La nueva pareja, Mariabella y Edgar, pasan las vacaciones de verano de la universidad juntos en Carlchester, fortaleciendo su relación. Mariabella conoce a la familia Barrington y se reencuentra con su padre
Abrà la puerta con entusiasmo para encontrar a mi muy feliz novio sonriéndome.
- Lo hicimos, bebé - dijo Edgar, mientras me levantaba y me ponÃa en su cálido y reconfortante abrazo. Edgar medÃa 1.80 de alto y yo solamente unos 1.67, asà que formamos una pareja interesante.
- Estoy tan contenta de que haya terminado. Vámonos a casa - Hablé en su cálido cuello, antes de colocar un beso justo debajo de su oreja, antes de que me bajara.
Edgar y yo estábamos pasando el verano en Weavington. Edgar, con su mamá, papá, hermanos menores y hermana, y yo con mi papá. Me acababa de mudar a Washington desde New York para ir a la universidad después de que mi mamá se volvió a casar. Se estaba mudando fuera del estado, asà que sin ella, estarÃa sola en California. Ahora que sabÃa que Edgar habÃa crecido en Weavington, deseaba haberme mudado antes.
Edgar se inclinó para tocar sus dulces labios con los mÃos. - ¿Ya empacaste, cariño?
Dios, amaba los hombres cariñosos, eran perfectos para mÃ. Era tan cariñoso. Para nosotros, solo por estar juntos por tan poco tiempo, parecÃamos relacionarnos como si hubiéramos estado juntos durante años.
Estaba tan emocionada de ver a Edgar en su elemento, de vuelta en su ciudad natal. Era el mayor de cuatro hijos y parecÃa ser un hermano mayor increÃble. Sus hermanos Emmanuel y Richard tenÃan 17 y 15 años, respectivamente, y su hermanita Kendra tenÃa 7 años. TenÃa fotos de todos ellos en su dormitorio y hablaba mucho de ellos.
Me di cuenta de cuánto los habÃa extrañado. Me dijo que habÃa pasado sus vacaciones de primavera en casa con su familia. Pensé que era lo más dulce que podÃa hacer un chico de edad universitaria. Nada de playas y aventuras de una noche en Florida para él. Jugaba béisbol con sus hermanos y llevaba a su hermana a sus clases de ballet.
Él era importante para mà y esperaba que su familia me quisiera, ya que era lo que más valoraba en este mundo.
-SÃ. Solo tengo una maleta, una bolsa de lona y mi mochila. ¿Estás seguro de que tienes espacio para mÃ? - Pregunté, mirándolo por debajo de mis pestañas.
-Hmm. No lo sé, ángel. Supongo que siempre podemos atarte al techo - Guiñó un ojo - Vamos. Llevemos tus cosas al auto - Edgar se acercó a mi cama, arrojó mi mochila en un hombro, mi bolsa de lona en el otro, agarró mi maleta con su mano derecha y extendió su mano izquierda hacia la mÃa.
-Edgar - gemà - Puedo llevar algo.
-Sé que puedes, Mariabella. ¿Por qué no tomas tu bolso y tu diario de ahà de tu escritorio? Solo déjame llevar estas cosas por ti, ¿de acuerdo?
-De acuerdo - Rápidamente me acerqué para tomar los últimos dos artÃculos en mi habitación. No puedo creer que casi habÃa dejado mi diario. En él, habÃa presionado cada una de las flores que Edgar me habÃa dado, y habÃa grabado los fragmentos de mis pelÃculas de todas nuestras 'citas'.
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