Todo comenzó cuando por trabajo tuve que empezar a viajar mucho a Asia para abrir nuevas oficinas en ese continente. Visitamos Singapur, Hong Kong, Corea y otros países, pero como nuestra empresa madre ya tenía oficinas de representación en Hong Kong y Singapur, entonces Corea fue la elegida.
Varios de nosotros estuvimos viajando bien seguido a Seúl, para poder instalarnos. Comenzamos contratando coreanos pues necesitábamos talento local y alguno que otro extranjero necesario.
Debo decir que Seúl y Corea me encantaron, un país maravilloso, lindo, ordenado, aunque muy tradicionalistas y elitistas para mi gusto.
Con mis compañeros íbamos a fiestas latinas que hacen allá, a karaokes, restaurantes. Fuimos muchas veces a Itaewon que es un barrio donde hay muchos restaurantes y tiene un ambiente más internacional y lo pasábamos muy bien.
En el trabajo todo iba bien, pero el viajar tan seguido resultaba muy agotador, no hay vuelos directos desde Chile, por lo que hay que tomar dos o tres vuelos y eso toma muchas horas. Así que decidí quedarme seis meses allá y un mes en mi país y eso por alrededor de dos años que duraba la puesta en marcha de la oficina. Con mi novio nos veíamos cuando yo viajaba a Chile.
Supe que Bruno Mars había decidido visitar Corea y hacer un concierto allá. Como yo estaría en Seúl para la fecha, entonces con unas compañeras de trabajo, compramos entradas para su concierto.
El día del concierto hacía mucho calor, a pesar de que recién comenzaba la primavera y había mucha gente en el estadio.
El concierto fue una locura, bailamos, cantamos, gritamos, y estábamos con la adrenalina a tope, hasta me dieron vuelta una bebida encima, todo eso por supuesto, mi grupo de amigas y compañeras, pues los coreanos no son tan efusivos y son bastante ordenados.
Al término del concierto y durante la salida había tanta gente que me separé de mis compañeras, pero habíamos quedado en ir a un bar después y si por algún motivo nos separábamos, nos juntaríamos allá.