La historia de una tulpa

Krystal y el enojo

Después de que Krystal arribara al mundo, se encontró viviendo en un departamento espacioso junto a alguien que no conocía, pero que sentía un aprecio sin fin. Al parecer, era la persona que la había creado anteriormente, sin embargo, ella no lo sabía, y Avalón -el nombre de la muchacha con la cual convivía- no le prestaba atención alguna. Siempre estaba muy inmiscuida en sus cosas, por lo cual, Krystal debía comprender el mundo de manera solitaria sin nadie a quién pedirle. De lo único que se encargaba su compañera era de regañarla si hacía algo que estaba mal o consideraba de esa manera, pero sin saber qué es lo que es el bien o el mal puede desarrollarse en algo catastrófico.

El único problema es que la tulpa tiene más de veinte años, ya no es una nena, y frente a los ojos de los demás se comporta como alguien ridículo. Ingenua, sin maldad alguna. Siempre dice lo que piensa hasta en las mínimas cositas, y prontamente está formándose para asistir a alguna institución, pero antes de ello, debe comprender el mundo humano.

Observa a su dueña emocionarse con una película romántica, suspirando en todo momento que la pareja choca sus labios en una acción que se llamar besar, y a Krystal no le produce nada, le parece algo totalmente ilógico. No sabe cómo expresarse en absoluto; pero, hay una cosa que le suele llamar sumamente la atención, cuando su ama comienza a levantarle el tono de voz, su rostro angelical digno de pasarela se transforma. Abre sus ojos al máximo, hasta parece que las bolas oculares saltarán por el lugar. Después, frunce el puente de la nariz, y sus cejas se inclinan levemente. El corazón le bombea rápido, Krystal puede oírlo desde donde está sentada siempre que la regaña. Levanta las manos a la misma altura que su pecho y le indica qué hacer. Finalmente se retira con pisadas fuertes todo el camino que la lleva hasta su propia habitación donde Krystal tiene prohibido entrar, prohibido significa que "no se puede", pero ella piensa que es una simple palabra y no tiene importancia.

Por la mañana, se levanta temprano y ensaya, frente al espejo que tiene el baño, lo que los humanos llaman "enojarse", una acción que considera tonta, y que la mayoría de las veces se torna inútil.