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¡Pídeme que te olvide!

¡Pídeme que te olvide!

Chico Literario

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Capítulo

¿Alguna vez quisiste...? Todos tenemos planes, metas y aspiraciones. La realidad es que no todo lo que pensamos se cumplirá en lo que deseamos. Meses atrás recibí un sobre vacío y cartas anónimas. Desde ese momento mi vida cambio por completo. Me enamore, quise divertirme, salí a fiestas, tome fotografías, Emilio cuidaba de mi y al final conocí a mi escritor anónimo. ¡Él me ayudo a descubrir que mi vida era una mentira! Cuando supe todo esto me arme de valor para enfrentar a mi pasado. —¿De verdad te gusto? —necesitaba una razón de peso para quedarme. Mi nombre es Miranda y esto que estas a punto de escuchar es la historia del porque me encuentro huyendo de casa "Tan conmovedora y simple ¡Pídeme que te olvide! es una historia que desnuda los secretos mas sinceros del alma que carece de afecto en esta vida. Tocando temas como el amor, amistad, enamoramiento y superación."

Capítulo 1 INTRO

¿Cómo se supone que debe ser la vida después de una tragedia? ¿Adonde debemos acudir cuando el mundo se nos cae a pedazos?

Cuando subí a este autobús, los demás pasajeros solo me observaban fijamente. No sé si eran mis muñecas vendadas, la sangre seca de mi ropa o los moretones de mis brazos, pero me había vuelto el foco de atención de muchas miradas. Literalmente fui la sorpresa de todos los pasajeros, me convertí en el llanto de un autobús sin destino fijo. El chófer parecía no creer lo que veía, su mirada era un reflejo de incertidumbre.

Me senté junto a un señor mayor que llevaba puesta una camisa blanca junto con un chaleco de rombos y parecía no asimilar lo que estaba pasando. Me había vuelto su compañera de viaje y eso parecía incomodarle de cierto modo. ¡Mi apariencia era algo que incomodaba a todo el me rodeaba!

—¿Te encuentras bien? —el tono de su voz irradiaba preocupación.

No me sorprende que el conductor pareciera asustado mientras yo abordaba. De vez en cuando volteaba a mirarme por su espejo retrovisor, mi presencia le causaba inseguridad. La sangre ya se había secado en mi blusa y mi pantalón se había marcado de violencia.

—Sí, estoy mejor que nunca —respondí y el viejito hizo un gesto curioso. Su cabeza llena de canas brillaba con la luz que atravesaba por la ventanilla.

—¿Segura? Estás sangrando por todos lados, parece como si... —añadió él.

Y la verdad es que me sentía bien. Aunque mi cuerpo irradiaba dolor, mi corazón tenia latidos de esperanza. No tenia pensado volver, no quería hacerlo. El abordar este vehículo fue para mí una oportunidad de seguir viviendo, de respirar más en esta vida que casi se me acaba. ¡Ya no esperaba nada de nadie! Ni siquiera esperaba algo de mí. ¿Y a donde se supone que me dirigía? ¿A donde terminarían los restos de esta chica?

—¡Busco pegamento para pegar cada parte de mí! ¿Sabe? —Hice una pausa—. Tengo el alma rota.

—¿Como que estas rota?

—¡Pues si! La verdad es que me rompieron en mil pedazos y bueno...

—¿Tu familia sabe...? —Preguntó con curiosidad.

—Supongo que sí. A estas alturas, ellos ya saben de mi ausencia —admití sin miedo.

¿De que va todo esto? Hasta este punto pareciera que soy una chica completamente rota y con una cruda realidad. ¿De verdad soy…? Las burbujas de la cerveza saben bien. Cada esfera de alcohol puede refrescar con tanta fugacidad el deseo de personas como nosotros. ¿Cual era mi deseo?

—¿Quiere saber mi historia? —mi pregunta causó sorpresa en él.

—¿Tu historia? —preguntó incrédulo.

El alcohol sirve para sincerar a las personas.

Había una vez una chica que vivía cerca de la tristeza y lejos de la realidad. Le encantaba caminar por los campos y escuchar música independiente a todo volumen mientras lograba conciliar el sueño por las madrugadas. ¿Que te parece?

Su nombre era sinónimo de soledad y la compañía de todos sus amigos era el antónimo de la tristeza que le ahogaba desde hace muchos años. ¿Tristeza?

—¡Pienso quitarme la vida! —Exclamé con tanta fugacidad que hasta las estrellas parecían apagarse por completo.

—¿Piensas que? —Preguntó mi amigo.

Tu cuerpo siempre está latiendo vida a cada instante y el corazón bombea esperanza; es verdad que la pesada oscuridad que brilla dentro de uno, comienza a quemar todos los motivos que tenemos para ser felices y eso nos convierte en almas desdichadas. La oscuridad que apagaba mi vida era un relato que contaban los libros y leyendas de la vida cotidiana. Pasas tu lengua, muy cerca de la humedad que burbujea risas y locuras a cuerpos frágiles que no sirven para nada. Terminas vulnerable en habitaciones vacías. La lejanía de los sentimientos humanos hincha de dolor mí pensar cada vez que me acuerdo de todo, de todo lo bello que parecía querer aparentar ser alguien que no era.

—¿Que se siente sonreír cuando no tienes ganas de sonreír? —Le pregunte a mi profesor de secundaria.

La piel de cristal es tan suave que hasta excita e incita a querer tomar la inocencia de una persona con tanta violencia. Los tragos de alcohol dan fuerza cuando las lágrimas te han secado por completo, cuando te sientes sin nada y a la deriva.

—¿Cuando has hecho el amor? —La curiosidad se asomaba por los ojos de mis compañeros.

El amor no se hace, solo se demuestra y los labios son cómplices cuando quieres sentir el infinito. Todos somos de alguien, pero solo pertenecemos a quien logró sonrojarnos cuando solo le buscábamos con el pensamiento. ¡Así es esto! Los ojos nos transmiten cosas sin decir palabras y las sonrisas esconden lo saudade de una persona.

Las manos te tocan. El tacto humano puede inspirarte muchas cosas.

Sus dedos parecían ser tan hábiles y silenciosos mientras se escurrían con detenimiento sobre mi piel. Abrí los ojos. Apreté los labios y la piel de vidrio se partió en miles de fragmentos delgados que causaban mucho daño. Cuando abrazas a alguien con mucho afecto llegas a sentir chido en el fondo de tu alma. Cuando nadie tiene afecto hacia a ti, usas el vidrio de tu cuerpo para hacerte daño y logras hacerte mucho daño. Las caricias de la noche son las más frescas y cálidas que alguien como yo pudo recibir. Era tan dulce, fresco y natural lo que parecía ser no poder dormir. Mis ojos miraban y remiraban cada parte del cielo de una forma única. Era como llorar sin llorar. Pensar que el mundo era normal y simple sin cosas y personas tóxicas, sin nada que pudiera causar daño a nuestros pensamientos.

—¿Has visto el color rojo que expulsa mi cuerpo cada vez que te miro?

La respiración que tienes cuando estás cerca de mi parece ser el humo que inunda lo más profundo de mis pulmones. El tacto es tan pesado y me lástima. El mar viene y va. Los escalofríos son parte del panorama. La lluvia es cosa de una unión simple de la violencia y el engaño.

Cada vez que apagaba las luces o cuando me miraba al espejo, el rencor y la angustia no desaparecían. Mientras todos parecían dormir, mis estrellas brillaban para hacerme compañía. Cada vez que la unión se hacía presente a mí, el asco y la depresión me abrazaban. Recordar que mi inocencia había huido cuando en mi vida infantil las manos de alguien logró irrumpir en mi cuerpo. La boca se le hincho de placer y mi vida quedó marcada con recuerdos salados.

—¿Cómo es el amor? —Pregunte a Emilio.

—¡El amor es un sentimiento incomprendido! Nunca sabes en qué acabará o cómo empezará. Es simple y canijo —su respuesta me pareció ser una muestra de resentimiento.

Cuando las estrellas brillan la oscuridad parece ser menos tenebrosa. Es cálida. Fresca. Humana. Cada explosión de sentimientos es única cuando ves alguna constelación brillar para la humanidad. Las constelaciones también se encuentran en la piel y brillan perfectamente cuando se unen al afecto de alguien. ¿En donde esta mi constelación? Al parecer tanto llanto y soledad me han hecho creer que mis estrellas mueren todo el tiempo.

—Mi historia comienza así, debe escuchar bien —el viaje apenas comenzaba.

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