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Entre dos tentaciones prohibidas.

Entre dos tentaciones prohibidas.

Cafre

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Capítulo

Algunos piensan que es asqueroso; para mí era excitante, dos hombres completamente dispuestos a darme todo de ellos mientras tomaban todo de mí; yo no estaba dispuesta a tener solo un momento, yo los deseaba, me hicieron desearlos. Ellos me gustaban. Yo les gustaba. Lo que había entre nosotros me volvía loca, y no había una mujer tras ellos que seguía en su corazón, no había un pasado oscuro, nos gustábamos, porque sí, porque nuestras pieles ardían cuando se rozaban, porque cuando nuestros gemidos y gruñidos llenaban nuestras habitaciones era un himno para el mundo que habíamos creado entre los tres. Lo vivía, y lo gozaba, tocaba y lo amaba… realmente amaba estar entre dos tentaciones prohibidas.

Capítulo 1 Prólogo.

Su cuerpo se movía con sensualidad en el centro de la pista, los ojos de casi toda la discoteca estaban en ella, mujeres la envidiaban, mujeres querían unirse a ella; hombres querían tomar su pequeña cintura entre sus manos, hombres querían frotar su entrepierna en su trasero pronunciado, pero ninguno se atrevía hacerlo, porque nadie en la vida era tan valiente; como yo.

Mis ojos estaban puestos en ella, pero sabía que me podía ver ridícula mirándola de esa forma, mi mirada gritaba: ¡Quiero ser como tú!

Mi cuerpo se levantó y caminé hasta el chico que me había invitado, bueno, que había invitado a mis dos amigas; yo había sido el arrastre. Al llegar hasta la mesa en la que nos habíamos puesto noté que no estaban allí por lo que mi vista examinó el lugar completo, pero fue imposible captar sus cabelleras rojas fuego.

—¿Dónde estarán? —Pronuncié bajito. Aquello no fue audible siquiera para mí, dado que la música a tan alto volumen evitaba que pudiese oír algo. Caminé con un poco más de prisa en dirección a un lugar que estaba a oscuras y al parecer ajeno al sonido.

Al entrar al lugar me percaté de que eran habitaciones, el espacio más bien parecía un lugar de descanso dado que había pequeños lugares con camas y con cortinas finas, tan finas que se podía ver a través de ella.

Mientras avanzaba miré hacia atrás, las luces LED daban contra la pared de salida de aquél espacio y supe así que me estaba alejando de dónde estaba el bullicio. La voz de una de mis amigas llegó a mis oídos, está gritaba, cosas muy indecentes...

"Oh sí... Mhmm, dame más, por favor"

Un sonrojo se instaló en mis mejillas al ver la escena frente a mí, vi a mis amigas en una posición un tanto comprometedora con el chico que nos había invitado junto a uno más, mis labios se entreabrieron ante la sorpresa y jadeé sorprendida; de forma inconsciente mi zona empezó a palpitar haciendo que deseara estar ahí, recibiendo por lo menos unos pequeños toques en zona.

Mi cuerpo se echó para atrás de forma rápida a una de las habitaciones que estaban abiertas, tropecé y di una estúpida vuelta cayendo de rodillas.

—¡Auch! —No pude evitar exclamar.

Al intentar levantarme me percaté de unos zapatos negros frente a mí, eras finos, estaban tan limpios que sentía que podía comer sobre ellos.

Mi cabeza se elevó con lentitud y mis ojos divisaron a una persona frente a mí, una persona no, más bien a un maldito hombre diseñados por los dioses; sus ojos grises, su nariz perfilada, sus labios en forma corazón llenos de un rosa parecido a un rico néctar de fresas, su mirada arrebatadora, su... —¿Se te ha perdido un orgasmo por aquí? —preguntó, por la forma intensa en la que me miraban sus ojos supuse que era para mí.

—No, yo solo... —La forma en que su pierna derecha cruzó a la izquierda hizo que le prestara atención a su postura, él quitó el botón de su saco y extendió sus manos por la parte superior del mueble.

—Es que tus ojos me están gritando que te tome.

Me levanté tratando de huir, pero choqué contra un pecho, un duro, fuerte y amplio pecho, al mirar hacia arriba mis labios se entreabrieron encontrándome con unos ojos café que me miraban con intensidad, sentí la presencia de alguien tras de mí, y la tensión del ambiente empezó a subir de tono, el chico delante de mí bajó un poco la cabeza sonriendo de lado y diciendo: —¿Por qué nos miras así? ¿Quieres que te tomemos y te hagamos saber que dos siempre será mejor que uno?

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