El Castigo del CEO
de hasta las once de la noche, por suerte solo tendría que rellenar las estanterías y preparar el café, el turno pasado le
s aproximadamente de Snowfiel, el viaje solo tardaba tres
daban un toque mágico, sobre todo al sendero de árboles por donde caminaba en ese momento, nada tenía que ver con los paisajes de las montañas de Snowfiel, que en esa época mostraban todo el esplendor de la nevada en esa estación del año. En esas ocasiones en que comparaba el follaje de un lugar y otro, era cuando más extrañaba su hogar. Aún recordaba cuando se reunían todos alrededor de la chimenea, su madre dando vueltas en la cocina horneando galletas de jengibre, su padre echando leña a la chimenea, mientras les conta
aría en sus fiestas favoritas del año, huyendo, y ocultándose en un lugar desconocido todavía para ella, sin nadie a su alrededor con qui
enzó a avanzar más deprisa, cuando llegó a una esquina para cruzar volvió a echar un vistazo hacía atrás, pero ya no había nadie, el hombre no estaba, la chica
e dijo en voz alta,
calentará la cama en las noches frías. Pero aún así no podía bajar la guardia, ni tampoco arriesgarse a que la encontrara y la llevará arrastras como había prometido si se negaba a caminar al altar. Por eso solo trabajaría hasta el final de la semana en el supermercado, era día miércoles así que tendría aun algo de tiempo para organizarse, ya había reunido el dinero suficiente para llegar a Inglaterra, pasaría las fiestas en la casa de su tía Katherine Hi
ella tendría más ventaja para ocultarse de él. Ares era un pez gordo en su estan
rda idea de convertirla en su esposa, para que según él, ella no acabará manchando su ilustre apellido y pusiera en ridícu
sus padres aquella terrible noche, por lo que su guardarropa invernal era escaso y limitado, y la mayor parte del tiempo llevaba el uniforme del trabajo así que no se preocupaba por qué su apariencia fuera perfecta, al menos tenía la vestimenta adec