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Atracción Italiana

Atracción Italiana

Karina Perez

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43
Capítulo

Amaba el romance, pero no creía en príncipes azules ni en finales felices. Más bien me atraía los príncipes negros, aquellos misteriosos hombres, que lo único que hacen en ti, es activar una atracción difícil de quitar, que te hacen descubrir ese lado oculto que todos tenemos, esos que tienen el cartel de prohibido y peligro con luces de neón alrededor suyo. Exacto, los chicos malos. Y Alessandro Rizzo lo era. La primera vez que lo vi, su belleza me deslumbro. La segunda vez que coincidimos, decidí hablarle. Lo que no contaba, era con la ignorada olímpica que me dio, fuera de ponerme triste, me puso ansiosa y deseosa por conseguir su atención. La tercera vez, lo tenía apuntándome con un arma en la cien. La cuarta, lo estaba salvando de la muerte. Sabía que no estábamos hechos para estar juntos, su mundo y el mío eran muy distintos...o eso pensaba yo. Pero la atracción que había, era mucho más fuerte que la razón. Sabía de antemano que solo yo perdería en esto, pero no lo pensé dos veces, y me tire al abismo sin tener la certeza de que sería atrapada al caer. Solo podía pensar. ¿Estará él, al final del abismo?

Capítulo 1 PRÓLOGO

Actualidad

Había pasado una semana en que faltaba a clases con la excusa que nadie cuidaría mejor a Dalila que yo, pude convencer a mis padres en ese momento, no era difícil, una mirada y ojitos de cachorrita y los tenia, una completa manipuladora, lo sé.

Aunque mi subconsciente me jodida a cada momento por eso, el mismo sabía que solo estaba intentado sobrevivir de aquel hombre. Era un hecho de que apenas pisara la universidad moriría, no tan literal, pero de que moriría en la universidad lo hacía, era ley.

Pero no podía morir, primero tenía que probar un latino, si o si.

—Tranquila, no morirás —susurre para mí misma viendo personas entrar y salir de la facultad de medicina. Había acabado el efecto en mis padres.

— ¿Te bajas del auto o te saco? —volteé a ver a mi mellizo con fastidio.

—Necesito mentalizarme en que hoy será un buen día, cállate.

—Te noto rara desde que salimos de casa, ¿Sucede algo?

Evite rodar los ojos cuando se puso en plan hermano mayor preocupado, sabía que se preocupaba por mí, claro, era su hermana y habíamos compartido un estrecho lugar en esa pequeña barriga de mamá.

Aún sigo sin creer como logramos sobrevivir ahí adentro, y lo peor, como esa pequeña vagina nos había expulsado, sí que tenía una vagina flexible, y esperaba tenerla también, claramente no para tener bebes, solo para dejar entrar de vez en cuando tamaños increíbles, si un bebe podía salir de ahí, claramente un gran pene podía entrar. Solo era lógica. —Mierda, yo y mi manía de salirme del tema— ¿por dónde iba?, si, Luciano me amaba y yo lo amaba, éramos inseparables, y por eso mismo lo conocía más que el mismo, así que sabía que detrás de su ¿Sucede algo? quería averiguar otra cosa, indirectamente...como siempre.

— ¿Qué pasa con Lia? —decidí fastidiarlo para que me dejara en paz de una vez por todas. Se tensó de inmediato y huyo de mi mirada.

— ¿Por qué tendría que pasar algo con ella? —pregunto a la defensiva.

—No lo sé, tú dime —lleve mis dedos a un lado de mis ojos, llegando a tocar el final de mis cejas y los estire, de tal forma que quedaron mis ojos achinados, como el del meme.

¿Era un chino, no?

Después de su pequeña crisis epiléptica pudo hablar.

—Por dios Luciana, bajete —di mi trabajo por hecho cuando lo vi sonreír.

—Solo espero que algún día tengas la valentía para confesarme el amor que se tienen ambos, malditos pecadores.

Sonreí al ver su rostro pálido, no había ningún rastro de aquella sonrisa que poseía hace pocos segundos. Salí del auto con mis energías renovadas y me dispuse ir a mi primera clase del día.

Iba tatareando una canción, cuando un jalón de mano —demasiado fuerte, cabe aclarar— hizo voltearme bruscamente. Tal vez le habría dicho un insulto, o simplemente le hubiera hecho una llave, pero vamos.

¿Cómo podría ganarme un nuevo motivo para que Alessandro Rizzo quisiera acabar conmigo?

No dijo nada, al parecer esperaba que yo hablara, lo que claramente no iba suceder. Temía que mi lengua viperina no se callara nada.

No digas nada.

No digas nada.

No di...

— ¿Acaso fue duro el golpe que te di para afectarte el área de broca*? Ya se —sonreí. C a l l a t e—. Me tienes tanto miedo, que en mi presencia no puedes formular una palabra.

Si me tocaría describir exactamente que pude observar en sus ojos, diría: al diablo.

El no dijo nada, solo sonrió, con esa maldita y sensual sonrisa por la cual suspiraba internamente.

Tuvimos un gran recorrido por toda la facultad, hasta que llegamos al final, exactamente, lo que dividía un pequeño bosque de la facultad de medicina y seguimos. Empecé a intentar zafarme de su agarre, pero era en vano, me tenía inmovilizada, a mí, a Luciana Licciardi.

Qué vergüenza.

Aunque una parte de mi quería saber hasta dónde podía llegar Alessandro, algo arriesgado, lo sé.

—Te lo advertí —Susurro con voz grave. Trague fuerte, sintiendo como su aliento golpeaba mi cuello.

—Sería un poco cliché que me mataras en este bosque, ¿No crees?

¿Por qué no te callas de una buena vez Luciana?

—No pensaba matarte, pero gracias por la sugerencia.

—Estamos para servir —solté una risita nerviosa. Claramente tenía que aprender a cerrar mi gran boca.

Nos detuvimos en un gran árbol, sorprendiéndome al ver algunas bolsas tiradas a su alrededor. De repente, siento un fuerte golpe en mi nuca, dejándome inconsciente al instante.

[...]

Siento un dolor agudo en mi cuello, así que trato de llevar mis manos en el lugar lesionado pero no puedo, la verdad, es que no puedo moverme.

Inhalo y exhalo profundo antes de abrir mis ojos. Cuando lo hago, observo como estoy atada en el gran árbol donde nos detuvimos.

— ¡¿Qué mierda?! —grite.

— ¿Las sientes muy flojas? —pregunta Alessandro, llegando al frente mío—. Puedo apretar más las sogas si quieres.

Por primera vez en mi vida sentí el verdadero miedo recorrerme, estaba vulnerable delante el chico más lindo que jamás vi, y el más peligroso. Su mirada daba terror, y la manera en que sonreía, me hacía ver que le satisfacía lo que me provocaba...miedo.

"Por más dura que sea la situación, jamás debes mostrar miedo. Al hacerlo, les estarás entregando el arma que puede destruirte. ¿Entiendes? "

Recordé aquellas palabras que me había dicho mi padre en uno de mis entrenamientos con él, así que cerré los ojos, y controle el remolino de emociones que tenía en ese momento.

—Si quieres vengarte, hazlo —exclame con voz fuerte, no había ni un miligramo de miedo en mí, y mis ojos se lo hicieron saber. Se sorprendió, claro que lo hizo, pero solo por segundos.

—Claro que lo haré, ¿acaso lo dudas? —negué—. Querías conocerme, lo harás. Tengo un solo objetivo en mi vida, matar al hijo de puta que mato a mi padre. No quiero obstáculos, ni distracciones en mi camino, y tu pequeña mujer valiente lo eres. Así que espero, que después de esto, no te queden ganas de estar ni a tres metros de distancia cerca mio.

— ¿Qué harás?

— ¿Yo? Nada, dejare que la naturaleza solo lo haga — ¿Qué mierda?—. Si vives aun no era tu hora, si no lo haces...lamentablemente te cruzaste con la muerte.

Sonríe a boca cerrada dejándome atónita.

— ¡Al menos déjame con un cuchillo! —grité, al verlo marcharse.

—Claro que no, pequeña rencarnación fusionada de Bruce Lee y Jackie Chan. Adios Jacklee.

—IDIOTA —grito con todas mis fuerzas.

Ahora, ¿Quién podrá desatarme?

El área de Broca es una sección del cerebro humano involucrada con la producción del lenguaje.

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