les quisiera expresar mis más sentidas condolencias de antemano. Disculpen —Gimió agitado —. Pero hemos buscado al príncipe Jacob por todo el palacio sin éxito.

Alfred echó un vistazo entre la multitud y no pudo evitar un sarcástico pensamiento: «El rey anuncia su coronación y no está aquí para que lo coronen». —¿ Lo han intentado despertar de su habitación?

—No señor, nadie tiene orden de entrar mientras su majestad no lo autorice, y desde hace quince minutos es el quien dirige ahora el reino.

A pesar de ser su padre, Danika era consciente de que una buena dosis de presunción también alimentaba el ego del nuevo rey; quien contaba los días para sentir bajo su cabeza el peso de la corona.

—Acompáñame, solo espero que de estar indispuesto tu padre tengas el valor de mentir ante el mundo que se encuentra mal de salud, ya sabes a lo que me refiero —Murmuró de repente el Alfred a su sobrina.

En ese instante casi todo el personal del palacio buscaba al nuevo rey en todas las habitaciones. Inclusive Danika y Alfred observaban como algunos de ellos se quedaban fuera del baño haciendo guardia por si Jacob estuviese mal de salud. Tras andar por los pasillos ambos llegaron a los aposentos del rey Jacob. Desde la entrada, podía percibirse un denso aroma a incienso. Alfred enfiló a la habitación y un cuerpo sobre el colchón dejaba verse de entre las sabanas, los ojos de Danika tardaron un momento en descubrir lo que pasaba. Alfred se dirigió sin rodeos a la cama e intentó despertar a su hermano, sin embargo tras un momento se llevó la mano a la boca y luego se la pasó por la frente. Agachó la cabeza y, tras persignarse, le indicó a su sobrina que se acerque.

Con paso vacilante, Danika se aproximó a la cama.

De repente, se encontraron ambos ante el cuerpo del nuevo rey, su cuerpo robusto y canoso parecía que hubiera cedido incluso horas antes de la muerte de su madre. La escena y el aroma de incienso daban la espeluznante sensación de ser la escena de un crimen. Danika caminó hacia la puerta de la habitación levantó la mirada y cerró la puerta casi sin hacer ruido.

—¿Sabes lo que esto significa verdad? —Susurraba Alfred—. Éste es tu último momento de privacidad, quizás ahora más que nunca debes ser fuerte para guiarnos como una nación.

—¿Cómo puedes hablar de eso ahora? —Gritó Danika— ¡Mi padre y tu madre han muerto!.

Alfred se apartó por un momento y se acercó al cuerpo de su hermano, al estar frente a él, el aroma de una rosa llamó su atención, el aroma lo guió hasta el cenicero que estaba sobre la mesa de noche.

«¿Qué es esto?» Se dijo a si mismo, mientras levantaba el cenicero. Apartó el incienso y observó que bajo el cristal del objeto se dibujaba un código QR.

A continuación, el príncipe escaneo con su teléfono el código, que lo redirigió a un video en youtube. Su expectante mirada permaneció atenta al video que se mostraba. De inmediato, la pantalla se fundió a negro y bajó el volumen para no llamar la atención de su sobrina. Una imagen apareció lentamente en pantalla. Era un cuervo devorando lo que parecía ser los restos de un león recostado al lado de un lago enorme. Alfred Damond nunca había visto nada igual. El cuervo arrancaba pequeños trozos de piel del animal y las apartaba formando sobre el lago una suerte de pequeñas islas separadas. Alfred subió lentamente el volumen y solo escuchaba los graznidos del cuervo. «¿Q-qué es esto?»

De repente, la imagen mostró una vista panorámica del lago dejando ver que los trozos de piel simulaban los países que conformaban el Reino Unido. Un escalofriante silencio cortó de golpe los graznidos del cuervo. Un mensaje en letras blancas sobre el fondo negro rezaba:

Pax Quaeritur Bello

«La paz se busca a través de la guerra» Luego se mostró una fecha. «Mañana.» Susurró Alfred.

Tras permanecer un momento en silencio, Alfred se dirigió hacia su sobrina y le dio un profundo abrazo.

—Vámonos —susurró— que los médicos y la seguridad del palacio hagan su trabajo.

A las puertas de la habitación del príncipe tres hombres los aguardaban, el jefe de la guardia real, el jefe de la sala de prensa y el médico de la familia. Alfred sabía que, a pesar de estar en una página web concurrida, el video estaba en privado, es decir solo podían verlo a quienes el asesino se los hubiese enviado. Al salir de la habitación apartó a su sobrina y se dirigió a los tres hombres.

—Quiero que eliminen un video, es de total urgencia que no se haga público lo que van a ver dentro de esta habitación—.

Danika desconocía a lo que se referida su tío, este le pidió ayuda a un guardia para que acompañase a la princesa y la tenga en total resguardo, ordenó al jefe de la guardia cerrar las puertas del palacio y redoblar la seguridad.

Mientras veía partir a su sobrina Alfred sacó su teléfono móvil y lo sostuvo en alto ante los tres hombres como si fuera un pequeño televisor.

—Lo que están a punto de ver —Anunció— No debe ser visto por nadie más que ustedes y debe ser eliminado cuanto antes de la plataforma.

Alfred no dejaba de pensar en la frase que le había hecho temblar más que cualquier otra cosa esa noche: « La paz se busca a través de la guerra».

Palacio De Buckingham, Londres.

11:15 p.m.

Los veloces pasos del médico alarmaron a quienes se encontraban en los pasadizos contiguos a los aposentos de la reina. Danika Damond contemplaba sobre el colchón la frágil y tranquila figura de su abuela. A lo lejos oyó los pasos del médico de la familia real a toda prisa. Mientras se aproximaba se tomó un momento para contemplar la habitación de la reina, pareciera ser la primera vez que se encontraba allí, los cuadros, las fotografías, incluso el papel tapiz le trajeron recuerdos de su infancia durante esos breves segundos. Y es que al cumplir ocho años, la reina ordenó el ingreso de si familia a esa habitación, y esa regla se mantuvo presente año tras año, hasta hace una semana en donde la monarca, quizás resignándose a su fatídico final eliminó ese veto a sus familiares.

La atemporal habitación del Palacio de Buckingham había sido rediseñada durante siglos sin faltar nunca al propósito original: aislar a los ocupantes del trono inglés. «Mi padre debería estar aquí.», pensó mientras se preguntaba cómo reaccionaría el mundo ante esta noticia. A lo largo de la historia, las personas más peligrosas siempre habían sido los gobernantes que el pueblo no había elegido. La herencia del poder era algo que ocurría generación tras generación, sin darle oportunidad al mundo de que alguno de ellos siquiera rosara la imagen inmaculada de la monarquía. Danika sabía que su familia no había sido elegida para dirigir. Sino que tuvieron la suerte de pertenecer a la línea sucesoria, y que cuando estos veían sus intereses personales amenazados dejaban de ser la familia predilecta que se mostraba ante cámaras al mundo volviéndose seres metódicos y calculadores, sobre todo cuando sus territorios y sus riquezas corrían peligro. «Ninguno de ellos está aquí ahora, quizás estén preparándose para la ceremonia o recibiendo a sus invitados.»

El medico hizo una reverencia a la princesa al entrar en la habitación, Danika le respondió la cortesía señalándole frágilmente con la mano el cuerpo de su abuela, el medico la tomo de la mano y los segundos se hicieron eternos. Cuando levantó la mirada a la joven, los ojos del médico reflejaban lastima y condolencias.

— Su majestad —Dijo ahogándose en sus palabras—. Mis condolencias.

Danika agachó la cabeza y tomó un hondo respiro, evitando delatar una lágrima que se descubría por el rabillo del ojo.

El galeno dio media vuelta y al salir de la habitación se dirigió ante el guardia del palacio alcanzando susurrarle «London bridge is down». El puente de Londres ha caído.

El guardia asintió sin decir palabra alguna, cerró la puerta de la habitación y ambos partieron juntos a buscar al hijo de la reina.

Danika y su abuela quedaron en soledad en la habitación: una pijama blanca de seda fajín, bordada con hilos dorados eran el ultimo traje de la reina. Danika reconoció los enjutos rasgos que había visto en distintas fotografías, cuadros y portadas de revista y en ese instante frente al cuerpo de su abuela una lágrima divisó de sus ojos, sin embargo esta vez la dejó deslizarse hasta dejarla caer sobre la cama. «El mundo jamás te olvidará.»

La reina Olivia no solo era una figura importante en Inglaterra, sino lo era en todo el mundo. Había evolucionado con el paso de los años: no sólo se trataba de la reina de un país, sino tambien de la gobernante del reino más firme e influyente de los últimos años, defensora de la preservación de los valores católicos conservadores y las políticas tradicionales.

—Su majestad —Anunciaba una voz desde el otro lado de la puerta de la habitación.

—Mi padre no se encuentra aquí —respondió Danika—. Debe estar en la sala de prensa o en la recepción esperando a los invitados.

—No lo hemos hallado en ningún lugar su majestad, como si hubiese salido del palacio. —La voz del guardia, clara y penetrante, era más fuerte de lo que Danika había esperado en un momento tan frágil para ella—. Por ello me pareció pertinente buscarlo aquí, le ruego si sabe algo háganoslo saber.

Mientras Danika continuaba perpetua e inamovible frente a su abuela. Un hombre alto y delgado entró en la habitación sin preguntar.

—Debo confesar que cuando me dijeron que mi madre había muerto no podía creerlo —Dijo Alfred con un tono de voz cálida y suave—. Sé que está mal decir esto pero, esperaba que esto pasara hace mucho tiempo, de no haber renunciado a la corona ahora mismo estaría en la sala de prensa comunicando la hora de la ceremonia. Pero tú, aún eres muy joven para pensar que el peso de la corona estará sobre ti. El reino requiere a alguien más tradicional a sus principios.

Danika sonrió pensando en cuantos principios se habían roto desde que su tío cumplió los dieciocho años.

—Tío, no creo que sea prudente decir ello ya que la abuela se coronó como reina incluso siendo más joven que yo.

—¿Tienes alguna idea de cómo tomará el mundo esta noticia? —Preguntó Alfred—. He leído durante muchos años comentarios, artículos e incluso libros de cuáles son las acciones que tomará el mundo ante esta situación. Lo que debemos hacer es continuar demostrando que la corona es fuerte ante este tipo de situaciones. Nos hemos enfrentado a muchas cosas durante décadas y quizás, esta sea la más dura.

—Entonces ¿considera que la Unión europea y las colonias pedirán su independencia? —Danika notó que su tío deseaba la corona bajo una capa de falsa modestia. Sin embargo, Alfred estaba increíblemente bien informado sobre los últimos sucesos en el mundo y solía asesorar tanto a la reina como al primer ministro acerca de cómo evadir sus peligros.

—No. En realidad, surgirán todo tipo de enemigos por todos los flancos. Ahora más que nunca es cuando se debate la importancia de la monarquía en Europa, los reyes de España y Holanda son quienes temen más a este tipo de debates. La inestabilidad es algo que debemos combatir, dentro de unos años no solo gobernaras un país, sino un reino. Y debes estar preparada para ello.

—Durante mis años en la universidad leía noticias acerca de cómo usted evitó la crisis monetaria en Europa y los economistas en todo el mundo aplaudieron su decisión. También estudié los discursos que redactó para su madre. Ahora creo que mi padre leerá el discurso que redactó hace tanto a expensas de la llegada de este día.

—El discurso lo escribí hace veintiún años, lo he repasado durante muchos años, podría decirse casi devotamente durante una vez al mes y es increíble cómo no he tenido que modificar ni una sola palabra, los tiempos continúan como en aquella ocasión, y así debería ser siempre.

—¿No es de mala educación hablar de política delante del cuerpo de la abuela?

—No lo creo, estamos hablando de lo que ella más amó y cuidó en vida, por ello es momento de hacer lo mismo. Quiero pensar que en lugar de llorar por su ausencia durante esta charla estamos honrando su memoria.

Danika sacó su celular de uno de sus bolsillos de su pijama Massimo Dutti y buscó en las noticias la muerte de su abuela, sin embargo los portales no informaban nada al respecto. Lo último solo eran noticas relacionadas a la mala salud de la reina y a su ausencia en las ceremonias oficiales, sin embargo ninguna página anunciaba la ceremonia de defunción o la coronación de su padre.

—He de admitir que no esperaba a que se tardaran tanto en divulgar la noticia. Calculaba que el mundo conocería el deceso de su majestad una hora después de que el medico saliera de esta habitación. Ahora —Calculó un momento mientras observaba su reloj—. Tardará una hora y diez minutos.

—Ello considerando si es que la noticia se divulgase en este momento —Señaló Danika—. Pero ninguna página habla de eso en estos momentos. Incluso la BBC está transmitiendo su programación de manera regular.

—La semana pasada le dije al primer ministro que en los tiempos en los que vivimos quizás él sea el último en saber del deceso de su majestad. —Ironizó, dibujando una sonrisa—. Estoy bromeando, por supuesto.

Tras decir eso, unos golpes irrumpieron nuevamente en la puerta de la habitación de la reina.

—Sus majestades. —Anunciaba el guardia real—. Les pido que nos acompañen por favor, va a ingresar el grupo de médicos a preparar el cuerpo de la difunta reina, por aquí, por favor.

Danika y Alfred caminaron por el pasadizo de camino al vestíbulo. Las paredes del palacio cubiertas con cientos de cuadros y adornos de oro ocultaban el ambiente intranquilo del momento. El cuadro de la coronación de la virgen María atrapó la mirada de la princesa por un momento, recordando que durante muchos años significó una pintura especial para su abuela, tras salir del recuerdo siguió a su tío por los pasillos serpenteantes esperando a encontrar a su padre en algún momento entre el salón del trono y el vestíbulo principal.

«El momento ha llegado.» Pensaba la joven.

Desde 1952, el mundo no atravesaba la muerte de un monarca tan importante, casi el ocho por ciento de la población mundial se reunió a frente a los televisores a ver la coronación de la reina y el funeral del antiguo rey. Esta era una época distinta para celebrar un acontecimiento mundial, en esta ocasión los participantes no solo eran los miembros del palacio sino cada persona con una pantalla era un invitado a estos eventos que anuncian el cambio de una era. Los medios de prensa debatirían durante semanas sobre la continuidad de la monarquía o la inutilidad de la corona. Tras llegar al vestíbulo se vieron a muchos participantes a este acontecimiento, al parecer el príncipe Jacob anticipó su coronación e invitó a sus amigos más cercanos y estos a su vez invitaron a otros pocos. Entre los participantes había una amplia selección de influyentes personajes, políticos, sacerdotes, ministros, embajadores, periodistas. Sin embargo ninguno de ellos había visto al anfitrión, ni tampoco se atrevían a hablar de la salud de la reina, aun parecían esperar la confirmación de la noticia.

Tu padre se anticipó demasiado —Comentó Alfred—. Se supone que este es un momento para cultivar armonía y paz entre todos los países, construir alianzas, afianzar puentes de comercio. Tu padre parece que lo hubiera convertido en una fiesta en donde se olvida el luto.

«Una intención noble», pensó Danika, este tipo de ceremonias no hacía sino más que buscar ocupar un puesto en primera fila para estos acontecimientos en medio de un variado surtido de fabulas y líneas sucesorias.

Mientras Danika y su tío buscaban al nuevo rey. El jefe de prensa de palacio se acercó hacia ellos.

—Majestades —Exclamó presuroso y exhausto—. Les quisiera expresar mis más sentidas condolencias de antemano. Disculpen —Gimió agitado —. Pero hemos buscado al príncipe Jacob por todo el palacio sin éxito.

Alfred echó un vistazo entre la multitud y no pudo evitar un sarcástico pensamiento: «El rey anuncia su coronación y no está aquí para que lo coronen». —¿ Lo han intentado despertar de su habitación?

—No señor, nadie tiene orden de entrar mientras su majestad no lo autorice, y desde hace quince minutos es el quien dirige ahora el reino.

A pesar de ser su padre, Danika era consciente de que una buena dosis de presunción también alimentaba el ego del nuevo rey; quien contaba los días para sentir bajo su cabeza el peso de la corona.

—Acompáñame, solo espero que de estar indispuesto tu padre tengas el valor de mentir ante el mundo que se encuentra mal de salud, ya sabes a lo que me refiero —Murmuró de repente el Alfred a su sobrina.

En ese instante casi todo el personal del palacio buscaba al nuevo rey en todas las habitaciones. Inclusive Danika y Alfred observaban como algunos de ellos se quedaban fuera del baño haciendo guardia por si Jacob estuviese mal de salud. Tras andar por los pasillos ambos llegaron a los aposentos del rey Jacob. Desde la entrada, podía percibirse un denso aroma a incienso. Alfred enfiló a la habitación y un cuerpo sobre el colchón dejaba verse de entre las sabanas, los ojos de Danika tardaron un momento en descubrir lo que pasaba. Alfred se dirigió sin rodeos a la cama e intentó despertar a su hermano, sin embargo tras un momento se llevó la mano a la boca y luego se la pasó por la frente. Agachó la cabeza y, tras persignarse, le indicó a su sobrina que se acerque.

Con paso vacilante, Danika se aproximó a la cama.

De repente, se encontraron ambos ante el cuerpo del nuevo rey, su cuerpo robusto y canoso parecía que hubiera cedido incluso horas antes de la muerte de su madre. La escena y el aroma de incienso daban la espeluznante sensación de ser la escena de un crimen. Danika caminó hacia la puerta de la habitación levantó la mirada y cerró la puerta casi sin hacer ruido.

—¿Sabes lo que esto significa verdad? —Susurraba Alfred—. Éste es tu último momento de privacidad, quizás ahora más que nunca debes ser fuerte para guiarnos como una nación.

—¿Cómo puedes hablar de eso ahora? —Gritó Danika— ¡Mi padre y tu madre han muerto!.

Alfred se apartó por un momento y se acercó al cuerpo de su hermano, al estar frente a él, el aroma de una rosa llamó su atención, el aroma lo guió hasta el cenicero que estaba sobre la mesa de noche.

«¿Qué es esto?» Se dijo a si mismo, mientras levantaba el cenicero. Apartó el incienso y observó que bajo el cristal del objeto se dibujaba un código QR.

A continuación, el príncipe escaneo con su teléfono el código, que lo redirigió a un video en youtube. Su expectante mirada permaneció atenta al video que se mostraba. De inmediato, la pantalla se fundió a negro y bajó el volumen para no llamar la atención de su sobrina. Una imagen apareció lentamente en pantalla. Era un cuervo devorando lo que parecía ser los restos de un león recostado al lado de un lago enorme. Alfred Damond nunca había visto nada igual. El cuervo arrancaba pequeños trozos de piel del animal y las apartaba formando sobre el lago una suerte de pequeñas islas separadas. Alfred subió lentamente el volumen y solo escuchaba los graznidos del cuervo. «¿Q-qué es esto?»

De repente, la imagen mostró una vista panorámica del lago dejando ver que los trozos de piel simulaban los países que conformaban el Reino Unido. Un escalofriante silencio cortó de golpe los graznidos del cuervo. Un mensaje en letras blancas sobre el fondo negro rezaba:

Pax Quaeritur Bello

«La paz se busca a través de la guerra» Luego se mostró una fecha. «Mañana.» Susurró Alfred.

Tras permanecer un momento en silencio, Alfred se dirigió hacia su sobrina y le dio un profundo abrazo.

—Vámonos —susurró— que los médicos y la seguridad del palacio hagan su trabajo.

A las puertas de la habitación del príncipe tres hombres los aguardaban, el jefe de la guardia real, el jefe de la sala de prensa y el médico de la familia. Alfred sabía que, a pesar de estar en una página web concurrida, el video estaba en privado, es decir solo podían verlo a quienes el asesino se los hubiese enviado. Al salir de la habitación apartó a su sobrina y se dirigió a los tres hombres.

—Quiero que eliminen un video, es de total urgencia que no se haga público lo que van a ver dentro de esta habitación—.

Danika desconocía a lo que se referida su tío, este le pidió ayuda a un guardia para que acompañase a la princesa y la tenga en total resguardo, ordenó al jefe de la guardia cerrar las puertas del palacio y redoblar la seguridad.

Mientras veía partir a su sobrina Alfred sacó su teléfono móvil y lo sostuvo en alto ante los tres hombres como si fuera un pequeño televisor.

—Lo que están a punto de ver —Anunció— No debe ser visto por nadie más que ustedes y debe ser eliminado cuanto antes de la plataforma.

Alfred no dejaba de pensar en la frase que le había hecho temblar más que cualquier otra cosa esa noche: « La paz se busca a través de la guerra».

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