icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
CAMINO A LA REMINISCENCIA

CAMINO A LA REMINISCENCIA

Brenda VS

5.0
calificaciones
109
Vistas
3
Capítulo

SINOPSIS Tratar de fingir lo que no eres, tener una vida digna de caricatura. Si fuera fácil... Si lo fuera, pero no lo es. Aprendes, caes, te pierdes, te encuentras... Te encuentran... O encuentras. Las emociones pueden variar de acuerdo al contenido. ¿Pero si no es lo que esperabas? Ignes, reina de un estado con más de veinte colonias, más de diez mil habitantes. No es una reina ejemplar, sobre todo teniendo en cuenta que ella sólo es «pantalla» de gobernadora. Y por ello, ese hecho la lleva a intentar abrirse otras puertas, sin tomar en cuenta, que al abrir una, las demás se cierran. Pero hay algo más, hay ventanas que suelen ser mucho más angostas. No todo es perfecto y si parece... No es lo que uno cree.

Capítulo 1 CAPITULO I

Escapé de la mansión o prisión como gusten llamarlo, y había sido sumamente fácil, me tomó minutos ir a dar una vuelta por el jardín, mis dotes a cambiar aparentemente de persona surtieron efecto con los de seguridad, que pensaron era Nasha, la sirvienta.

Era fascinante ya que, teniendo en cuenta, mi aspecto físico se transformaba, ¡y boom! hacerles ver quien no era solía ser divertido, a veces.

Una vez intenté hacerlo con mi madre, ¡vaya error!

¡Stop!

¡Help me!

Enumeró las opciones por las cuales no debí haberlo hecho.

1. La reunión a la que fui como otra persona, era para mí presentación «semi-oficial».

2. Vinieron Reyes, Gobernantes de otras regiones como se les llama.

3. Los Mayores se encontraban allí.

Sí. Ese fue mi error, el no contar que cualquiera de mi especie podría reconocerme a kilómetros de distancia. Muy estúpido de mi parte.

Yo me hacía pasar por otra cuando perfectamente los de mi especie me veían tal cual.

Ahora me preguntaba ¿Cuánto tiempo tardarían en darse cuenta que había escapado?

Después de aquel encuentro bastante afortunado, tuve que volver a mi verdadera forma, arrodillarme frente a más de 20 ancianos refunfuñones y a mi familia que en ese entonces querían verme bajo tierra, mar, fuego. Lo que hubiera primero.

No cualquiera de mi círculo sanguíneo podía tomar forma de otra persona.

Pensaran entonces ¿por qué yo sí?

Por mi queridísima madre. Ella había jugado sucio.

Se supone que los de mi espacie no podíamos cambiar, la acción no se concluye por descendencia a nuestra sangre. Apremiando también que contábamos con dos leyes ante eso:

1.- Si alguien lo hiciese y fuera descubierto en el acto o después de lo sucedido, el sacrificio es eminente, será consumido ante los 5 elementos; aire, tierra, agua, fuego y espacio. |0118|

2.- Quienes adquirieron el don, deberán exponerlos ante nuestra sociedad Yahac khatch, no valido para la población. Se abrirá sesión de manera inmediata. |0119|

El abrir sesión es la manera más tangible de decir que los mataran simplemente por el hecho de poder hacer aquel truco. Un truco demasiado impresionante a decir verdad.

Yo poseía el don, y los ancianos tenían conocimiento de ello sino, no existiría la Rēgīna en estos momentos.

Los mayores a quienes mencioné antes como ancianos—porque si, lo eran— son la autoridad máxima de nuestro círculo de sangre, tienen la idea de que esa magia fue concebida por un cruce de Yahac khatch y Mohachk, archienemigos por naturaleza.

Los nacimientos de estas dos especies vienen del antiguo Greoos. Conocido anteriormente como la antigua ciudad de Grecia. Entre ambos bandos se iban formando de a pocos, una ciudad pequeña fue la testigo de cómo iba en proceso la enemistad, desde que una unión de Mohachk se rompió por culpa de un tercero y nada más ni nada menos que por un Yahac khatch.

Se condenó a duelo.

El enfrentamiento fue sangriento.

Ya que cada especie contaba con ciertos poderes. La mía podía jugar con las mentes de los seres humanos, bien puede ser a través de la manipulación, su psicología a comparación de la nuestra era por decirlo: un chiste. Y capacidad de manejar los 4 elementos. A comparación de los humanos también éramos diez veces más rápidos que ellos, y eso, comparados con el más veloz.

Si cualquier humano se atrevería a retarnos a una carrerita, primeramente tendríamos que sentarnos a tomar un café y observar detenidamente como el sujeto mataba sus pulmones al correr.

En cuanto a nuestros archi-enemigos ellos gozaban del control del aire a diestra y siniestra—, mientras que nosotros adquiríamos lo más básico—. Tomaban cualquier forma, hasta de los propios animales, y se dividían entre sí. Su magia era distinta, aunque nos manteníamos casi en el mismo número. Pues no éramos abundante, una especie variaba entre mil a dos mil habitantes. Todo ello hasta que una pareja consuma su deber de procrear, que solo es cada 15 años. Nosotros llevábamos viviendo 150 años, no éramos taaaan viejos. Pero gracias a nuestro carácter y poder, habíamos conseguido que la mayoría de las personas del pueblo nos respetasen a como diera lugar.

Lo único que nos ataba a nuestros contrincantes era que: asumíamos una misma debilidad, por eso hasta ahora nos conservábamos en paz. Además ellos habitaban en otra región, lo que nos ayudaba a evitar conflictos.

En lo físico se caracterizaban por tener los ojos celestes, anaranjados, mostazas y con el iris rojo—, algo espeluznante si los vieran de cerca —por otro lado nosotros llevamos los ojos de color amarillo, rojo, y verde. No obstante, nuestro iris era el común color marrón, pero teníamos una capa extra visible por encima, rodeaba el contorno de este como un sobre iris, era del mismo color marrón, sin embargo hacia la diferencia enormemente por supuesto.

Ya había dicho que casi no conocía mi región, y estaba en lo cierto.

Mientras camino intento no darme de lleno contra el suelo, no soy torpe, pero si despistada, en efecto soy medio tarada.

Ahora solo veo cerros, casas en la cima de estos, escasos árboles, perros paseando con sarna, lo cual me llevaba a suponer que son abandonados, y lo más fascinante es que ya casi va anochecer, pero no se ve ningún poste de luz.

Simplemente estaba poniéndose oscuro. Y este es un grave problema para mí.

¿A dónde iría a parar?

¿Cuál en realidad es mi próximo destino?

Me siento en una telenovela, de esas que daban como hace más de doscientos años. Dramática hasta más no poder.

Estoy perdida, y muy en el fondo doy a ruegos que alguien en el castillo se haya dado cuenta que su reina ha desaparecido.

Ya no aprecio lo bueno a mi ataque de rebeldía que surgió por la mañana, estoy prácticamente sola, con frío, hambre y si ¡sola! Cabe recalcar.

El sol ya está no habido, y como lo sospeché, esta aldea o pueblo no cuenta con luces por fuera en las calles. Lo que me hace pensar que es cien por ciento probable los índices de robos.

Estoy a punto de enfermar por la ansiedad, no disfruto de mi paseo, ni mucho menos tengo una mísera idea de qué hacer.

Veo la primera rama en el suelo y opto por sentarme y ponerme a pensar en mis escasas posibilidades de llegar a esa casa sin que me pongan de camino derechito a la prisión que tengo como habitación.

Soy como un pez a estas instancias, en cualquier momento me pueden freír.

—¿No hace frío ahí?

Una voz que parece la de un niño me saca del estupor donde me encontraba. Giro mi cabeza hacia ambos lados buscando el lugar de la procedencia.

Ah.

Cuento con un problema más, a partir de la bajada del sol, ya no veo en la oscuridad, sino hasta el amanecer, o simplemente si dejo de lado mi aparente estado físico poco afable.

Cuando realizo la manipulación de apariencia, la visión dejaba de hacer funcionamiento gracias al trabajo que se ejecuta mentalmente, por lo cual solo nos es válido efectuarlo de día, no de noche o a media tarde.

Y el no estar viendo ahora me asegura que ya iban siendo más tarde de lo que imaginé.

No me queda de otra que contestar, a ver si de alguna manera me salvo el pellejo.

—Eh...Hace frío en realidad... —espero que la pregunta que haya hecho sea dirigida hacia mí, sino, no tendría sentido el estar haciendo el ridículo mirando a lo que se supone es la zona donde se encuentra.

—¿Entonces qué haces ahí?

Me contesta.

Eso hace que inconscientemente me ponga nerviosa. ¿Es un niño verdad? Quizá podría ayudarme, no pierdo nada intentándolo... ¿O sí?

—Me perdí —Trato de sonar lo más melancólica posible. —¿Y tú? ¿Eres un niño cierto? No entiendo por qué estás solo a estas horas de la noche caminando por aquí—. Indago con curiosidad, en estas épocas está muy de moda mandar a los niños a asaltar, se convertían en malhechores a temprana edad por lo que escuché de la servidumbre.

—Salí a pasear —su voz trasmite seguridad, pero de ninguna manera me puedo confiar, claro que no.

—Es muy tarde para ti —respondo, me mantengo tranquila, no siento alguna amenaza al tenerlo cerca — alguien podría hacerte daño, secuestrarte, hay tantas cosas que le podría suceder a un niño como tú a estas horas —argumento con cierto sin saber.

—Papá pasará a buscarme — escucho un suspiro —si no me equivoco en 3, 2 —empieza a contar de reversa a la vez qué, cuando llega al número 0 a lo lejos se oye una voz gruesa que flameaba un: ¡Elías, voy a matarte!

Maravilloso, un psicópata viene en su búsqueda.

Todas mis alarmas se encienden, el padre seguramente es un pegalón de lo peor. Es inevitable no sentir miedo por el pequeño que me acompaña en las sombras.

—Miércoles —habla en voz baja.

Espera... ¿miércoles?

— ¡Pensé que estábamos martes! — exclamo.

Mi miedo es mucho más grande, ¡he calculado mal el día que escaparía!

Ay dios mío, en estas circunstancias podría matar al niño

—¡No! —Grita mi acompañante, pero rápidamente calla —no estamos miércoles — se corrige —es como decir una grosería sin sentirme culpable de que mi papá vaya a coserme la boca —intenta explicar, pero eso no disminuye mi miedo, es más lo aumenta. ¿Coserle la boca? Santísimo—. ¿Has escuchado esa mala palabra que empieza con M?

¿Mala palabra que empieza con M?

Ahora mismo no me encontraba con ganas de jugar a las adivinanzas. Debo hallar un lugar donde descansar, estoy totalmente agotada.

—¡TE ENCONTRÉ!

—¡Mierda! — salto de mi lugar espantada por el sonoro grito.

Obvio pienso-proceso ¡esa es la palabra!

Oh Dios... Mi saliva se queda en medio de mi garganta haciendo que me atragante.

Mi presión se baja de sopetón al sentir el peligro latente detrás de mi oreja.

Yo no estuve buscando la mala palabra con m, yo salté porque escuché...

Santo cielo.

Me encontraron; lo sé, lo sé, murmuro.

Levanto mi cuerpo del tronco del árbol que se encuentra debajo de mí, consiguiendo que unas de sus ramas se enreden en el vestido seda que traigo. Alzo mis manos con resignación y desesperación, parte de no verlos.

—Sí, si soy yo, pero dejen al pequeño, no tiene la culpa de que yo este perdida por aquí, él es inocente —mi respiración se acelera, siento que el corazón en cualquier momento puede salir volando de mi boca—; inocente en serio, ¡véanlo es solo un niño! —dramatizo. Conozco a los de mi especie, ellos no distinguen grandes de pequeños, hombres de mujeres, solo atacan.

Trato de hacer un sobre esfuerzo para si quiera identificar algo, pero se que es en vano, no voy a ver si es que no me presento como tal.

—¿Cómo?

Muevo mi cabeza de lado a lado tratando de distinguir la voz, pues es gruesa y para nada se me hace reconocida a de los guaruros que tengo como seguridad custodiándome en el castillo.

Mmm...

Ignes metiendo la pata desde momentos inmemorables.

—Eh...Y-Yo me asusté... ¿Quién eres tú?—inquiero, temerosa.

—Eso debería preguntar yo —refuta la voz, y luego hay una pausa — ¿Quién eres tú? ¿Qué haces con mi hijo a estas horas de la noche? ¿De dónde has salido si estoy seguro de que no eres de por acá? —se hace notable la molestia en su voz—, más importante aún, ¿Ustedes son el nuevo grupo delincuencial que anda robando, no?

What's?

¿De dónde salió que yo soy una ladrona? Hace unas quince horas más o menos era la reina... duh.

Si tan solo dejase que me defendiese…

Cojo mi cabeza con las dos manos y la froto por el estrés tan repentino que me asalta. De pronto me siento mal.

Mierda, que enredo.

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Otros libros de Brenda VS

Ver más
Capítulo
Leer ahora
Descargar libro