-Señorita Adams, escuché que ya no está impartiendo los cursos de cocina.
-Así es, profesor. De hecho, estoy en busca de un empleo urgentemente; necesito mantenerme para poder seguir estudiando.
-He hablado con la profesora Claxton y me comentó que eres una chef prometedora. Conozco a alguien que necesita una cocinera con urgencia, ¿te interesaría?
-¡Claro! -respondí, sonriendo de emoción-. Sería una excelente oportunidad.
El profesor me extendió una tarjeta con dirección y contacto.
-Preséntate mañana. Hablaré con mi colega esta tarde para que esté al tanto.
-Gracias, profesor, en serio.
El profesor me dio una palmada en el hombro antes de marcharse, y yo miré la tarjeta, sintiendo una mezcla de ilusión y nervios. Era la oportunidad que tanto necesitaba. Los últimos meses había estado trabajando en el restaurante de mi profesora Claxton como asistente en los cursos, pero por razones personales, ella tuvo que cancelar las clases, dejándome sin empleo.
Guardé la tarjeta y regresé a casa, al departamento que comparto con mi mejor amiga, Aurora. Ambas dejamos atrás nuestro hogar de infancia, el orfanato, para iniciar una nueva vida en la ciudad. Nunca conocimos a nuestros padres ni fuimos adoptadas, pero las monjas nos cuidaron con amor y nos dieron educación, enseñándonos a ser fuertes y autosuficientes.
Al entrar, dejé las llaves en la mesita junto a la puerta y vi a Aurora planchando su ropa en la sala.
-¿A qué se debe esa sonrisa? -preguntó, levantando la vista.
-¡El profesor Midelton me consiguió un empleo como chef!
-¿De verdad? -sus ojos brillaron-. ¡Qué buenas noticias! ¿Cuándo comienzas?
-Aún no lo sé, pero mañana tengo que presentarme en la dirección que me dio el profesor.
-Eres una excelente chef, Kate. Verás que te irá bien.
Noté que estaba planchando una blusa elegantísima, algo raro en ella.
-¿Y tú por qué estás planchando? Pensé que ibas a la tintorería.
-Tengo una presentación importante en la universidad y no me da tiempo.
-¡Buena suerte! Lo harás genial.
Fui a mi habitación, me di una ducha rápida y luego me puse a terminar las tareas. Al rato, preparé algo para la cena. Mientras lavaba los platos, pensaba en el día siguiente y en qué clase de lugar sería. Era como una mezcla de emoción y temor. Terminé de limpiar la cocina y me fui a descansar. Mañana sería un día importante.
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Miré la tarjeta con la dirección mientras observaba la imponente residencia que tenía frente a mí. Era una casa impresionante, ubicada en lo alto de una colina, rodeada de jardines frondosos y una piscina enorme que reflejaba el cielo. Respiré profundamente, intentando calmarme, y me acerqué a la caseta de seguridad.
-Buenos días, soy Kate Adams y...
-Ah, señorita Kate, pase, por favor. Ya la están esperando.
Me dejó entrar con una sonrisa, y al cruzar el portón, me encontré con una vista aún más impactante. La casa parecía sacada de una película, todo era majestuoso y, a la vez, intimidante. Mientras caminaba hacia la puerta, una mujer mayor se acercó.
-Señorita Adams, soy la señora Clark, la asistente del señor Yilmaz -me estudió con la mirada-. Al venir recomendada por alguien de confianza, el puesto es suyo, pero estará a prueba durante una semana.
Asentí y la seguí en silencio, intentando no mostrar lo nerviosa que estaba.
-El señor Yilmaz es extremadamente exigente, sobre todo con su comida. Aquí tiene su menú semanal -me entregó un documento detallado-. Nada fuera de lo que está aquí. Y todos los ingredientes deben ser exactamente los que él pide. ¿Entendido?
-Claro, señora Clark.
-Solo preparará el desayuno y la cena. Después de eso, podrá retirarse. Si necesita algo, Simon, el asistente de la casa, puede ayudarle. Le dejo trabajar, y recuerde: está a prueba.
La señora Clark se marchó, y finalmente quedé sola en la cocina. Miré el menú con detenimiento. Estaba repleto de detalles, todo debía ser meticuloso.
-Fusilli en salsa marinara y ensalada de sémola de trigo -leí en voz baja-. Bueno, empecemos.
Estaba casi terminando de preparar el plato cuando, de repente, escuché una vocecita a mis espaldas.
-¿Eres la nueva chef del tío Dimitri?
Di un salto y me giré. Había un niño pequeño, de unos seis o siete años, mirándome con curiosidad.
-Creo que sí -le sonreí para tranquilizarme-. Me llamo Kate, ¿y tú?
-Soy Azad Demir.
Azad caminó hacia la isla de la cocina y olfateó el aire, cerrando los ojos.
-Huele delicioso. ¿Qué estás cocinando?
-Pasta y ensalada.
-¿Sabes hacer galletas?