Todo está mal, pero está bien. Te volviste amante.
probar un poco de su sabor, divertirme y salir indemne. Qué estupidez la mía: pensar que solo podía jugar con fuego en la medida de lo pos
ada más. Una cena cara, una buena conversación, una sonrisa torcida. Eso era todo -repetía en
ugar. Y Fábio... Fábio siempre supo exactamente hasta dónde dejarme creer que yo tenía el control. Si alguien me preguntara hoy
límites. El problema fue cómo me sujetó la mano cuando pidió otra ronda
erbal para meterse en problemas. Y que, a diferencia de los contratos que
iano en Cambuí. Fábio al otro lado, con la chaqueta tirada sobre el respaldo de la silla, la camisa blanca con el
istoria de chica trabajadora: hija de profesor, padre de banquero, becaria en un colegio privado, que aprobó el examen del Colegio de
ada palabra. Revolvía el vino en su copa, apoyaba la barbilla en
a había olvidado la advertencia mental que decía:
egó la prim
de r
reguntó, inclinándose hacia adelante, como
Qu
as que pierden e
ré, r
ora. Que es un poco torpe. Eres
encanto halagándome p
con los que hacen cumplidos demasiado pronto, con los qu
devolviéndole la sonrisa. Y ac
robé. Entre bocado y bocado, empezó a soltar frases
hace un
centrado en
as, ¿verdad? Pero contigo...
ligero." Traducción: "Voy a hacerte pensar q
eyera, sino porque quería creerlo. Es diferente, ¿sabes? A vec
agarlo todo. Incluso intenté dividirlo, como insiste una mujer moderna,
tera y pasó la tarjeta metálica
yo", me gu
, pregunté m
a comisura de
o. Y pasado ma
do en letra pequeña:
esas farolas que hacen que todo parezca sacado de una mala película romántica. La calle estaba casi vacía. Fábio
a de valer más que mi apartamento alquilado. Abrió la pu
acias por la cena, estuv
elto a mi edredón, a mi Cabernet, a mi mun
ateral frío del coche, sintiendo la
notó. El hombre tiene b
", preguntó
, me
e lleve a casa?
uscar un coche", intent
a y suave, una que ya
en la puerta. Prom
risa, como q
Te port
e dirigió esa mirada que d
u
aja del estéreo: una lista genérica de jazz moderno, que apuesto a que ni
la palanca de cambios. Demasiado cerca de mi pierna. Podía sentir
i dirección, como si no fuera a
d Cambuí?"
e problemas", dije, como si fuera una iro
detuvo en un semáforo. Y allí, en el semáforo en
irte algo?"
ue no quería estar c
ligente, habría cont
rte, habría dicho:
inclinó. Me besó la barbilla, luego la
o d
marcha, mi consciencia se apagó. Cuando me di cuenta, el bocinazo
ndose de una broma que sa
or apagar el coche. Tenía la mano en el pomo de la pue
rró la
ntó con descaro. Deber
aber dich
n la acera, fumando un ciga
e mi boca antes de
aliente en la nuca. Ni siquiera miraba la cámara del ascensor: la paranoia
ero, por mi lista de jazz, la misma que escuchaba s
dos copas. Brindó por mí como si la vela
a, tres pasos s
ento. Cada caricia, cada beso, cada frase sus
ba nada. "Separados". Eso fue lo q
Él seguía allí, durmiendo a mi lado,
Es esto real? ¿De verdad es
n esa sonrisa torcida, me
veré, ¿vale?
h
c
ada, un contrato invisible firmado con un beso, y Maríl
tragada. Primera
ondo, l
hay una cama caliente, una sonrisa torcida, un
pida, dici