Él la salvó, yo perdí a nuestro hijo
vista d
o la esterilidad de la habitac
n mapa de suturas: catorce puntos donde el latón había despellejado la pi
staba afilada c
asado se
rta se
El polvo gris del yeso colapsado
recía haber estado conteniendo desde la expl
apa
mo una ofrenda rechazada. -Hablé con los médicos. Va
sabía a ceniza en mi lengu
de que yo siquiera lo hubiera acusado-. Tiene un historial de proble
rada bajo un
na mano por el cabello, desalojando una mota de polvo-.
aste. El instinto es algo poder
ntrecerrándose-. Salvé una vida. No la eleg
seis horas tarde a visitar a tu esposa? ¿Es
casa de seguridad. Su departamento no es seguro después del incendio
go una pi
mplido, pero sonó como una maldición-. Siempre
de ser fuerte para que
éfono
lgares volaron por la pantalla
que irm
s de l
ga a ser sedada hasta que me vea. Cree
hacia la
mblando a pesar de mi resolución-, no te
segundo, la máscara se desl
el teléfono
lia -mintió-. No podemos tener u
li
ndos. Luego me q
caliente, pero los analgésicos mitigaban el filo lo su
Tenía que ver. Tenía
mente, pegada a las sombras proyectadas p
psiquiátrica. Las persianas e
yada contra la par
uelta en una manta. No estaba frenética
recía el frío Segundo al Mando.
billa en la parte superior de su cabeza.
onces
reverente. Fue el beso de un hombre que quemar
ue nunca, ni una sola vez en tr
z de amar. No
e no me am
era la habitante. Yo era
abitación, el rítmico *pum-pum* de las mu
o lloré. Las lágri
é mi t
jó mi lado de la cama p
ción To
el acantilado. Un em
.. quizás
io Maxwell, el arquitecto en San Francisco qu
me dije. *Es
sin remordimientos. Necesitaba estar s
el reg
untos, Damián.