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Dulces Sueños Jessica

Dulces Sueños Jessica

Ciminaghi

5.0
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60
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1
Capítulo

Los sueños son un misterio. Sus infinitos bucles son bastante aterradores, pero cuando estás atrapado de forma permanente aprendes a sobrellevarlos, es por eso que tenemos esperanza y nos aferramos a vivir.

Capítulo 1 Lucha por tu vida.

Se despertó en medio de un cuarto muy oscuro, todo estaba en silencio que, lograba inhabilitar su sentido del oído. Había una puerta, así que solo se levantó y caminó hacia ella. Intentó abrir en varias ocasiones, sin lograrlo.

Cuando ella se encontraba distraída y pensando en cómo salir. Una voz bastante suave resonó desde el otro lado de la puerta. —Jéssica—, dijo la voz en un susurro.

Se puso de pie y caminó lentamente para tratar de escuchar. —¿Quién eres?—, dijo ella, con una voz quebrada.

No hubo respuesta alguna. Pocos minutos después la misma voz regresó, pero esta vez con un suave toque a la puerta. —¡Jéssica, corre!—, repitió durante unos segundos esa voz.

Después de que la voz se fue, corrió desde un lado de la habitación hasta llegar a la puerta, y así poder tirarla abajo de un solo golpe, logró hacerlo.

Afuera estaba mucho más oscuro, sin señales de personas. De pronto, el ambiente se tornó frío y una voz bastante escalofriante se escuchó en un pequeño corredor, el cual estaba a sus espaldas. —¡Corre, Jessica!—, dijo, para después correr hacia ella.

En medio de su miedo Jessica corrió y se acercó a una pequeña casa que estaba casi destruida, y tomó un cuchillo que estaba sobre la mesa. —¡Pero qué diablos es eso!—, pensó Jessica en medio de su voz agitada.

Corrió hacia la probable salida, pero al abrir las puertas y adentrarse en ellas, solo regresó al mismo punto desde el que comenzó. Entonces, algo saltó en ella y le rasguñó el brazo izquierdo. En medio del dolor producido por el corte en el brazo izquierdo, tomó el cuchillo con todas sus fuerzas y se lo clavó en una parte de su cuerpo, para después salir corriendo rumbo la vasta oscuridad.

No sabía dónde estaba, solo corrió y corrió, hasta llegar a una pared destrozada, buscó un arma con la cual defenderse, era un palo, y lo partió a la mitad para poder usar la parte afilada. Se quedó sentada sin hacer ningún tipo de ruido, esperando a la criatura. Cuando de pronto, escuchó a alguien correr del otro lado de la pared, se levantó lo más rápido que pudo y le clavó la lanza en el pecho.

Observó a su enemigo, para que al final se diera cuenta de que se trataba de una copia de ella. —¡JA, JA, JA, JA!—, dijo con voz macabra, sin importar la lanza en su pecho. —¡Jamás podrás salir de aquí, eres mía!—, expresó de forma amenazante. En ese momento, Jéssica se dio cuenta de que repetía lo mismo una y otra vez, para después recordar y enterarse de que estaba en coma. No podía pedir ayuda, solo estaba allí, luchando por salir hasta agotar todas sus fuerzas.

Jessica estuvo corriendo de un lado a otro, luchando una y otra vez contra ella misma. Sus fuerzas se estaban acabando y ya estaba comenzando a rendirse, porque no sentía que pudiese salir de ese horrendo lugar jamás. Solo caminó hacia un lugar en una esquina, se sentó y suspiró. —Quiero verlos. Mamá, Papá—, dijo con una voz bastante baja, en la que solo ella pudiese escuchar lo que decía.

El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos, y cuando menos se lo esperó, ese siniestro y frío lugar se tornó cálido. Se puso de pie y comenzó a caminar, sin rumbo aparente. Lo que era más extraño, es que las criaturas no estaban atacando, todo quedó en calma completa, y sintió como si alguien la llamase hacia un lugar específico. Porque caminaba sin rumbo, pero con la corazonada de que iba en la dirección correcta.

Caminó y caminó, hasta que de la nada su cuerpo comenzó a desvanecerse en medio de la noche, y de repente despertó de golpe, con los ojos llenos de lágrimas.

Miró a todos los que estaban en el cuarto con ella, y comenzó a llorar mientras decía; —Yo… yo… yo no quiero regresar a ese lugar, estaba frío y cosas me atacaban, por favor no me dejen ir— corrió y abrazó a su madre, sin pensar en si era o no la real, hasta que se percató que había escapado de aquel siniestro lugar.

Cuando se calmó, ella comenzó a relatar lo poco que recordaba de aquel lugar en el que estaba atrapada, y con un pequeño suspiro, se recostó y sonrió radiantemente. —Desde ahora, no volveré a desperdiciar cada minuto de mi vida—, dijo, cerrando los ojos, para después descansar de aquella tortura que había recibido.

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