El Precio de la Ambición

El Precio de la Ambición

Gavin

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Capítulo

El día que Pedro alcanzó su millón de seguidores en TikTok, me propuso un trato que me destrozó el corazón. Tomó mis manos, ya llenas de callos por teclear código y editar sus videos, y me pidió hacerme a un lado "por nuestro futuro" , pues se casaría con una influencer por un contrato millonario. Me negué, pero la asistente de la influencer me abofeteó. Pedro, en lugar de defenderme, ordenó: "¡No puedes hacer nada bien! ¡Ahora mismo te arrodillas y le pides perdón a la señorita Valeria!". Grité: "¡Pedir disculpas, sí! ¡Arrodillarme, jamás!". Pedro me golpeó con un palo, obligándome a arrodillarme con violencia, forzando mi cabeza contra el suelo hasta ensangrentarla. Después, me drogó, encadenó en un cuarto, me desvistió y me golpeó en la espalda con un cinturón, acusándome de robar unos aretes. Me dijo: "Con el dinero que nos den, te compro un par de aretes nuevos y más caros" , y planeó venderme a un club nocturno. Mientras la oscuridad me envolvía tras beber un jugo de naranja envenenado, escuché su hipócrita voz: "No me dejaste otra opción. Eres demasiado terca y casi arruinas mi gran oportunidad. ¡Uno siempre tiene que buscar la manera de subir, Sofía!". Hasta el día de mi muerte, me prometí que vería a Pedro pagar por cada lágrima y cada golpe. ¿Cómo pudo este hombre, por quien sacrifiqué todo, desde mis ahorros hasta mi cuerpo y seis hijos que perdí por atenderlo, convertirme en un objeto más en su escalada social? ¿Qué sabía él de la "verdadera Sofía"?

Introducción

El día que Pedro alcanzó su millón de seguidores en TikTok, me propuso un trato que me destrozó el corazón. Tomó mis manos, ya llenas de callos por teclear código y editar sus videos, y me pidió hacerme a un lado "por nuestro futuro" , pues se casaría con una influencer por un contrato millonario.

Me negué, pero la asistente de la influencer me abofeteó. Pedro, en lugar de defenderme, ordenó: "¡No puedes hacer nada bien! ¡Ahora mismo te arrodillas y le pides perdón a la señorita Valeria!".

Grité: "¡Pedir disculpas, sí! ¡Arrodillarme, jamás!". Pedro me golpeó con un palo, obligándome a arrodillarme con violencia, forzando mi cabeza contra el suelo hasta ensangrentarla.

Después, me drogó, encadenó en un cuarto, me desvistió y me golpeó en la espalda con un cinturón, acusándome de robar unos aretes. Me dijo: "Con el dinero que nos den, te compro un par de aretes nuevos y más caros" , y planeó venderme a un club nocturno.

Mientras la oscuridad me envolvía tras beber un jugo de naranja envenenado, escuché su hipócrita voz: "No me dejaste otra opción. Eres demasiado terca y casi arruinas mi gran oportunidad. ¡Uno siempre tiene que buscar la manera de subir, Sofía!".

Hasta el día de mi muerte, me prometí que vería a Pedro pagar por cada lágrima y cada golpe. ¿Cómo pudo este hombre, por quien sacrifiqué todo, desde mis ahorros hasta mi cuerpo y seis hijos que perdí por atenderlo, convertirme en un objeto más en su escalada social? ¿Qué sabía él de la "verdadera Sofía"?

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