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Detrás de un susurro

Detrás de un susurro

Liny D. Reina

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Capítulo

Lía, una chica cansada del control excesivo que sus padres tenían sobre ella, decide irse de casa para lograr su independencia tanto económica como emocional, se ve envuelta en la pérdida del hogar que había conseguido gracias a sus ahorros. Con ayuda de su nueva amiga, se instala en una casa compartida junto al hermano de su amiga el cual la quiere sacar a como dé lugar. Amargado y explosivo, así describe Lía a aquel chico, el cual posee una cualidad extraordinaria la cual Lía irá descubriendo a medida que se hacen más cercanos. Un evento desafortunado separa sus caminos ¿podrán encontrarse otra vez?

Capítulo 1 Me voy

Padres ¿Han llegado a sentir que todo lo que ustedes hacen es como una decisión demasiado riesgosa para ellos? Es como si te tuviesen encerrado en una burbuja de cristal, no, como si tú fueses hecho del cristal más delicado del mundo. Así es exactamente como me sentía, mis padres habían controlado cada uno de los aspectos de mi vida, era como si quisieran vivirla a través de mí ¡No podía soportar más esto! Así que tomé mi decisión.

—¿Realmente quieres irte hija?— preguntó mi madre recostada en el marco de la puerta.

—Es lo mejor mamá— dije como respuesta mientras cerraba la cremallera de mi maleta.

Era hora de irme, de hacer mi propio camino. Ella se limitó a sonreír de manera melancólica ante mi respuesta, separarnos era difícil para ambas, pero no quería seguir viviendo la vida que mis padres quisieron vivir a través de mí.

Pasaron un par de horas y había llegado a la casa que había adquirido gracias a mis ahorros, esperaba no agotarlos antes de encontrar un trabajo y recibir mi sueldo, di un recorrido con mis ojos a aquella casa. Por supuesto que no era una mansión, mis ahorros no eran lo suficientemente grandes para eso, pero era un lugar agradable, debía decorarlo para darle algo de vida. Después de organizar mis pertenencias salí a recorrer el lugar, era mi primera vez en esa ciudad, a excepción de cuando vine a ver la casa, lo haría junto con mi búsqueda de trabajo ¿Trabajo como mesera? Así podría conocer a más personas, además las propinas ayudarían mucho. Había pasado por tres restaurantes y ninguno estaba buscando personal.

—¡Estoy cansada de caminar!— Dije bastante desesperada mientras me sentaba en una de las bancas.

—¿Buscas algo?— preguntó una chica de cabello largo y lacio a mi lado, no la había visto allí antes de sentarme.

—Sí, trabajo— dije con una sonrisa exhausta.

Aquella chica se levantó de repente y tomando mi mano me arrastró hasta un restaurante algo sencillo, miré sorprendida todo el lugar, era bastante cálido y agradable, las decoraciones a pesar de ser sencillas tenían ese toque minimalista que daba una sensación de descanso y serenidad.

—Veo que eres nueva aquí— Cuestionó con una animada sonrisa a lo que yo asentí —Mi nombre es Aidé ¿y el tuyo?— preguntó extendiendo su mano en mi dirección.

—Mi nombre es Lía— respondí con una sonrisa, podía sentir como si un peso de encima me fuera quitado.

Estuve un rato hablando con Aidé y resultó ser muy amable, apenas estaba comenzando el restaurante lo cual hacía que unas manos extras fuesen necesarias, además de que era una oportunidad perfecta para mí, pues además de poder trabajar podría ayudar a una nueva amiga a cumplir su sueño, el lugar tendría que crecer y me esforzaría por lograrlo, ya había aceptado y no podría volver atrás.

Una semana después…

Las cosas desde que me fui de casa habían estado bien, quiero decir que no ha sido tan fácil como tener asegurado tu alimento todos los días y a cambio de eso no tienes que hacer nada más que limpiar tu cuarto, debo dar lo mejor de mí para probarles a mis padres que puedo hacerlo sola y más importante que eso, para demostrarme a mí misma de que soy capaz de superar mis propios límites.

Estaba caminando junto a Aidé, nos habíamos hecho grandes amigas y descubrimos que teníamos gustos similares, lastimosamente sus padres habían fallecido cuando era bastante pequeña, su madre a la hora de dar a luz y su padre en un asalto ¿Era posible que una persona sufriera tanto en la vida? A pesar de eso ella mantenía su sonrisa, quizá para ocultar su sufrimiento, sin importar qué aquí estaría para ella, ese era el deber que había tomado de hacer que ella no se sienta sola, que ella pueda reír o llorar a mi lado ¿No es esa la finalidad de una amistad, el estar juntos y apoyarse a pesar de las dificultades?

—¿En qué estás pensando?— preguntó, interrumpiendo así mi monólogo interno, negué con la cabeza, no quería que ella supiera que era indefensa a mis ojos y que a pesar de su fortaleza, podía ver perfectamente su dolor —oye Lía… ¿Estas no son tus cosas?— añadió señalando al frente de nosotras.

Todo lo que tanto me había costado conseguir estaba a la intemperie, no era mucho, pero era el tangible sacrificio que había hecho estos últimos días, corrimos hacia las cosas y vimos un enorme camión que estaba derrumbando mi casa

—¡No! ¡No!— grité con todas mis fuerzas intentando en vano detener la destrucción de mi hogar ¿Cómo era posible?

Después de destruirla casi por completo el camión se detuvo, aquel hombre había recibido una llamada y algo preocupado agitaba con la mano su corto cabello ¿Qué es lo que han hecho? Aquel tipo que era bastante alto y regordete caminó observando las cosas y se dirigió a nosotras

—¿Esta es su casa?— preguntó con suma muestra de preocupación, sentí bastante furiosa que a no ser por Aidé me habría abalanzado sobre él

—Esa ¡ERA mi casa!— exclamé indignada.

Para evitar problemas mayores Aidé me alejó del lugar y me hizo esperar a que ella hablara con él y llegaran a un acuerdo, después de luchar conmigo lo logró, estuve esperando por largo tiempo hasta que Aidé regresó a mi lado.

—Dice que se harán cargo de la reconstrucción, la empresa cometió un error con las indicaciones de la dirección, lamentan mucho todo esto, pero es lo único que pueden hacer hasta el momento— expuso mi amiga en un tono suave, el cual me pareció bastante confortador.

—Pero… ¿dónde viviré hasta que la reconstruyan?— Me senté bruscamente en el sofá, ella se quedó pensando por un momento hasta que se le ocurrió una brillante idea.

Horas después…

—¿Estás segura de que estás bien con eso?— pregunté algo apenada.

—Yo sí— dijo como respuesta ¿Yo sí? Continuamos caminando, hasta que llegamos a una casa no tan grande.

—No quiero abusar de tu amistad Aidé— ella negó con su cabeza, pero eso no hacía que me sienta menos incómoda —¿vives aquí?— pregunté nuevamente.

—No, mi hermano lo hace, no es muy sociable, así que no prestes atención a lo que pueda llegar a decirte—Respondió sin despegar su mirada de la puerta que estaba cerrada.

¡¿S-su hermano?! —o-oye… creo que no es una buena idea, no quiero incomodarlos de más— dije dando una vuelta pero Aidé me jaló del brazo devolviéndome de un solo tirón.

—No irás a ningún lado, esta casa es de los dos, no tienes a dónde ir, es lo mejor, confía en mí— asentí levemente, no quería incomodarlos, pero tampoco puedo quedarme a la intemperie, solo debía esperar a que la casa estuviera terminada y podría volver a la normalidad ¿Qué podría pasar en un mes?

Aidé estaba hablando con su hermano mientras yo la esperaba en la sala, estaba claro que no le agradaba la idea ya mí tampoco, pero no tenía más opción. Horas después el asunto estaba «solucionado» las cosas que antes estaban en la calle, ahora ya están aquí, bajo techo y Aidé se había retirado…

«Quédate lejos de mí y no hagas preguntas tontas»

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