La identidad oculta de la esposa por contrato al descubierto
e vista
iban delante, su conversación susurrada era un zumbido sordo que no me molesté en
que Kilian había descartado como un malentendido o una broma
cegador llenó el coche. Un tráiler enorme, con el claxon a todo volumen, se estrelló conn un silbido violento. Mi cabeza se sacudió contra el reposacabezas y
angre trazar un camino de
o sobre el de ella, protegiéndola del impacto, revisándola frenéticamente
moteante de los restos del coche, gritando por lo
rtilleaba, y un nudo espeso de shock y dolor
a hacia las luces parpadeantes de una ambulancia sin una
una promesa que me había hecho en una noche est
, Elena. Siempre
staba impregnado de un aroma empalagosamente dulce. La habitación
ue soy violenta
ez conocía tan bien c