El Castigo del CEO
MARS
la temperatura invernal no le hacían las cosas más sencillas, ya se estaba quedando sin dinero y sin esperanzas, había dormida en la estación del metro, en algunos albergues para p
cercanos de Hingleville, localidad en la que ahora se encontraba, y donde según la mujer pagaban bien. Así que
y tantos años, con uniforme de la tien
hall, me dice que usted tiene experienci
ndió Hanah con un
Pero debido a que hoy no tengo muchas opciones, la pondré a prueba s
rece perfecto_ dij
ll, puede comenzar desde a
de luego_ dijo
ra llegar a saludar a las personas que veía todos los días de camino al trabajo, ya había conseguido un acogedor departamento con una renta baja. Por las noches su única compañía eran los libros que había adquirido en una tienda de reb
un tonto espejismo, una ilusión que ella y sus estúpidas ideas infantiles habían creado, y que con el tiempo le die
a otra a quien lastimar, ya no le importaba lo que él hicie
s aguafiestas_ le dijo
n las personas Alex, de verdad que no m
a casa, además las chicas también irán_ dijo Alex se
o me apetece, lo sient
nde trabajaba, era un chico cinco años mayor que ella, que le había dejado claro que le gustaba, pero la joven no estaba lista para comenzar un romance de ningún tipo, la
ojos color esmeralda, quien le hacía el amor ardientemente, y por más que ella
cordara lo que p
bía usado en ella como para que en su mente no quedar
scuridad, y lo peor de todo es que ella deseaba recordar algo, así sea algún sentimiento, alguna sensación, que le dieran una idea de cóm
nsaba en Ares como su agresor, algo dentro de ella aún duda, pero luego se decía a si misma que era solo un estado psicológico normal, en alguna parte había leído, que el cincuenta por ciento de las víctimas de violación siente culpa por haber sido atacadas, y Hanah pensaba arraigadamente que ese era su caso, porque si lo era entonces tendría que pasar al siguiente diagnóstico menos favorecedor para ella “Estaba enloqueciendo”. Así que se sentía más segura con la primera