Encierro
as. Un ambiente denso de desconfianza rodeaba cada interacción. Sin embargo, con el tiempo, es
isma. En la prisión, donde las apariencias a menudo pueden ser engañosas, la evolución de la percepci
ue sus ojos se ajustaban a la penumbra del lugar, su mirada se posó en el hombre que había convertido su vida en un infierno: el capitán de poli
sonrisa burlona, sus ojos oscuros brillando c
implacable alimentada por años de sufrimiento y pérdida. La mera presencia de López era un recordatorio co
el dolor ajeno. Sus labios curvados en una sonrisa sádica parecían desa
sus venas. Sus ojos, cristalizados por el dolor y la determinación, se encont
s del pasado que amenazaban con consumirla. Pero entre las sombras de la desesperación, una chispa de
objetivo, Irene se adentró en las entrañas de la prisión, li
ue había temido durante tanto tiempo había llegado, y ahora se encontraba atrapada entre las paredes de su propia pesadilla. Sin embarg
l caos que la rodeaba. Aunque la soledad no era un compañero deseado, para Irene era un respiro bien
brumada por el torbellino de emociones que la había consumido desde su llegada. El futuro
rayos sobre el suelo polvoriento. A medida que exploraba el área, una sensación de nostalgia se apoderó
icia en sus ojos y risas burlonas en sus labios. Irene sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras
implemente rara? -Comentó una de
no pasó desapercibido. Sin embargo, antes de que la hostilidad p
ila, recién llegó. -Intervino
Agregó Mariana, respaldand
grupo hostil se retiraba ante la firmeza de sus compañeras. Aquel momento no solo marcó la defensa de Irene,
s estanterías, sus ojos se posaron en una biblia, parecida a la que sus padres tenían. La ob
singularidad de su espíritu. Esa conexión con la biblia se convirtió en un punto de inflexión, un faro que iluminó el camino hacia una amistad inesperada y va
el libro con una mezcla de anhelo e incapacidad. La bibl
ro? -Le preguntó c
ojos reflejando un
estas palabras. -Le re
aria, intrig
bes
compartió su verdad con nostalgia. -Me recuer
ara a leer? -La biblioteca
ta, Irene acep
e enca
a penumbra de la biblioteca y la promesa de desentrañar las pala
_______
bibliotecaria tomando un libro infantil. -Tiene palabras
ero también con una pizca de ansiedad. Sabía que aprender a lee
libro y señala las pala
labra. Y cuando las palabras se juntan, cuentan una
letra y cómo se combinaban para formar palabras. Le enseñó a identificar pala
cada palabra con determinación y concentración. La bibliotecaria estaba s
ertas a un mundo de conocimiento y aventura que nunca antes había imaginado. La biblioteca se convirtió en s
guía amorosa de la bibliotecaria y su propia dedicación, aprendió rápidamente a
s del libro inicial para aventurarse en libros más extensos y desafiantes. Con cada nueva histo
quienes la miraban con admiración y respeto. Con cariño y solidaridad, se
explorando juntas las maravillas de la literatura. Juntas, navegaban por las palabras y l
ió aún más a las mujeres en su celda, creando un lazo indestructible de amistad
el verdadero valor de la lectura y el poder transformador que ten
ración la fascinación que desprendía cada página que pasaba. La serenidad y concentración con la que
su alegría, tuvo una idea repentina. Con determinación, se acercó
illo de su uniforme y sacó una pequeña Biblia. Con una sonris
z suave. -Sé lo mucho que te gusta la lectura de la
Con gratitud en su corazón, tomó la Biblia entre sus manos con reverencia, s
ste? -Le pregunta
odo. -Le cont
alo más hermoso que podría
de generosidad y amor que había surgido entre ellas. En ese momento, la biblioteca parecía brillar con una l
l con renovado fervor, sabiendo que siempre llevaría consigo el
es de las matemáticas, Irene conquistó las sumas, restas, divisiones y multiplicacione
bras en un idioma desconocido dejaron de ser un enigma y se transfo
operaciones matemáticas, se reflejaba en sus ojos, revelando e
ecuerdos. Cada paso resuena con las lecciones aprendidas en la biblioteca, y aunque la amabilidad no era
ón no puede llenar el vacío de lo perdido, al menos le ofrece un respiro en medio de la rutina sombría. La paleta
esgastada. El bullicio de sus compañeras resonaba en el aire cuando la invitaron
s jugar voleibo
jugar. -Irene resp
pañera intervino
cupes, te e
ividad. La pelota, un objeto efervescente en manos inexpertas, rebotaba entre
uda entusiasta de sus compañeras. La cancha de tierra, marcada por líneas imperfec
gúrate de colocarte en pos
se posicionaba en la cancha. La arena crujía bajo sus pies,
e anticipar su movimiento. -Carmen
n en los movimientos básicos, desde el saque hasta la técnica de bloqueo. Risas y camaraderí
nta pasar la pelota a Mari
ue. La pelota se elevó en el aire, y con un movi
stás mejorando! -Exclam
mplicidad. El polvo en el aire y el sonido de la pelota resonaban como una sinfonía de libertad en medio de las barreras que los rodeaban. En ese ri
e con una chispeante sonri
Irene. ¿Qué te parece si jugamos en ser
. Irene, apoyada por Francisca, se encontró en un bando. La cancha de tierra se
n. -Irene resp
un movimiento coordinado, los equipos comenzaron a intercambiar golpes. Risas y g
gias con su equipo. La cancha se convirtió en un terreno de desafío, dond
etencia amistosa, sino un refugio temporal donde las preocupaciones de la prisión quedaban atrás. En ese rincón improvisado, I
ejía una trama de emoción y camaradería. La pelota saltaba entre las manos, trazando un arco en el aire pol
daba atrás, y la competencia se volvía cada vez más intensa. El viento soplaba llevándo
as se entrelazaban en una danza de destreza y amistad. El sol iluminaba
convertía en una pequeña victoria, y la emoción se intensificaba con cada jugada audaz. El
el saque final. La pelota voló en el aire, y con un preciso golpe, cruzó la red hacia el campo
flejaba en los rostros sudorosos y sonrientes de l
ene! ¡Ganamos!. E
sformado aquel rincón sombrío en un campo de triunfo y alegría compartida. La victoria de Irene no solo era deportiva, si
n, llena de entusiasmo, se abrazó a Irene en un gesto de euforia. Sin embargo, Irene, no acost
estejo y dio una palmad
talentosa, y eso que es tu primer ju
e había convertido en un escenario donde Irene demostró habilidades inesperadas. En ese efímero momento de triunfo, la p
hos, las paredes desnudas y el suelo frío acompañaban cada paso. El eco