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La Rata en las Sombras: Su Caída

La Rata en las Sombras: Su Caída

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1189    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:31

entre por el hijo que mi esposo, Braul

a de embriones, él se largó. Me dejó por su novia de la prepa, Isab

ilia" mientras su propia familia me humi

empujó al suelo, Braulio corr

con pu

erías una buena madre si t

a los ojos, mi voz te

ioso, Braulio? Cancelé la

a toda su fami

io. Y esta vez, n

ítu

vista de

al otro lado de la habitación, clavado en su celular. Tenía el ceño fruncido, la mandíbula apretada. Era una expresión que conocía demasiado bien

una familia, la oportunidad de tener el hijo que ambos decíamos desear con desesperación. Un peso enorme se había levantado

plana. Ni siquiera levantó la vi

ierta por la sábana estéril. Mi cuerpo estaba preparado, mi mente era una mezcla borrosa de anticipac

nalmente mirándome, para luego volver rápidamente al

a mirada que podría cortar la leche. Tenía los labios apretados en

sa lo necesita aquí. Este es un procedimiento crucial, y necesitará su apoyo y ayuda despu

u teléfono resonó en la silenciosa habitación, haciéndome saltar. Me miró, un destello de algo que podría h

nte se trataba del hijo de Isabela, o del drama de la propia Isabela? ¿E

resurada, ya retrocediendo hacia la puerta-. No te pr

a se cerró con un clic, dejándome con la mirada compas

ra proceder con la transferencia. Tenemos dos embriones excelentes, como lo discutimos.

inación de meses de inyecciones, ultrasonidos, lág

No solo llegaba tarde. Se hab

ora se sentía como un campo de batalla. Mi abdomen estaba hinchado por las hormonas, mis brazos amoratados por las interminables extracciones de sangre. Cada

ije, mi voz ap

su mano flotando sobre lo

ora Be

esta vez más fuerte, las palabras sintiénd

lado. Sus ojos estaban abierto

iones listos. Esta es una oportunidad única

firme-. Rara vez obtenemos embriones de tan alta calidad. No

rostros amables

me, a pesar del temblor en mis

maratón físico y emocional. Ciento veintiún piquetes en mi vientre, cada uno una oración silenciosa, un sacrificio callado. Todo mi ser gr

. No podía traer un hijo a un matrimonio que ya se estaba desmoronando, a una vida en la que

o, un torbellino de resentimiento y una extraña y liberadora resolución. El sueño de un hijo, que me había consumido durante tanto ti

iró, un sonido car

ueños puntos de esperanza ahora cubierto. El silencio en la habitación era ensordecedor, un marcado contraste con el caos

a se sintió como el cierre de un capítulo, no so

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